Abascal y su cúpula concluyen que el auge de Vox se debe a la ruptura con el Partido Popular
Afrontan 2025 con optimismo por la ‘derechización’ de los jóvenes y la proyección internacional de su presidente
Vox afronta 2025 con viento favorable. La formación que lidera Santiago Abascal ha dejado atrás sus peores momentos, vividos en los meses posteriores a las últimas elecciones generales, y ha cerrado 2024 con una tendencia muy favorable en las encuestas. En la reunión que el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) mantuvo en Bambú 12 este lunes para hacer balance del último año político, la principal conclusión que Abascal compartió con los suyos es que la ruptura con el Partido Popular en los gobiernos autonómicos en julio del año pasado fue, pese a las reticencias de algunos, un acierto mayúsculo.
Fuentes cercanas al líder de Vox revelan a THE OBJECTIVE que la principal lección que se ha extraído del año pasado es que «la decisión de salir de los gobiernos fue un acierto, pero no por el hecho en sí, sino por las consecuencias»: «Muchos españoles que pensaban que nosotros éramos un partido más que cambia principios por sillones han visto algo que no habían visto en décadas: coherencia». Vox rompió con los populares por su disposición a seguir acogiendo menas en las regiones en las que cogobernaban, y por eso ahora exige el endurecimiento de las políticas migratorias para aprobar los Presupuestos regionales.
En Bambú 12, sede nacional de Vox, están convencidos de que la ola antimigratoria que arrasa ya el mundo occidental va a terminar por llegar a España, y por eso insisten tanto en esta cuestión. También tienen en cuenta que la proyección internacional de Santiago Abascal como presidente de Patriotas por Europa, eurogrupo aliado de Donald Trump, es otro motivo para el optimismo este 2025.
Fuentes del partido creen que las expectativas para este año son de crecimiento, y que trabajarán «duro» para unir a Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) y Patriotas en un «macrogrupo» que se convierta en el segundo más grande de la Eurocámara, y que sea una «alternativa real y constante para combatir las políticas de los últimos años». Esa es la prioridad, que, aunque ambiciosa, no sería una quimera por la buena relación de Santiago Abascal tanto con Giorgia Meloni como con Viktor Orbán. El dirigente vasco, de hecho, es el único capaz de hacer de «argamasa» de la derecha dura en Europa.
Una muestra de la importancia creciente de Abascal es que ha sido invitado a la toma de posesión de Trump, que tendrá lugar el próximo lunes en Washington. El dirigente vasco viajará este jueves y podría verse incluso con el dueño de X, Elon Musk, personaje al que ha mostrado su apoyo estos últimos días ante los ataques de la UE, que le acusa de «injerencia» en la política europea por sus opiniones en las redes sociales.
Abascal y Musk nunca han coincidido en persona. Ni siquiera han mantenido interlocución. Fuentes cercanas al líder de Vox admiten que el encuentro sería muy importante, pero no depende de él. «Cualquier reunión depende de la Administración Trump. La toma de posesión de un presidente es una cosa muy suya, así que el itinerario o las reuniones dependen de ellos».
La única circunstancia que podría amargar el prometedor año que afronta Vox es la irrupción de Iván Espinosa de los Monteros con un nuevo partido. Una hipótesis que consideran probable, pero que no les da miedo por dos motivos: la reconfiguración ideológica pergeñada hacia posiciones menos liberales evitaría una sangría fuerte de votos (en este sentido, Alvise generaba más temor), y que las formaciones sin una estructura fuerte son flor de un día. «Quizá sería un problema para el PP», ironiza una fuente de Vox.
Un 2024 de remontada
Tras una segunda mitad de 2023 complicada, marcada por el batacazo del 23 de julio y la consiguiente marcha de Iván Espinosa de los Monteros, uno de sus mayores activos, 2024 tampoco comenzó de la mejor manera para Vox. Santiago Abascal ratificó su liderazgo en enero, cuando más críticas arreciaban contra él, y ese mismo mes reconfiguró el CEN para dar aún más galones a Ignacio Garriga, su mano derecha en el partido, y relegar a Javier Ortega Smith, el último de la primera guardia pretoriana que aún permanece tras la salida de Rocío Monasterio.
Las distintas citas electorales se superaron sin brío: Vox creció en votos en Galicia, País Vasco y Cataluña, pero no en escaños. En las europeas, no obstante, sí aumentó su número de representantes, de cuatro a seis, aunque en porcentaje de voto apenas alcanzó el 10% (9,6%). Un resultado discreto que se debió, en gran medida, a la fulgurante irrupción de Alvise Pérez con Se Acabó La Fiesta, que recogió 800.000 papeletas contra todo pronóstico. Ahora lo dan por «acabado».
Tras una primera mitad de año discreta, Vox comenzó a remontar con la salida de los gobiernos autonómicos. Era una apuesta arriesgada, pero coherente con su convicción de que el problema de inseguridad aparejado a la inmigración descontrolada irá a más en España, y que se ha demostrado acertada. Además, en la Comunidad Valenciana ha propiciado que la negligente gestión de la riada no les haya salpicado.
Del 12,4% cosechado en las últimas generales, Vox se sitúa ahora en torno al 14%, a 1,05% de su mejor resultado en noviembre de 2019. Esto se materializaría en unos 40 escaños, frente a los 33 que tiene ahora en el Congreso. Además, confía en seguir creciendo en 2025. La presencia internacional de Santiago Abascal, la progresiva derechización de la juventud y la ascendente influencia de X en el debate político son factores que invitan a pensar que seguirá creciendo, salvo errores propios o aciertos ajenos.