El pacto migratorio rompe en dos Sumar y solo los catalanes piden votar 'sí': «Es un problema»
Más Madrid e IU se decantan por el ‘no’ y algunos sectores abogan por un intercambio con Junts con la jornada laboral

Yolanda Díaz con la diputada catalana Aina Vidal. | Europa Press
El pacto sellado por el PSOE con Junts por Catalunya sobre la transferencia de las competencias de inmigración y extranjería (o parte de ellas) está generando una enorme tensión en la coalición de Sumar. El grupo de partidos que formalmente dirige Yolanda Díaz está estudiando qué posición tener si el PSOE decide llevar el asunto al Congreso. Podemos está en contra, y esto condiciona la postura de algunos socios de Sumar, concretamente Izquierda Unida y Más Madrid que de momento son reacios a adoptar la medida. Los catalanes de los Comunes, en cambio, presionan por el sí. Y en algunos sectores de Sumar se baraja plantear un «intercambio» a Junts con la reducción de la jornada laboral. «Yolanda tiene un problema importante», admiten desde las filas de Sumar.
El diputado de Compromís Alberto Ibáñez, adscrito en el grupo de Sumar, rompió el pasado jueves la baraja. Dijo que su intención es alinearse con Podemos y votar no a la reforma del PSOE, que plantea traspasar a la Generalitat las competencias nacionales en extranjería. El acuerdo se anunció el pasado martes, y desde entonces el partido de Carles Puigdemont dejó claro que uno de sus objetivos era condicionar los permisos de residencia al conocimiento del idioma catalán. Este requisito genera fricciones en el ala izquierdista del Ejecutivo, e incluso en el propio PSOE.
En Sumar, los partidos que conforman la coalición dicen estar debatiendo para aclarar su posición. Izquierda Unida es de momento el partido que está más en contra de la iniciativa, y entre sus cuadros se baraja la idea de anunciar un voto contrario al plan del Gobierno. Otra formación crítica es Más Madrid. Los de Mónica García y Rita Maestre también podrían decantarse por un no. El grueso de estos partidos están transmitiendo a sus cuadros la idea de que «no lo van a votar», sostienen fuentes de ambas formaciones, que reconocen que Yolanda Díaz «tiene un problema».
Presiones de los Comunes
El sector más proclive de Sumar al plan del Gobierno es el de los Comunes catalanes. La formación de la que procede el ministro Ernest Urtasun quiere apoyar la reforma. Los Comunes tachan a Junts per Catalunya de partido extremista de derechas, pero ven con buenos ojos todo lo que significa una cesión de competencias a la Generalitat. Los Comunes cuentan con ocho diputados en el grupo de Sumar y representan uno de los puntales de la coalición de Díaz. De hecho, otros grupos se han quejado en el pasado a Díaz por verla «entregada a los catalanes». Así que se abre la opción de dejar libertad de voto a sus representantes, aunque esta opción de momento no se ha hecho oficial.
Díaz, por su parte, guarda silencio. La vicepresidenta debe ahora lidiar con una división interna que amenaza con romper en dos su grupo. La negativa rotunda de Podemos, anunciada por la secretaria general Ione Belarra y reiterada por los portavoces del partido, incluyendo al referente Pablo Iglesias, deja poco margen a Sumar. Los de Díaz van a rebufo de Podemos en todas las cuestiones parlamentarias, y esa dinámica empieza a pesar a nivel demoscópico, porque los morados creen estar afianzando un sorpasso.
Además, Junts ya ha lanzado un aviso a navegantes. El pasado jueves, poco después de las declaraciones del diputado de Compromís, la formación nacionalista anunció su intención -de momento- de rechazar la gran reforma de Díaz sobre la reducción de la jornada laboral a las 37,5 horas semanales. Para Díaz se trata de una cuestión troncal, puesto que entiende que necesita una medalla política para intentar relanzar su liderazgo. Así que algunos en su segmento político sugieren negociar algo parecido a un «intercambio» con los nacionalistas catalanes: es decir, su sí a la jornada laboral por otro sí a las cesiones de inmigración.
Intercambio de favores
Junts luego debería encargarse de resolver el escollo de Podemos, pero delegará esa responsabilidad en el Gobierno, so pena de acabar en un colapso de facto de la legislatura. Y eso es exactamente lo que en secreto anhela Podemos, tal y como ha ido publicando THE OBJECTIVE en varias exclusivas. El problema, sin embargo, es táctico. Podemos no quiere que se vea que son ellos quienes aprietan el gatillo. Su plan pasa por dejar formalmente a Junts el papel del que acabe sentenciando a Sánchez, aunque en la sombra –como si se tratara del guion de la película El hombre que mató a Liberty Valance– ellos sean los verdaderos justicieros.
Sobre el posible intercambio encubierto de favores con Junts, fuentes de Sumar sostienen que el problema se halla en los empresarios catalanes. Los sectores empresariales de Cataluña influyen en la posición que finalmente adopte Junts, y en este momento están enrocados en rechazar la reforma de la jornada laboral, aunque estas fuentes consultadas no se cierran a la posibilidad de un intercambio encubierto entre ambos, con inmigración a cambio de jornada laboral. Según estas mismas fuentes, la propia Díaz podría ver con buenos ojos esta iniciativa.