Urtasun justifica su ausencia en Notre Dame porque acudir al circo era su «obligación»
El ministro ha insistido en que no acudió a la reapertura por un motivo «estrictamente de agenda» y así lo había excusado
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha respondido este miércoles en el Senado a las reiteradas preguntas de los grupos sobre su ausencia en la reapertura de Notre Dame y su presencia ese mismo día en un espectáculo circense: «Voy al circo como ministro porque es mi obligación».
Y es que algunos grupos, como Junts, han afeado al ministro de Cultura que el sábado 7 no asistiera al acto de NotreDame y, sin embargo, acudiese a la función ‘Circlassica’ del Circo Mundial.
Urtasun ha añadido que NotreDame es un «gran lugar europeo» y ha dejado claro que no tenía intención de avivar más la polémica. El ministro ha insistido en que no acudió a la reapertura de la catedral por un motivo «estrictamente de agenda», y así lo había excusado.
Mientras, el senador de Junts Francesc Ten Costa ha ironizado sobre la respuesta del ministro y ha dicho que aunque a él le gusta el circo tradicional y contemporáneo, pero que no tiene alergia a las catedrales «ni la tendría a los actos institucionales».
Cruce de acusaciones
La ausencia de representación institucional ha abierto un choque entre distintos organismos del Estado inédito hasta ahora. Primero fue entre ministerios, Exteriores y Cultura chocaron a la hora de asumir responsabilidades sobre quién provocó la descoordinación entre ambos y que acabó con la falta de representación gubernamental en un acto al que asistieron decenas de mandatarios y jefes de Estado.
Aunque la polémica se avivó con el choque entre la Casa Real y el Ministerio de Asuntos Exteriores. La polémica ausencia de los Reyes y el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en la reapertura de la catedral parisina de Notre Dame ha desembocado en graves acusaciones del departamento que dirige José Manuel Albares contra el Palacio de La Zarzuela, al no informarle de la invitación que Emmanuel Macron cursó a Felipe VI y de la decisión del monarca de no ir a París por problemas de agenda. Un reproche que no es fruto de un hecho excepcional, sino que se ha convertido en habitual, advierten fuentes gubernamentales.