El plan oculto de Podemos para reventar la legislatura: inducir a Junts a dar la estocada
Podemos busca unos comicios generales en 2025 para aprovechar la debilidad coyuntural de Sumar y Díaz
Cada día gana fuerza en Podemos y otras formaciones de izquierdas la tesis de que el Gobierno de Pedro Sánchez está débil y que la legislatura está de facto agotada. La victoria parlamentaria del pasado jueves, lograda gracias al apoyo in extremis de Podemos a la reforma fiscal, suena más a victoria pírrica que a demostración de fortaleza. El Ejecutivo navega entre icebergs imprevisibles y en un mar de denuncias por corrupción. A todo ello hay que añadir la incógnita de algunos socios de investidura, sobre todo Podemos y Junts per Catalunya. Los morados, aseguren en Sumar, desean que la legislatura se vaya al traste. Pero hay un problema: no pueden ser ellos quienes entierren a Sánchez.
Podemos se encuentra en una disyuntiva interesante. Por un lado, celebra este año como el año de la resistencia. 2023 fue el año de los cuchillos largos, con Irene Montero humillada y defenestrada del Ministerio de Igualdad y de las listas electorales. 2024, en cambio, ha sido el año de la remontada. Todavía es pronto para decir que Podemos ha superado todos los baches. Pero de momento ha salido de la UCI de la política, aseguran desde el partido. Y eso no es poco: «Nos daban por muertos, y aquí estamos», es la frase que sirve para resumir ese sentimiento.
El núcleo duro del partido morado no ha sido nunca tan reducido, ni siquiera en los años de la bunkerización de Pablo Iglesias. Ahora quien manda formalmente es Irene Montero, respaldada por Ione Belarra, «amiga» y persona de máxima confianza. Isa Serra, eurodiputada en Bruselas, también forma parte de ese círculo, al que están adscritos tres diputados del grupo parlamentario y un puñado de referentes y exdirigentes. Pablo Iglesias, obviamente, ejerce un papel de guía. Pero otros importantes referentes históricos, empezando por Juan Carlos Monedero, están apartados.
Hoplitas y traición
Podemos se mueve así como un pequeño ejército de hoplitas, los soldados-ciudadanos de Atenas que solían actuar mediante ataques sorpresa, armados solo con lanzas y escudos. Su objetivo era lograr la máxima eficacia con la menor cantidad de hombres. Y eso es exactamente lo que persigue el partido morado, a la espera de que la paulatina caída de Sumar, y un posible nuevo pacto con Izquierda Unida (o con parte de ella), aporte nuevos reclutas.
La estrategia que persiguen los de Montero y Belarra, como desveló este diario, es avanzar en una guerra de guerrilla, en un desgaste constante y bien medido del Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. En el cuartel morado tienen claro el objetivo máximo, que consiste en crear el caldo de cultivo para una repetición electoral en 2025.
Podemos se siente con fuerza para unas elecciones a corto plazo. Está en racha, mientras Sumar va cayendo. El CIS da una ventaja de cuatro puntos a los de Díaz. Pero en Podemos no se creen las estimaciones de José Félix Tezanos, y apuestan por un empate técnico. Con un 5% de votos estimado, si se votara hoy Podemos duplicaría sus actuales escaños en el Congreso, mientras que Sumar perdería un 60% o 70% de sus diputados. Así, unas elecciones adelantadas serían un escenario deseable para los morados. El problema es cómo apretar el botón de la explosión sin que se vea la mano morada.
Una crisis gubernamental podría llevar a un gobierno de PP y Vox, con el apoyo de Se Acabó la Fiesta. Y Podemos no quiere pasar a la historia como el partido que acabó traicionando a la izquierda, aunque sabe que su interés contingente pasa por la caída de Sánchez y Díaz. El Podemos de 2015, en efecto, hubiera aprovechado los escándalos de corrupción apelando a la regeneración democrática. Pero ahora también los morados son víctimas de su propia retórica del lawfare, que describe una presunta guerra de los jueces contra la izquierda. Así que buscan a un Bruto en el Congreso, alguien que dé la estocada final a Sánchez sin que se perciba quién armó la conjura. Y ese Bruto solo puede ser Junts per Catalunya.
La idea de Podemos consiste en forzar a Sánchez a escorar el Ejecutivo hacia una izquierda más extrema, que, a su vez, obligue a Junts a desconectarse del Gobierno. Es una operación difícil de ejecutar. En primer lugar, porque los de Carles Puigdemont critican a Sánchez, pero en la actual legislatura gozan de un poder parlamentario notable. Y en segundo lugar, porque la alternativa, una traición del PNV, es aún menos plausible. Los socialistas vascos son clave para que los nacionalistas controlen el gobierno regional.
Podemos, por lo tanto, entiende que solo Junts puede desenchufar a un Gobierno que cada día da muestras de debilidad y volatilidad, pero que ha convertido el Congreso en su fortín. Las fuentes consultadas sostienen que Sánchez resistirá siempre y cuando sus socios le respalden en el Parlamento. Y aunque el presidente socialista y otros ministros puedan verse involucrados en la trama de corrupción, la justicia tiene tiempos largos, mientras que Podemos tiene prisa. Sumar está débil, pero podría recuperarse. De ahí que, investigaciones judiciales aparte, sea esencial para los morados intentar actuar cuanto antes y forzar a Junts a dinamitar la legislatura.
En el debate sobre la reforma fiscal ya se sugirió este planteamiento, aunque luego las declaraciones de Víctor de Aldama aconsejaron frenar el asalto. Ahora queda el debate presupuestario. Ese es el último foro en el que Podemos puede buscar la vía para llevar a Junts hacia la ruptura. De no ser así, la agonía de Sánchez podría durar unos años más. Y Podemos corre el peligro de perder un momento favorable por la fragilidad de sus adversarios.