El doble rasero de Igualdad: hizo 'casus belli' con el 'caso Pelicot' pero calla con Rotherham
El gabinete de Ana Redondo no se pronuncia sobre la prostitución de 1.400 niñas en Reino Unido
El escándalo de Rotherham, la ciudad británica en la que alrededor de 1.400 niñas fueron prostituidas entre 1997 y 2013 por un grupo de paquistaníes, kurdos y kosovares, ha conmocionado a toda Europa, menos al Ministerio de Igualdad. Pese al revuelo, el gabinete de Ana Redondo ha permanecido en silencio. Un mutismo que choca con el ruido del caso Pelicot, en el que un francés nativo, Dominique, drogó y violó a su exesposa, Gisèle, y además gestionó que otros 50 hombres más abusaran de ella durante casi diez años.
Cuando este caso salió a la palestra, en noviembre del año pasado, Igualdad lo utilizó para calentar el 25-N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. En diciembre, cuando llegó la condena, Redondo anunció una «gran alianza internacional» para combatir la violencia machista porque «el caso de Gisèle Pelicot ha puesto de manifiesto que la cultura de la violación persiste».
La ministra también usó el caso para blasonar de los veinte años de la Ley Integral de Violencia de Género. Y culpó de los abusos a las mujer al «machismo y a la cultura de la violación». Ahora se ha olvidado de dicha «alianza internacional» y se ha quedado muda ante el escándalo de Rotherham. Muchos usuarios de la red social X le han reprochado esta evidente doble vara de medir.
Igualdad y el racismo
De un tiempo a esta parte el feminismo ha abrazado el antirracismo como uno de sus ejes fundamentales. Por eso, el Ministerio de Igualdad, pese al clamor de los expertos, se niega a admitir que la inmigración descontrolada procedente de África es una de las causas que explica el auge de la violencia sexual contra las mujeres.
La ministra, preguntada por la nacionalidad extranjera de la mitad de los feminicidas, sostuvo que «en ningún caso podemos hacer esa equivalencia, que ahonda en otro problema, que es la xenofobia». «El problema del machismo es global, el patriarcado es la primera globalización».
Silencio feminista
Esta crítica es extensiva al feminismo como movimiento. En España, salvo honrosas excepciones, las feministas no han alzado la voz para criticar el escándalo de Rotherham. La abogada penalista Paula Fraga, de la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres, ha criticado al «pseudofeminismo que calla» y pone «en peligro las vidas de las mujeres y niñas/os y la seguridad ciudadana en nombre de no sabemos qué progresismo». «Es hora de poner por encima de cualquier relato, la protección de la sociedad en general y de la infancia», ha zanjado en redes sociales.
La columnista británica Joanna Williams ha lamentado en Spiked que «una y otra vez, las mujeres que han expresado su preocupación por las bandas de captación de menores han sido demonizadas, a menudo por otras feministas, por supuestamente dar crédito a una narrativa de extrema derecha».
«Lamentablemente, sólo podemos imaginar cómo habría sido la vida si las feministas de la corriente dominante se hubieran interesado por la vida de las chicas de clase trabajadora. Sólo podemos especular sobre cuántas niñas no habrían sido violadas si hubiera habido cientos de miles de tuits exigiendo justicia. Sólo podemos soñar cómo habría sido la vida de las niñas que crecen en centros de acogida si las feministas progresistas de élite hubieran apoyado en lugar de demonizar a personas como Ann Cryer y Sarah Champion. El escándalo de las bandas de acoso sexual es una mancha en el feminismo moderno».