Podemos quiere forzar a Sánchez a negociar antes con ellos para irritar a PNV y Junts
Los morados elevan la tensión, anuncian que tumbarán iniciativas del Gobierno y amagan con rechazar los Presupuestos
Podemos eleva la tensión. El partido que lideran Irene Montero y Ione Belarra parece poner zancadillas a la supervivencia del Ejecutivo. Los morados dejan caer en sus conversaciones privadas y públicas que sus exigencias son reales, y que están dispuestos a romper con Pedro Sánchez si les ningunea. La operación se lanzó a finales de noviembre, tal y como desveló este diario, inmediatamente después de apoyar a regañadientes el llamado «paquete fiscal» del Gobierno. Ahora, casi un mes después de aquel acuerdo, Podemos sostiene que se ha roto la confianza y que si Sánchez no llega a pactos antes con ellos que con PNV y Junts per Catalunya dejarán de apoyar al Ejecutivo en el Congreso.
En Podemos asumen que varias fuerzas parlamentarias se sienten «engañadas y defraudadas» por los incumplimientos del Gobierno. Existen razones políticas para esa decepción, afirman en el partido. Y añaden que cada formación tiene sus exigencias, y que el Ejecutivo de Sánchez y Yolanda Díaz debe reconocer que no todas son iguales. En definitiva, quieren que el Gobierno acceda a negociarlo todo antes con Podemos que con los demás socios nacionalistas, para irritarles y fomentar su desconexión del Ejecutivo.
Podemos quiere, por ejemplo, que Sánchez cumpla su palabra en lo que concierne al impuesto a las eléctricas. El PNV y Junts están en contra de la iniciativa: desean que el Ejecutivo quite ese gravamen, y han dado plantón a la ministra de Hacienda para debatir sobre el asunto. Podemos también se negó a participar el pasado miércoles en una mesa en la que no se sienten PNV y Junts. «No tiene razón de ser», explican. Como alternativa plantean una «mesa bilateral» entre el PSOE y Podemos para llegar a un primer borrador de proyecto de ley.
De momento, Sánchez ha logrado superar el escollo del paquete fiscal, prometiendo a cada formación un planteamiento diferente. Pero las mentiras tienen las patas cortas, avisan en Podemos. «El PSOE tiene un problema si piensa que se puede seguir acordando e incumpliendo con todo el mundo y que eso no le pase factura incluso en esta misma legislatura», avisó esta semana el portavoz de Podemos, Pablo Fernández.
Chantajes
El partido morado insiste en que los socialistas les convoquen a una «mesa bilateral» en la que negociar el futuro de ese impuesto. Pero temen que el PSOE vuelva a aplicar un método de presión que pasa por llegar antes a un acuerdo con los nacionalistas, y obligar después a Podemos a sumarse. El PSOE cree que Podemos va «de farol». Y algo parecido también concluyen en Sumar (donde, sin embargo, ya afilan las espadas por si se llega a una ruptura de la mayoría de investidura), aunque los morados avisan de que no aceptarán «chantajes». Es decir, que Podemos se declara dispuesto a tumbar las iniciativas legislativas del Gobierno en el Congreso y, de paso, también los Presupuestos.
Lo que pretenden en términos estratégicos es obligar a Sánchez a modificar su brújula negociadora. En lugar de acordar antes con los nacionalistas y después sumar a Podemos aprovechando su aislamiento, Montero y Belarra quieren que el Gobierno primero pacte con ellos, y después añada a los nacionalistas. El esquema es muy sencillo: Podemos quiere afianzar un «giro a la izquierda» del Gobierno para que los nacionalistas se irriten y sean ellos los responsables de desgastar el Ejecutivo hasta un esperado adelanto electoral.
Este es el verdadero planteamiento estratégico de la formación morada, y el PSOE es consciente de ello. Lo que ninguno de los dos actores sabe es hasta dónde está dispuesto a llegar el contrincante. Y en esa confrontación, que se dirime también en la percepción de la firmeza (o determinación) del adversario, dependerá el futuro de la legislatura. El esquema es muy conocido en Podemos: se trata de aplicar el llamado chicken game de la teoría de juegos, que consiste en trasmitir la idea al rival de que están dispuestos a todo con tal de llegar a su objetivo. El problema es que también Sánchez conoce a la perfección esa táctica.