Sumar se 'oligarquiza': renuncia al voto directo en su congreso y aboga por los delegados
La formación de Yolanda Díaz rompe con la tradición plebiscitaria de Podemos y con el «ciclo» del 15-M
Yolanda Díaz. | Europa Press
Sumar está dando un giro de 180 grados en todos sus planteamientos y encajes estratégicos con respecto a lo pactado en el pasado mes de marzo. Entonces, Yolanda Díaz habló de un partido paraguas, según una fórmula acuñada en este medio de comunicación, que sirviera de protección y al mismo tiempo de incubadora de las demás formaciones de la coalición. Sumar nació como coalición instrumental para las elecciones generales de julio de 2023. Pero después intentó dar respuesta a la pregunta sobre qué hacer con la marca. Unos de sus principales intérpretes, Íñigo Errejón, abogó por la construcción de un nuevo actor político estatal. Es decir, un partido. Díaz estaba de acuerdo con él, hasta que le dejó tirado después de las elecciones europeas.
Errejón siempre ha sostenido que antes de la gestión viene la comunicación: el contenedor por encima del contenido, el mensaje público por encima de la política pública. Yolanda Díaz viene de una cultura política diferente, más tradicional y pegada al día a día. Pero se dejó seducir por el planteamiento errejonista, defendido también por otros colaboradores de la dirigente política gallega que habían formado parte del núcleo duro de Errejón desde la época de Podemos. Díaz, al igual que Iglesias (aunque este es más sensible a la cuestión «cultural» de la política), se dejó convencer y en marzo afianzó la creación de un partido político-movimiento, homónimo de la coalición.
Los socios de dicha coalición estallaron. Muchos se negaron a participar en las «cuotas» que Díaz les había otorgado en su propia dirección. Y todo fracasó entre las elecciones europeas de junio, en las que Sumar casi empata con Podemos, y el escándalo de octubre, que ha acabado con la carrera política de Errejón. A partir de ese momento, y con la vista puesta en la celebración de un congreso extraordinario para hacer frente a la salida de la primera línea orgánica de Díaz, Sumar ha decidido cambiarlo todo.
Cesión a los socios
Los documentos preparatorios del nuevo cónclave apuntan algunos elementos notables. En primer lugar, Sumar renuncia a un desembarco real en todas las regiones de España. Lo hará únicamente donde no tenga a otro socio activo y hegemónico en el espacio de la izquierda alternativa al PSOE. Es decir, que en Valencia mandará Compromís; en Cataluña, los Comunes, y en Madrid, Más Madrid. Sumar renuncia a disputar esa hegemonía, con la única duda de Andalucía, donde Izquierda Unida a través del PCE ejerce ese papel de izquierda alternativa, líder del espacio.
Todo apunta a que tampoco a Andalucía llegará Sumar. El 14 de octubre, Sumar abrió su primera sede en Sevilla, de la mano de una dirigente considerada errejonista. El 24 de octubre, Errejón quedó salpicado por una batería de denuncias anónimas por acoso sexual y decide dimitir. Fueron Yolanda Díaz y toda la cúpula de Más Madrid los que se lo pidieron. Se suele decir que en política no hay casualidades: la salida de Errejón desemboca en un retraso de la celebración de la asamblea extraordinaria de Sumar, tal y como adelantó este diario. Esta asamblea, que se preveía para finales de otoño, se celebrará finalmente en el próximo mes de marzo.
La formación apuesta por una dirección bicéfala, lo que podría constituirse siguiendo el modelo PNV, es decir, con un representante que tenga cierta relevancia institucional y otro más político o de partido. La segunda novedad es que Sumar plantea una relación de amistad en los territorios con las demás formaciones hegemónicas, sin pretensión alguna de disputarle su espacio. Y la tercera es que, a diferencia de lo ocurrido en el último cónclave, Sumar eligirá a su dirección a través del modelo más clásico de los delegados territoriales, y no por votación directa de los militantes.
Sin voto directo
Sumar inaugurará una serie de reuniones y encuentros a nivel territorial en las que los militantes (solo los afiliados que pagan una cuota al partido) nombrarán a sus representantes para la asamblea estatal. El reparto de esos delegados se hará en función del peso específico de la militancia en cada región, es decir, según el número de inscritos. Este tipo de mecanismo se enmarca en métodos de elección de la cúpula parecidos a los que aplican otros partidos nacionales, según admiten desde Sumar, con lo que eso representa de ruptura con la cultura del voto directo que aplicó Podemos desde sus comienzos para reivindicar su papel de movimiento y no de partido tradicional.
Sumar sostiene, en efecto, que el ciclo político inaugurado con el 15-M se ha acabado. Sus documentos reflexionan sobre este cierre de ciclo y la apertura de una nueva fase, en este caso siguiendo el análisis de Errejón de estos últimos meses. Pero Errejón quería crear un partido estatal y que Sumar no se viera atado por una mesa de negociación constante con sus socios para decidir las listas electorales y el reparto de cargos. Y en ese ámbito, todo apunta a que Díaz ha preferido elegir una opción conservadora para evitar el estallido de la alianza.
Sumar se hace pequeño, renuncia a su ambición de liderar todo el espacio y admite la fórmula colegiada que le reclama IU, tal y como adelantó THE OBJECTIVE en junio. El cambio es radical. El proyecto pasa de ser una fuerza propulsora e innovadora del espacio de la izquierda al PSOE a echar el freno, pararse y otorgar a sus socios territoriales el control del timón. Sumar, además, renunciará al nombre de la coalición, como también le pide IU. Y todo apunta a que también deberá ceder a celebrar primarias. Todo ello servirá a Yolanda Díaz para intentar salvaguardar lo que en este momento le interesa más: ser número uno en unas listas electorales que posiblemente se deberán definir más pronto que tarde si finalmente el Gobierno no pueda aguantar hasta la conclusión natural de la legislatura.
