J.D. Vance, el representante de los 'blancos marginados' que será vicepresidente de Trump
En su libro, éxito de ventas en EE.UU, explica como la llamada «basura blanca» son sus «vecinos, amigos y familia»

J.D. Vance, vicepresidente electo de Estados Unidos. | Europa Press
La elección de los vicepresidentes por parte de los candidatos a presidir Estados Unidos no es una cuestión baladí. A menudo se busca compensar las carencias del candidato y atraer a una parte de los votantes que tienen reservas hacia el líder de su partido. La apuesta de Trump por J.D. Vance se enmarca en esta idea: su vicepresidente, nacido en Middletown, Ohio, es un hombre surgido del llamado cinturón oxidado, una región del nordeste y medio oeste del país que ha sufrido un marcado proceso de decadencia industrial y económica desde los años 70. Parte de su población está formada por los que despectivamente se conocen como «white trash» (basura blanca) y que poco tiene que ver con los blancos protestantes del norte. Vance es uno de ellos, según él mismo explica. Pero ha escapado a su propio destino: «A veces es más fácil saber que las estadísticas indican que debería estar en la cárcel o engendrando a mi cuarto hijo ilegítimo».
J.D. Vance escribió el libro Hillbilly, una elegía rural en 2016, y se convirtió en un éxito de ventas en Estados Unidos. En este libro relata su vida en una familia desestructurada, con una elevada rotación de figuras paternas y una madre adicta a los medicamentos y a las drogas debido a la «gran epidemia de medicamentos con receta» -la crisis de los opiáceos- que se produjo en las últimas décadas. En definitiva, un entorno muy poco propicio para lo que ha conseguido: estudiar Derecho en Yale, una de las universidades de la Ivy League, y llegar a ser vicepresidente de la primera potencia mundial.
En su libro Vance intenta explicar este proceso de decadencia a través de sus experiencias vitales y estudios científicos que reflejan esta realidad. Y responsabiliza a las familias americanas de raza caucásica -y no al sistema político- de esta situación: «Las mudanzas y las peleas constantes, el carrusel aparentemente infinito de gente nueva a la que tenía que conocer, aprender a amar y luego olvidar; esto, y no mi escuela pública de mala calidad, era el verdadero impedimento para tener oportunidades».
Las familias de clase trabajadora
El vicepresidente electo de Trump explica que «se mida como se mida», las familias de clase trabajadora de su país «experimentan un nivel de inestabilidad que no existe en ninguna otra parte del mundo». Él mismo ha conocido a más de siete parejas de su madre, pero dice que no es una situación anecdótica en los americanos de su mismo entorno y clase social.

«En Francia, el porcentaje de niños que han sido expuestos a tres o más parejas de su madre es del 0,5; más o menos uno de cada doscientos. El segundo porcentaje mayor es del 2,6%, en Suecia, o más o menos uno de cada cuarenta niños. En Estados Unidos, es un sorprendente 8,2% -más o menos uno de cada doce niños-y la cifra es aún más alta en la clase trabajadora». «Bienvenidos a la vida familias de los hilbillies estadounidenses».
Pese a su éxito social, confiesa que aún le persiguen «viejos demonios». «Sigo forcejeando con el conflicto, luchando contra la probabilidad estadística que a veces parece que puede conmigo. A veces es más fácil saber que las estadísticas indican que debería estar en la cárcel o engendrando a mi cuarto hijo ilegítimo. Y a veces es más difícil; el conflicto y la descomposición familiar parecen el destino del que no puedo escapar. En los peores momentos, me convenzo de que no hay salida y de que por mucho que luche que con los viejos demonios, son parte de mi herencia como lo son los ojos azules y el pelo castaño».
La «virilidad» como sello de su comunidad
Vance es muy consciente de la limitación de las políticas públicas en su comunidad si no vienen acompañadas de un cambio de mentalidad: «La política del gobierno puede que sea incapaz de resolver otros problemas de nuestra comunidad. De niño, asociaba los logros en la escuela con la feminidad. La virilidad significaba fuerza, valentía, disposición a pelear y, más tarde, éxito con las chicas. Los niños que sacaban buenas notas eran ‘mariquitas’ 0 ‘nenazas’».
La influencia de su abuela fue vital para que no dejara los estudios y llegar a ser el hombre hecho a sí mismo que es ahora. De adolescente hubo un periodo en el que empezó a sacar malas notas, a fumar y llevar una vida desordenada, pero su abuela lo rescató. Se mudó a vivir con ella, dejando atrás la vida inestable de su madre. Su abuela le puso en la cabeza la idea de estudiar y salir de la miseria de su entorno.
«Basura blanca»
El político republicano forma parte de los que en Estados Unidos se llama despectivamente «white trash» (basura blanca), como él mismo reconoce abiertamente, y afirma que nada tiene que ver con los blancos anglosajones protestantes del norte del país. Es una bolsa de electores que tradicionalmente votaba al Partido Demócrata por representar los intereses de la clase trabajadora. Esto empezó a cambiar con Ronald Reagan, escribe, que logró atraer a las urnas a muchos de estos blancos marginados.
«Quizás sea blanco, pero no me identifico con los blancos anglosajones protestantes del Nordeste. En cambio me identifico con los millones de americanos blancos de clase trabajadora y ascendencia escocesa e irlandesa que no tienen un título universitario. Para esta gente, la pobreza es una tradición familiar: sus antepasados fueron jornaleros en la economía esclavista del Sur, después de eso aparceros, después de eso mineros del carbón, y en tiempos más recientes maquinistas y empleados de acerías. Los estadounidenses los llaman hillbillies, rednecks (cuello rojo) o basura blanca. Yo los llamo vecinos, amigos y familia».
«Más pesimistas» que negros y latinos
Su comunidad es también la más pesimista sobre el futuro. «Más pesimista que los inmigrantes latinos, mucho de los cuales sufren una pobreza impensable. Más pesimista que los estadounidenses negros, cuyas perspectivas materiales siguen estando por detrás de las de los blancos. Aunque en realidad permite un cierto grado de cinismo, el hecho de que los hillbillies como yo sean más negativos acerca del futuro que otros muchos grupos -algunos de los cuales están claramente más desamparados que nosotros- sugiere que ocurre algo más». Y entre este «algo más» que ocurre identifica un «aislamiento social» más acentuado, una Iglesia sin «apoyo social» y una «peculiar crisis de la masculinidad» en un «mundo cambiante».
J.D. Vance explica varios episodios de su vida y cómo ha podido escapar del que era su más probable destino. Y si no olvida sus demonios, tampoco olvida sus orígenes y a quienes le ayudaron a no perderse por el camino: cambió su apellido paterno (Bowman) por Vance como tributo a sus abuelos y de mayor se convirtió al catolicismo, la religión mayoritaria entre los escoceses e irlandeses a quien cita como parte de su ascendencia. Y está casado con su novia de la universidad, Usha Vance., nacida en San Diego y de una familia procedente de India.