Sánchez aumentará el gasto en defensa con cambios puntuales en el Presupuesto de 2023
Fuentes del Gobierno creen que el Ejecutivo planea esquivar las Cortes trasladando fondos entre partidas ya aprobadas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta, María Jesús Montero, en el pleno del Congreso este miércoles. | Flickr PSOE
El Gobierno tiene un plan sobre cómo aprobar el gasto en defensa, pero es un plan vacío de contenido. Moncloa sostiene que «no será necesario votar en el Parlamento» el incremento del gasto militar porque supone hacerlo por la puerta de atrás. La premisa es que no se votará nada que no suponga un envío de tropas y aún «no estamos en ese escenario». Según las fuentes gubernamentales consultadas por THE OBJECTIVE, el plan del presidente del Gobierno es elevar el gasto militar por la vía de las modificaciones presupuestarias. Es decir, intercambiar partidas de gasto en los diferentes capítulos de los últimos Presupuestos Generales del Estado aprobados. Esto es, los del año 2023.
Las citadas fuentes apuntan que «sólo sería necesario hacer trasferencias en las partidas de gasto de los diferentes capítulos» a excepción del capítulo 1, que hace referencia a los sueldos públicos. Se trata de una práctica habitual a la que puede aferrarse el Ejecutivo de Pedro Sánchez para sortear una votación específica sobre el incremento del gasto de Defensa al 2% del Producto Interior Bruto (PIB) antes del 2029. De esta forma, evitaría la ruptura de la unidad de voto con su socio de coalición, Sumar, y el desmoronamiento del bloque de la investidura, ante el rechazo flagrante de Podemos, ERC y BNG.
Una fórmula que en 2024 se utilizó en numerosas ocasiones para parchear las necesidades presupuestarias, pese a que los PGE estaban prorrogados, y que sólo requiere autorización del Consejo de Ministros. Concretamente, el pasado año se realizaron modificaciones presupuestarias por valor de 90.000 millones de euros y aumentos de las diferentes partidas de presupuestos por encima de los 50.000 millones, de cara a cubrir las diferentes necesidades de gasto del Ejecutivo. Este mecanismo evitaría además que el Gobierno tuviera que recurrir al fondo de contingencia para elevar el gasto en defensa en coordinación con los aliados europeos, así como la urgencia en aprobar unas nuevas cuentas públicas para canalizar el nuevo gasto militar.
A la espera de la cumbre de la OTAN
Sin embargo, el Gobierno quiere que permanezca oculto su plan armamentístico a la espera de que los 27 acuerden una posición común en Bruselas y de que la cumbre de la OTAN en La Haya en el mes de junio deje claro los objetivos de inversión y el calendario temporal para su ejecución. En palabras de Sánchez, antes hay que saber «con qué recursos europeos contamos» y qué herramientas financieras articula Bruselas porque el jefe del Ejecutivo insistió en que dará «la batalla» para que la Comisión Europea aprueben unos nuevos fondos similares a los Next Generation que se aplicaron tras la pandemia del Covid. «Y sólo entonces sabremos con claridad con qué recursos contamos y podremos definir con precisión cuál será nuestra senda estatal de inversión».
Por ello, el plan anunciado por Pedro Sánchez en su comparecencia en el Congreso, el Plan Nacional para el Desarrollo e Impulso de la Tecnología y la Industria de la Seguridad y Defensa, está vacío de contenido. Sánchez no concretó ni el presupuesto ni el contenido ni el calendario temporal. Sólo anticipó que se pondrá en marcha «antes del verano», que se «canalizará a través de programas de colaboración público-privada» para dar un «nuevo salto tecnológico e industrial» y «sin tocar un céntimo de euro de gasto social o de gasto medioambiental». En eso centró su prometida pedagogía: en convencer a sus socios de que el rearme militar implica sólo «actualizar el equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas», «modernizar los sistemas de protección de nuestro espacio aéreo y nuestras fronteras» y «desarrollar nuevas capacidades para bloquear los ataques cibernéticos y las campañas de desinformación de agentes extranjeros».
Llamamiento a los socios
A sus socios les pidió «superar el bloqueo de la melancolía y adaptarnos a la nueva situación» en la que «ya no podemos asumir que nos van a proteger nuestros cielos, infraestructuras o fronteras. Debemos hacerlo nosotros, de forma eficaz y coordinada. El momento es ahora. Hay que avanzar hacia la integración de una política de seguridad y defensa europea». Porque con EEUU ya no se puede contar: «Vamos a contribuir a todas las iniciativas de protección y disuasión que se están impulsando a nivel europeo. Especialmente aquellas relacionadas con el desarrollo de capacidades estratégicas que, hasta ahora, proveía el ejército estadounidense, en ámbitos como inteligencia, logística, mando y control y defensa aérea».
Fuentes de Moncloa aclaran que el Plan anunciado por el presidente de momento sólo tiene música, o literalmente, título. Pero la letra se desconoce, a la espera de la cumbre de la OTAN en junio. Será un programa con «varias fases» que «no tiene por qué pasar por el Congreso», ni tiene que concretarse antes de las directrices de la Alianza Atlántica. La impresión es que el contenido de plan de rearme se limita a una declaración de intenciones: «A este Gobierno le gusta anticiparse», aunque sólo sea de palabra -o de ‘boquilla’– con enunciados huecos. Como reconocen fuentes gubernamentales, lo previsible es que la letra pequeña del plan no se conozca hasta el mes de agosto, en pleno verano.