La biógrafa de Pedro Sánchez ultima su salida de Casa Árabe y apunta a una embajada
Irene Lozano ya intentó hace tres años que el presidente la destinase como jefa de misión en Londres

Irene Lozano en un mitin del PSOE madrileño. | Foto: A.Pérez Meca (EP)
La directora general de la Casa Árabe, Irene Lozano, ha empezado a comunicar a personas de su equipo su inminente salida de la institución cultural adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores después de más de tres años al frente de ella. Un hecho que ha desatado los rumores de que el Gobierno de Pedro Sánchez podría nombrarla embajadora en las próximas semanas.
Lozano está considerada como la biógrafa oficial del líder socialista, ya que dio forma literaria a sus dos libros tras su llegada a la Moncloa hace casi siete años: primero con Manual de resistencia y luego con Tierra firme. Licenciada en Lingüística por la Universidad Complutense, ejerció el periodismo en El Mundo antes de dar el salto a la política. Por ello, siempre se ha definido como «periodista, escritora y política».
De ser diputada junto a Rosa Díez en UPyD pasó a tener escaño en la bancada del PSOE después de que Sánchez la fichara para la lista electoral de 2015. Desde entonces, ha encadenado cargos públicos: secretaria de Estado de España Global, presidenta del Consejo Superior de Deportes –donde propuso a Luis Rubiales que los futbolistas empujaran camillas en pandemia– y parlamentaria socialista en la Asamblea de Madrid tras ir de número cinco en la candidatura de Ángel Gabilondo, de donde dimitió en noviembre de 2021 para convertirse en directora de Casa Árabe.
En este último puesto ha perdido foco mediático y ha llegado a reconocer a sus más allegados cierto hastío por su trabajo como gestora de la mencionada entidad cultural. En su mente está volver a escribir y ha recibido la oferta de un medio de comunicación, pero fuentes diplomáticas consultadas por THE OBJECTIVE creen que su objetivo político es ahora dirigir una embajada. Hace tres años ya intentó convencer a Sánchez de ello.
Fue a finales de 2011 cuando Lozano pidió al presidente del Gobierno que le concediera la codiciada embajada española en Londres, pero el presidente «se lo negó», habida cuenta de que el puesto ya tenía nombre: José Manuel Marco. Este último fue una elección del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.
La negativa desencadenó el primer amago de Lozano de tirar la toalla. Así se lo trasladó a su mentor: «Quiere irse, está muy a disgusto» en la Cámara madrileña, advirtieron personas próximas a ella, ya que los diputados socialistas no la acogieron de buen grado al tratarse de una persona «ajena al partido», sin carné de militante y que generaba «rechazo en el grupo parlamentario».
De ahí que se le buscase una salida en Casa Árabe, donde ha duplicado el presupuesto para el Ramadán, el mes sagrado del calendario musulmán: en 2022 se destinaron 22.091 euros a todas las actividades relacionadas con la citada festividad islámica, mientras que el presupuesto para 2024 fue de 50.000, según una resolución de Transparencia a la que tuvo acceso THE OBJECTIVE.
Su llegada a esta institución cultural de Exteriores tampoco fue un camino de rosas. La Asociación de Diplomáticos Españoles (ADE) expresó a través de un comunicado su «inquietud» por su nombramiento como directora de Casa Árabe, al igual que el del socialista Andrés Perelló para dirigir la Casa Mediterráneo, al tratarse de dos personas que no pertenecían a la carrera diplomática.
La ADE, que aglutina al 70% de los diplomáticos en activo, siempre ha expresado su malestar por este uso discrecional de los nombramientos por parte del Ejecutivo, sobre todo si el número de embajadores políticos deja de ser una circunstancia excepcional. A lo largo de los últimos años, la ADE ha insistido en que los diplomáticos tienen «un alto grado de idoneidad, experiencia acumulada y acreditada competencia profesional» para desempeñar las funciones de embajador «con total eficacia y lealtad» al Gobierno de turno. «El nombramiento de embajadores políticos merma las naturales aspiraciones profesionales de nuestros asociados, basadas en los principios de mérito y capacidad invocados para el acceso a la Función Pública» mediante una dura y exigente oposición, ha subrayado de forma reiterada esta asociación.
Sánchez igualó en marzo de 2022 un récord de José Luis Rodríguez Zapatero que muchos diplomáticos veían como un techo insuperable: los ocho embajadores ‘políticos’ afines al PSOE que fueron nombrados en la primera legislatura de mencionado Zapatero. En la actualidad, hay cinco exministros colocados de embajadores en el extranjero: Carmen Montón en la Organización de Estados Americanos (OEA), Isabel Celaá en el Vaticano, Ximo Puig en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Miquel Iceta en la Unesco y Héctor Gómez en la ONU, uno de los puestos más cotizados y de los destinos de mayor nivel en el escalafón. Una elección que provocó enorme revuelo en Exteriores, ya que nunca antes un político había ocupado dicho puesto, que los diplomáticos señalan que es muy técnico y requiere vastos conocimientos sobre política internacional.
Previamente, Sánchez colocó al exalcalde socialista de Lérida Ángel Ros en Andorra, al mencionado exdirigente valenciano Juan Andrés Perelló en la Unesco, un puesto en el que fue sustituido por el exministro de Cultura José Manuel Rodríguez Uribes, al exmiembro de la Ejecutiva del PSOE Manuel María Escudero en la OCDE y a Borja Cabezón como embajador en misión especial para la Crisis Internacional de la covid-19 y la Salud Global en marzo de 2023… justo cuando la lucha contra la pandemia estaba en su punto más bajo desde la aparición del virus dos años antes.
Esta larga lista contrasta con las cifras de las presidencias de Felipe González y José María Aznar. El primero tuvo un reducido grupo de embajadores no diplomáticos en sus 14 años en el poder, caso de Joan Raventós en Francia, Julián Santamaría en Estados Unidos, Jorge de Esteban en Italia, Eduardo Foncillas en Alemania, Raúl Morodo en Portugal y Emilio Menéndez del Valle en Jordania e Italia. Por su parte, Aznar únicamente envió a Elena Pisonero de embajadora a la OCDE.
Las cifras de Zapatero
Con Zapatero se disparó el número de embajadores políticos en su primera legislatura: el citado Raúl Morodo fue enviado a Venezuela (su paso por Caracas ha terminado en condena en la Audiencia Nacional). Le siguieron Luis Planas en Marruecos, Fernando Ballesteros en la OCDE, Germán Bejarano en Malasia, Rafael Estrella en Argentina, Francisco Vázquez en la Santa Sede, la exministra María Jesús San Segundo en la Unesco y Miguel Ángel Cortizo en Paraguay.
En la segunda legislatura, los ‘agraciados’ fueron los exministros Joan Clos, destinado a Turquía, y Cristina Narbona, enviada a la OCDE. Luis Planas pasó de Rabat a Bruselas para dirigir la Representación Permanente de la UE, mientras que el jefe de Gabinete de Miguel Ángel Moratinos, Javier Sancho, consiguió la plaza de embajador ante la OEA.