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CCOO vaticinó en 2014 el «descalabro supino» de Podemos por su oferta «represiva»

El sindicato enumeró los «tabúes» de los morados que les hacían «no hablar de clases en plural sino de casta en singular»

CCOO vaticinó en 2014 el «descalabro supino» de Podemos por su oferta «represiva»

Unai Sordo y Pablo Iglesias tras una reunión en 2017. | CCOO

Comisiones Obreras (CCOO) redactó un informe sobre Podemos tras las elecciones europeas de 2014, al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, en el que hizo una análisis crítico de la «solución autoritaria y represiva» que representaba la nueva formación liderada por Pablo Iglesias. Lo sorprendente es que vaticinó «un descalabro supino» de los morados en cuanto tuvieran que hacerse cargo «de las consecuencias de un juego institucional cuyas reglas no están en condiciones de cambiar ni tampoco de seguir».

El informe consta de 11 páginas y se titula Los tabúes de Podemos. No lleva membrete ni firma, pero aparece entre los casi 700.000 documentos que un grupo de hackers ha volcado en la denominada deep web después de una masiva filtración de documentos que incluyen datos personales y financieros muy sensibles del sindicato que dirige Unai Sordo, pero también otros que muestran en qué se gasta el dinero y algunos documentos internos de análisis. El borrador del documento data de finales de julio de 2014 y lo redactó Juan Blanco, responsable del área de Internacional dentro de CCOO Industria, según aparece en los metadatos del documento en Word (ver abajo).

«Hemos tardado demasiado en escribir sobre Podemos, pero nuestro silencio tiene por lo menos dos razones: por un lado, la necesidad de estar seguros de poder escribir sin ser excesivamente arrastrados por las filias y fobias personales; y, por otro, cierta voluntad de no interferir, puesto que, a pesar de los pesares, entreveíamos que algo de bueno podía tener todo aquello», se advierte al comienzo del informe.

Podemos cosechó en junio de ese 2014 «millón y pico de votos» (fueron 1.253.837 papeletas) que le dieron cinco escaños en la Eurocámara, los mismos que Izquierda Unida, ya que ambas formaciones de izquierda compitieron por separado. La irrupción de los morados desafiaba el statu quo del que se consideraba el partido hermano de CCOO. En aquel momento, esa condición la tenía la citada IU y antes de ella, el Partido Comunista de España (PCE). «Incluso si la irrelevancia de Podemos no está definitivamente conjurada porque unas elecciones europeas son lo que son, resulta ineludible, para quienes no debemos lealtad a un aparato sino sólo a nuestras convicciones, intentar hacer un balance serio, crítico, de la situación en la que nos encontramos. Esta es, no lo ocultamos, una crítica de Podemos, pero una crítica que parte del respeto a sus votantes y del reconocimiento de la audacia (vamos a asumir aquí su lenguaje) de sus promotores», aclara el sindicato, que en aquel momento estaba dirigido por Ignacio Fernández Toxo.

CCOO veía «algo más que audacia» en el éxito inicial de la formación de Iglesias. «Podemos ha cosechado un primer éxito gracias a la astucia, la habilidad técnica y el trabajo eficaz de politólogos profesionales que han cocinado exitosamente esta primera fase y de profesores que han aderezado la mezcla con su puntito ególatra y teatral que comparten, es cierto, con muchos docentes vocacionales», se indica en referencia al propio Iglesias pero también a dirigentes como Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa o Íñigo Errejón que venían del mundo universitario. En todo caso, el sindicato aplaude «un despliegue de leninismo que venía haciendo falta» en la política española, si bien se trataba «de un leninismo pobre en su sustento y limitado en su extensión». De ahí que se quisiera abordar «una cuestión simple pero crucial»: los tabúes de Podemos.

La primera invectiva se lanza contra Monedero, quien venía de publicar un libro titulado El gobierno de las palabras. Una lectura de la que el dirigente de CCOO señala que «queda poco más que su amenidad, su espíritu didáctico, y la sensación de que el bueno del profesor no tenía ni la más remota idea de lo que quería decir acerca del lenguaje como eje de la política».

«Es por estos motivos que resulta tan interesante, tan crucial, prestar atención a los tabúes de Podemos, ya que éstos son prueba de que Podemos pretende ignorar el tabú respetándolo, y pretende tomar posesión del vocabulario sin acabar con su flacidez. Podemos tiene muchos tabúes, pero nosotros vamos a centrarnos, en lo que sigue, en los cuatro que consideramos fundamentales», apuntó Blanco. El primero de ellos era el partido.

«Podemos no es un partido, es un método. Podemos no es un partido, es una multitud (primera muleta teórica implícita: Antonio Negri) de círculos ciudadanos. En rigor, Podemos ahora mismo es una nebulosa tras la cual se puede entrever cierta forma definida», como así ha sucedido con el paso de los años. «Para analizar esa nebulosa debemos asumir que estamos tomando en consideración la información que ellos proporcionan sobre sí mismos, pero lamentablemente puede haber más que aquello que Podemos deja ver: en 1982 Felipe González también se recorrió España en autobús y también daba la impresión de ir con lo puesto. Hecha esa advertencia, lo cierto es que dar un voto de confianza a los promotores de Podemos en lo que se refiere a la transparencia no es suficiente para echar por tierra el análisis que aquí presentamos», se puntualiza en el texto.

CCOO consideraba a Podemos como el punto de reunión de sus promotores, «bien organizados y con tareas bien distribuidas», apoyados en una red de contactos «de tamaño medio» en la que «todos o casi todos se conocen en persona», a la hora de hacer el trabajo cotidiano del día a día como formación. Además, los morados eran «un aparato y una base militante modestos» que provenían de Izquierda Anticapitalista y que, a su juicio, habían sido «fagocitados con a saber qué consecuencias negativas» pues las positivas se resumían en «el salto de la irrelevancia a la notoriedad», algo que en Francia aún no se había conseguido.

Podemos también era sus círculos, «más o menos numerosos y más o menos homogéneos, más o menos solapados según el caso al remanente de las asambleas generadas por el 15-M» de aquel 2014 en función del municipio y «hasta del barrio», mientras que los 1,2 millones de votantes habían sido «robados con más razón al PSOE (y hasta al PP) que a IU». Un hecho que era motivo de celebración para CCOO ya que contribuía, con sus «múltiples límites», a inclinar la balanza institucional hacia un lado desconocido para el bipartidismo imperante.

Los cofundadores de Podemos, Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero en las elecciones de 2014. | EFE

Ahora bien, el sindicato cargó a renglón seguido contra las primarias «cocinadas» que había organizado Podemos para elegir a Iglesias como cabeza de cartel en aquellas europeas. «No queremos decir que hubiera tongo, sino que no hacía falta. La elección de Pablo Iglesias como cabeza de lista era inevitable, y la inteligente abstención de Juan Carlos Monedero le dejaba de hecho sin el único rival de peso en lo escénico», se plasma con cierta ironía en el informe.

Tampoco era del gusto del sindicato «el papel reservado a los círculos» como catalizadores de ideas que se hacían llegar a la cúpula. «La idea de los círculos deriva de un excelente diagnóstico del límite de las asambleas: se genera mucha información, muchas ideas muy buenas, y no hay quien elabore todo ese flujo y, sobre todo, le dé un objetivo», constata Blanco. 

Pinche en la imagen para leer el documento de CCOO sobre Podemos de julio de 2014.

«Podemos se comporta como un partido sin decir que es un partido, y por tanto respeta el tabú en su lenguaje y lo reproduce en la práctica. Tal vez Podemos podría reconocer que es un partido y, a partir de ahí, disputar el significante partido para hacernos comprender por qué motivo, y con qué límites y variaciones, es necesario calcar los métodos de ‘la casta’. Es más, podrían tal vez decirnos por qué, con qué límites y hasta cuándo hemos de asumir que el grupo promotor ha de marcar el rumbo. Eso sería más honesto y audaz (no sabemos si más astuto) que el recurso perpetuo a las primarias cocinadas», sentencia el responsable de CCOO Industria.

El segundo tabú en Podemos era la palabra «izquierda». El análisis que hacía el equipo de Toxo fue el siguiente: «Podemos ha obviado el término izquierda y se lo ha regalado al PSOE precisamente para poder disputarle terreno al PSOE. Alguien considerará por eso mismo que la maniobra ha sido un éxito, y nosotros le responderemos que hasta ahora Podemos lo único que ha hecho, en rigor, es ganar cinco diputados en el Parlamento Europeo. Todo lo demás, todas las victorias cotidianas, son hasta ahora fruto del esfuerzo realizado por otros y que Podemos quiere fagocitar», en referencia a IU.

Tras ello, llega el tercer tabú, la «ideología». En opinión de CCOO, la formación morada no la tenía, sino únicamente sentido común. «Podemos no tiene ideología sino círculos y una reivindicación genérica de los derechos humanos. Podemos responde a los puños en alto con las palmas abiertas porque Podemos quiere ‘pueblo detrás’» en palabras de Monedero. «Pero no hace un sólo esfuerzo por definir qué es el pueblo o por organizarlo como sujeto político. Podemos no organiza un sujeto político sino círculos: grupos de discusión espontáneos que recogen ellos solos transcripciones abreviadas de sus discusiones y las ponen al servicio de científicos sociales técnicamente competentes», quedó reseñado en el informe de once páginas.

La intención de Iglesias y los suyos era buscar, más allá de los círculos, «votantes a los que no les importe la revolución, siempre y cuando se la hagan otros, que de momento no son realmente ni Podemos ni los círculos que piensan en voz alta, sino otros sujetos a los que Podemos interpela indirectamente». Otra vez la alusión a formaciones de izquierda más consolidadas.

«Podemos critica a IU y pretende hacer lo mismo que IU: subir como la espuma a cuenta del descontento. Podemos es más astuto y ágil. A IU, en las instancias donde importa, le sobra grasa y le falta materia gris», constata Blanco sobre los herederos del PCE. «IU tiene la ideología poco más que en el nombre; Podemos, en el nombre, tiene la traducción libre del eslogan de Obama, el lema de la campaña de promoción de la selección española en el último mundial y una respuesta inteligente, firme, al ‘sí se puede’ coreado en las pequeñas victorias cotidianas en las que Podemos, como tal, no participa, pero de las que Podemos quiere alimentarse a través de las personas implicadas en movimientos sociales que participan en los círculos. El pueblo, ya lo dicen, va detrás», se lamentaba el sindicato.

El cuarto y último tabú era el término «clase». Y ahí se vertieron las críticas más duras contra la formación novel: «Podemos es de izquierdas y no lo dice. Podemos no dice que es comunista porque probablemente no lo es. Podemos tampoco es anarquista y desde luego no dice serlo. Podemos es una iniciativa de politólogos que no comprenden de qué manera sus conocimientos son una herramienta de control social. O de politólogos que lo comprenden demasiado bien. Podemos es intelectual pero sin pasarse. Podemos, desde luego, no es marxista, pero ni siquiera marxiano. Podemos es un Antonio Negri atravesado. Podemos no comprende el punto de vista de la clase obrera», sentencia el autor del informe.

Iglesias junto a la cúpula de Podemos tras su llegada al Congreso en 2015. | Marta Fernández (EP)

El dirigente sindical se cebó con la formación de Iglesias por «no hablar de clases en plural sino de casta en singular». Además, lamenta que hable de capitalismo «puntualmente y en voz baja, como si estuviéramos en 2007 y la palabra correcta todavía fuera ‘sociedad post-industrial’». También sale malparado Podemos por considerar revolucionario reducir la jornada laboral de 40 a 35 horas semanales, «como si las 40 no fueran como mínimo 45 y las 35 no fueran a ser 40 o 45». Es más, «Podemos no entenderá que digamos que como poco habría que plantear las 20», señaló el dirigente de CCOO antes de constatar que el lenguaje económico de los morados «está lleno de significantes vacíos y conceptos con carga ideológica del enemigo» como I+D, nacionalización o productivo. «Podemos cuenta con al menos un economista competente», en referencia a Juan Torres o Vicenç Navarro, que fueron los que redactaron el primer programa económico de Podemos, «y eso tampoco nos inspira necesariamente demasiada confianza», deja claro al respecto.

No se quedaron ahí los dardos. «Podemos no ha visto un sindicato en su vida. Muchos afiliados a los sindicatos tampoco han visto en su vida un sindicato. (…) O tal vez no, puesto que en realidad Podemos no es un partido, no es de izquierdas, no tiene intención de representar al 15-M y no tiene ideología. La ideología que Podemos pretende no tener le hace criticar a Izquierda Unida y le regala el término ‘comunista’ al PCE. A eso Podemos también lo llama contrahegemonía», se hizo hincapié.

La «triste paradoja» de Podemos

En el apartado final de conclusiones, el sindicato subrayó que la formación morada se enfrentaba a «una triste paradoja» ya que «solo puede funcionar correctamente» si durante «un largo período de tiempo» sus promotores marcaban el rumbo como hasta ese momento. Ese análisis llevó a Juan Blanco a vaticinar que había «muchas posibilidades» de que Podemos sufriera «un descalabro supino en cuanto tenga que hacerse cargo de las consecuencias de un juego institucional cuyas reglas no están en condiciones de cambiar ni tampoco de seguir».

«El gran problema», en opinión del autor del informe, era que los líderes morados «no van a querer o poder ver cuál es el problema porque llevan toda su vida actuando de la misma manera frente a las instituciones, por interés o por negligencia», al no adquirir «jamás» una conciencia crítica acerca de las repercusiones políticas que tienen sus conocimientos técnicos «cuando los ponen en juego en su militancia». De ahí, que Podemos fuese visto, a juicio del responsable de CCOO, como «un fontanero frente a un sistema político en declive visto como una tubería rota» de la que, eso sí, podrían salir «efectos reaccionarios».

«La pervivencia interesada pero profundamente equivocada de estos tabúes revela que Podemos es, cuesta creerlo pero es cierto, una solución autoritaria, represiva, a las catástrofes políticas sufridas durante el último siglo. El reto, repetimos, tiene un enunciado simple pero una solución tan compleja que diríamos que es imposible: Podemos tiene que dejar de ser Podemos si realmente quiere contribuir a la transformación política radical de nuestro país», hizo hincapié Blanco. Entre tanto, CCOO tenía que mantener una «clara» posición: «Si no hemos trabajado gratis para otros partidos no vamos a trabajar gratis (ni cobrando) para ellos, que ya nos conocemos», concluye el informe.

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