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Juan Lobato: Goliat aparta a David

Con el «método Sánchez» no se juega. Sus acólitos advierten de que quien la hace la paga. Y este incidente es un aviso

Juan Lobato: Goliat aparta a David

Ilustración de Alejandra Svriz.

Juan Lobato, líder hasta el miércoles de los socialistas madrileños, ha sufrido en sus carnes el «método Sánchez». Quien ose hacer frente al presidente del Gobierno sabe cuáles son las consecuencias. Lobato (40 años, Madrid) pretendió protegerse de no colaborar en un eventual delito de filtración de un documento privado entregando a un notario copia de las conversaciones mantenidas con una alta funcionaria de Moncloa sobre dos delitos fiscales del novio de Isabel Díaz Ayuso, la lideresa del Partido Popular de Madrid, acérrima enemiga de Pedro Sánchez.

Lobato, economista, exalcalde de Soto del Real, localidad a 50 kilómetros de Madrid, sospechó que alguna irregularidad se estaba cometiendo en el caso del amante de Ayuso y no se le ocurrió mejor idea que ir a una notaría madrileña en lugar de a un juzgado o una comisaría, sin informar a nadie, ni siquiera a sus más próximos colaboradores. ¿Para qué? Simplemente, porque no estaba muy seguro de que la revelación de todos estos datos sobre un ciudadano privado procediera de un medio de comunicación antes que directamente de la Fiscalía General del Estado en una campaña de desprestigio contra Ayuso, lo cual sería materia de delito.

El fiscal general, Álvaro García Ortiz, que llegó al cargo en 2022 aupado por Dolores Delgado, la anterior titular, en una operación bastante polémica, se encuentra en estos momentos siendo investigado por el Tribunal Supremo a raíz de las filtraciones del litigio de la pareja de Ayuso con Hacienda. Tanto la Fiscalía como el Gobierno sostienen que esta información no procede directamente ni del Fiscal General ni de ningún miembro del Gobierno -se sospecha que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, pudiera estar también implicada en el feo asunto-, sino del diario digital elplural.es, un medio de la órbita del Gobierno.

Por tanto, según Moncloa, nadie ha cometido ningún delito, empezando por García Ortiz. Sin embargo, muchos de sus colegas le han pedido marcharse una vez que su conducta está siendo investigada por el Supremo. Él de momento no tiene intención de dejar su puesto pese a la merma de prestigio que supone para él y para la institución.

Lobato, que llegó a la presidencia del PSOE madrileño en 2021 después de haber sido varios años y con el apoyo ciudadano alcalde de Soto del Real, argumentó que nada había que temer si todo el dosier entregado al notario se ajusta a la verdad y no supone ninguna irregularidad cometida por los poderes públicos.

El caso se envenenó todavía más cuando se conoció que esos papeles son fruto de una conversación de él con la asistente del entonces jefe de gabinete de Sánchez y desde hace pocas semanas ministro para la Transformación Digital, Óscar López.

Tan pronto trascendió la visita de Lobato al notario, se desató una feroz campaña contra el hasta ahora presidente del PSOE de Madrid. Se convirtió en un traidor, en un apestado. Quienes sintonizaban con él dejaron de hacerlo, de hablar con él y algunos hasta pidieron directamente que se le prohibiera el acceso al congreso federal del partido que empezó ayer en Sevilla.

Lobato se atrincheró, habló de linchamiento y anunció atrevidamente que no tenía intención de dejar el cargo y que pretendía aspirar a la reelección cuando la Federación Socialista Madrileña (FSM) celebre primarias antes de fin de año.

Su pulso al gran líder ha durado apenas 24 horas. Sánchez no ha tenido que sacar todas sus cañoneras socialistas y mediáticas y abrir fuego. Lobato se ha debido ver como el político más solo, más abandonado del mundo, y ha enviado un breve mensaje al secretario general y al responsable de organización del PSOE, Santos Cerdán, anunciándoles que deja el cargo. Nada dice de momento sobre si renuncia a su acta de diputado en la Asamblea de Madrid ni a su puesto de senador.

Con el «método Sánchez» no se juega. Poco le importa a su creador que su aplicación esté causando también gran desgaste a él mismo. Sus acólitos advierten de que quien la hace la paga. Y este incidente es un aviso a navegantes, a todos aquellos que critican la política del Gobierno como Emiliano García-Page o Javier Lambán. Todo indica que en el congreso de este fin de semana la nueva dirección que salga no tendrá fisuras y la lealtad al jefe será máxima. No habrá voces discrepantes.

Es significativo el comentario de Lobato tras su dimisión. Afirma que renuncia al cargo porque su forma de hacer política difiere de la que realiza la actual dirigencia. Cierre de filas frente a quienes osan distanciarse de las directrices que impone Moncloa.

El PSOE madrileño viene marcado a lo largo de su existencia desde la reinstauración de la democracia por un historial de peleas intestinas, puñaladas, expulsiones y abiertas discordancias con el poder de Ferraz, la sede social madrileña del PSOE. Los socialistas madrileños no han vuelto a tener la presidencia de la Comunidad de Madrid desde hace casi tres décadas. La última fue la de Joaquín Leguina, expulsado del partido en 2022 por criticar abiertamente la línea sanchista y anunciar que votaría por Ayuso en las últimas elecciones autonómicas de hace un año y medio.

Juan Lobato era considerado hasta su dimisión como un sanchista moderado. Sin embargo, sus opiniones poco favorables a la amnistía y a la singularidad catalana en una futura reforma fiscal le fueron granjeando sospechas y de estar apartándose de Sánchez. Con ironía, la presidenta de la Comunidad madrileña, Isabel Díaz Ayuso, le avisaba en sus enfrentamientos dialécticos en el Parlamento regional que se palpara la espalda por si sus propios compañeros le habían clavado un puñal.

Moncloa se encargó de dar a conocer sus intenciones sobre él antes de este incidente de la dimisión cuando adelantó que el ministro Óscar López y mano derecha de Sánchez se presentaría a las primarias madrileñas y que sería el candidato monclovita. Lobato se quejó amargamente en público de la noticia y confesó que así era muy difícil trabajar para intentar conquistar de nuevo la Comunidad.

Seguramente vio acercarse la tormenta como así ha ocurrido. Hay analistas que piensan que Lobato, que costeó sus estudios universitarios trabajando de camarero, no está ni mucho menos muerto. El mandarinato de Sánchez terminará antes o después. Será entonces cuando políticos jóvenes como el propio Lobato podrían aspirar al liderazgo y a la sucesión del actual líder. García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, arrojó una lanza en favor de Lobato al definirlo como un político de enorme valía: «La política no puede prescindir de gente así». Hoy es un apestado, un traidor; mañana se verá.

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