Vox lleva al Congreso a abuelas que se sienten víctimas de la ley de violencia de género
Santiago Abascal organiza un acto en la Cámara Baja con mujeres que no pueden ver a sus nietos por denuncias falsas

El líder de Vox, Santiago Abascal, y la portavoz de Vox en el Congreso, Pepa Millán.
Vox lleva este martes al Congreso de los Diputados a mujeres críticas con el feminismo para denunciar las consecuencias negativas de la Ley Integral contra la Violencia de Género (LIVG). En la semana en la que se celebra el 8-M, la formación que preside Santiago Abascal quiere contraprogramar al feminismo institucional con el testimonio de «abuelas a las que no se les permite ver a sus nietos por denuncias falsas», que hablarán sobre cómo las leyes de género «han destruido su familia y la presunción de inocencia».
De la mano de la Asociación Nacional de Ayuda a Víctimas de Violencia Doméstica (Anavid), la Cámara Baja escuchará este martes el testimonio de Carmen Albero, Pilar Hidalgo, Inmaculada López y Cristina Belmonte, «cuatro abuelas que han visto afectada la relación con sus nietos e hijos por las leyes de ideología de género». El acto, que se celebra a las 12 horas en la sala Ernest Lluch, contará también con la participación de las diputadas Rocío de Meer y Rocío de Aguirre, así como del vicepresidente de Anavid, Jesús Muñoz, víctima de denuncias falsas.
La asociación que defiende a las víctimas de violencia doméstica lleva meses aglutinando abuelas -«las Capitanas América», en palabras de su vicepresidente- «silenciadas por el feminismo», y ya son alrededor de 60. El objetivo es romper esquemas y sacudir conciencias. «Están viviendo el drama de ser madres de hijos denunciados falsamente por violencia de género, algunos se han suicidado, y ellas no pueden ver a sus nietos. Si el feminismo dice defender a las mujeres, ¿por qué nadie las escucha?», se plantea Muñoz en conversación con THE OBJECTIVE.
Este «ejército de abuelas» proviene de distintas ciudades y coordenadas ideológicas. «Hay independentistas, de izquierdas y de derechas… Todas se han dado cuenta de que el feminismo las ha engañado», explica Muñoz. El caso más sangrante de todos ellos, según explica, es el de Belmonte, cuyo hijo se suicidó tras vivir un drama judicial por un proceso de divorcio: sufría cáncer y decidió dejar de tomar la mediación tras tres años sin poder ver a su descendiente.
ANAVID
En los últimos años, el colectivo ANAVID ha ido ganando presencia mediática por impulsar manifestaciones frente al Ministerio de Igualdad, concentraciones ante el Congreso de los Diputados o charlas en la Cámara Baja de la mano de Vox, como aquella en la que compareció Rafael Marcos, la expareja de María Sevilla, condenada por sustracción de menores e indultada luego por el Gobierno de Pedro Sánchez. Se dedican al asesoramiento de víctimas de violencia doméstica, así como a la pedagogía en favor de «leyes igualitarias no sexistas».
Su discurso, contrario al feminismo hegemónico, defiende que todas las víctimas deben importar independientemente de su sexo biológico. Está en contra del concepto «violencia de género» y «violencia vicaria», a partir de los cuales el Gobierno sólo contabiliza los asesinatos de hombre a mujer y de padre a progenitor, dejando por el camino muchas víctimas. Su página web se ha convertido en el único portal con estadísticas sobre la violencia doméstica: mientras Igualdad sólo contó 56 asesinatos en 2024, Anavid calculó 136 gracias a los medios de comunicación.
Vox y el 8-M
Las concomitancias con el discurso de Vox son evidentes, y por eso la formación que preside Santiago Abascal suele recurrir a esta entidad sin ánimo de lucro como argumento de autoridad. En este caso, les sirve para contraprogramar el 8-M en el Congreso de los Diputados y defender, como lo ha hecho siempre el partido, que «la violencia no tiene género». Este discurso cada vez gana más predicamento. El Partido Popular se resiste a defenderlo.
Hace dos semanas Vox se quedó solo votando en contra del nuevo Pacto de Estado contra la Violencia de Género. El partido registró un voto particular en el que exponía tres argumentos para desmarcarse: el despilfarro económico que de él se deriva, la desigualdad ante la ley que genera y la ineficacia que, con datos, habría demostrado el acuerdo en la defensa de las mujeres.