El 'Aldama colombiano' de Ábalos pactó un contrato de 2.200 millones con una petrolera
Varios documentos en poder de TO conectan al amigo de Ábalos y su hijo con el negocio del petróleo

El profesor universitario Ángel Peccis (i) y el entonces director de la oficina regional de Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Mariano Jabonero (c). | TO
El profesor universitario Ángel Peccis llegó a Colombia a principios de los años 2000 con el objetivo de llevar la universidad a los pueblos, a los campesinos, a los entornos desfavorecidos. «Es un hombre inteligente, un relaciones públicas con enorme don de gentes», que acabó dominando el ecosistema colombiano controlado por el narcotráfico. Así le definen a THE OBJECTIVE fuentes de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) conocedoras de su trayectoria en el país caribeño. Un «Aldama colombiano», con excelentes relaciones con los diferentes Gobiernos «independientemente de su ideología». Peccis abría «puertas giratorias», conseguía fondos de las administraciones públicas y entidades privadas, financiaba fundaciones y organismos que le abrían nuevas puertas y facilitaba negocios a sus amistades, entre las que se encontraba el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, el exministro José Luis Ábalos y su hijo, Víctor Manuel Ábalos, afincado profesionalmente en Colombia con las empresas ‘heredadas de su padre’. Pero, como todos, también cometía errores.
En abril de 2019, Peccis, entonces director de la oficina regional de Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en Colombia hizo saltar las alarmas cuando envió un correo electrónico al secretario general de la organización, Mariano Jabonero, y los responsables del departamento financiero con la propuesta de un fondo de inversión americano. En aquel momento ya estaba en marcha el proceso de auditoría interna abierto a la sucursal colombiana tras las múltiples irregularidades que se habían detectado en viajes al país caribeño y las posteriores pesquisas e inspecciones telemáticas. El motivo de la alarma en Madrid fue múltiple. En lugar de tratarse de un fondo de cooperación al uso, cuyos financiadores suelen y deben ser los organismos públicos (Ministerio de Cultura, Educación y Ciencia, mayoritariamente), el socio capitalista del proyecto era un grupo de petroleras americanas.
En la misiva electrónica, a la que ha tenido acceso este periódico, Peccis informaba a Jabonero que ya había mantenido «varias reuniones con ellos» y «quieren invertir por un lado en Colombia como empresas, pero a la vez socialmente». La segunda reticencia vino por la cifra que ponían encima de la mesa: cinco millones de dólares. El director de la OEI en Colombia transmitía tranquilidad: «Me dicen que tienen registro del fondo presupuestal del Banco Mundial», desde el cual moverían el dinero hasta el Banco de la República Colombiano, «y después nos lo girarán a nosotros». Y dejaba constancia de que «antes de firmar nada debemos asegurarnos de que todo es legal y que es un fondo permitido y de plata limpia».

2.200 millones, a nombre de Kirk Douglas
Como archivo adjunto, incorporaba un documento del Global Research Park (GRP) Treasury Management Inc, un proyecto concebido para la creación de un parque tecnológico, un Parque Global de Investigación, fundamentalmente centrado en la instalación de parques solares en Colombia, pero ligado a un proyecto inmobiliario de «Finca Raíz», que según las previsiones de la empresa radicada en Texas (EEUU) generaría «arroyos de ingresos» a través de «un modelo de negocio disruptivo». El precontrato contemplaba una cantidad inicial de cinco millones de dólares a modo de ensayo de la infraestructura financiera del ‘Convenio de cooperación internacional’ bajo el siguiente esquema: el 50% se destinaría al proyecto inmobiliario, que incluía un gran centro comercial, un centro empresarial de negocios, un hotel, un centro de convenciones y viviendas destinadas a arrendamiento; el 45% se dedicará a proyectos productivos y el 5% restante a proyectos humanitarios.

Tras ese primer documento, Ángel Peccis envió un segundo, con membrete de la Oficina Regional de la OEI en Colombia, en el que se incorporaban las pretensiones del fondo texano, con las consideración de su CEO, Kirk Douglas Paschal, y las aspiraciones de la OEI. La novedad radicaba en la segunda cifra, a la que se le sumaban tres ceros respecto a la primera: la sociedad GRP se comprometía a invertir 2.200 millones de dólares en Colombia en la construcción del parque tecnológico, la aplicación implementación de proyectos productivos sin especificar y proyectos humanitarios.

Cuatro meses después de esta primera comunicación sobre el proyecto, que no obtuvo respuesta oficial por escrito, Ángel Peccis envió el documento de respuesta a la auditoria interna realizada desde el departamento de Administración y finanzas de la OEI, tras las graves irregularidades detectadas en la sucursal colombiana. En este escrito adelantado por THE OBJECTIVE, Peccis reconoció de entrada que «el modelo de funcionamiento que actualmente se tiene en la oficina de Colombia es más un modelo empresarial que de cooperación internacional» y justificó su «insistencia en encontrar fondos internacionales que nos den más cooperación e independencia».

OEI: «Los fondos fueron rechazados»
En el informe también incluyó el proyecto del fondo de Texas como una de las vías para obtener financiación, «para apoyar al Secretario General y no depender de los vaivenes políticos de la región». También se dio a entender que la firma de este convenio internacional contaba con la autorización del secretario general del organismo, Mariano Jabonero, al asegurar que «ya se ha revisado el orden de los fondos por parte de nuestra entidad bancaria» y con un «informe previamente enviado a la dirección general de Administración y Contabilidad» y «actualmente se esta gestionando la firma de este convenio».

En el mismo también se incluyó en este documento la existencia de un segundo fondo de energía CDH Investments Co LDT China por valor de 275 millones de dólares. Sin embargo, fuentes internas de la OEI aseguran que si bien el fondo de Texas no recibió la autorización definitiva desde Madrid, sí lo hizo el fondo chino, si bien no llegó a aplicarse por razones desconocidas. En el citado documento de 17 folios, Ángel Peccis admite haberse reunido en dos ocasiones con el presidente de la China General Electric, así como haber destinado fondos para la firma de ese convenio: entre ellos, dos viajes a China del director adjunto, Carlos Zuloaga, para la firma del convenio marco. «De la relación con China no nos cabe duda de la seriedad de este convenio y nos informan que en breve el Gobierno chino se manifestará por la importancia del mismo».
Este periódico se ha puesto en contacto con la actual dirección de la OEI que confirma que estos dos proyectos fueron objeto de estudio pero «ambos fueron rechazados tras el pertinente análisis, por estar fuera del ámbito de actuación de la OEI». A diferencia de los 600 proyectos anuales que el organismo intergubernamental ejecuta en Iberoamérica, los dos propuestos por Peccis no cumplieron con los «estándares y protocolos institucionales». La dirección de la OEI aclara que la «amplia mayoría de los proyectos se ejecutan con capital iberoamericano, aunque no es excluyente la participación de recursos fuera del espacio iberoamericano». No obstante, fuentes internas del organismo revelan que en octubre de ese año, se elaboró un documento interno sobre la naturaleza de la OEI conforme a los estatutos redactados en su fundación para frenar la autorización del fondo chino, del que «era partidario el propio Mariano Jabonero». Al menos, hasta el nombramiento de Peccis como embajador en Cuba en noviembre de 2020, «la secretaria general de la OEI no rechazó ninguno de los dos proyectos».

La conexión con «la trama milmillonaria»
No obstante, las anomalías detectadas en los informes de auditoría interna y externa que hizo una de las llamadas ‘Big 4’, KPMG, -que auditó al organismo en los últimos años desde 2012- sacaron a la luz numerosos contratos y convenios con organismos e instituciones completamente ajenos al ámbito de la cooperación internacional, como la Contraloría (Tribunal de Cuentas) o la Cámara de Comercio, donde Peccis compró acciones argumentando que «nos dan estatus y es donde están los negocios». En varios documentos que obran en poder de este diario se incluye un convenio suscrito con la Refinería de petróleo de Cartagena de Indias, que constituye el complejo industrial más grande del caribe colombiano y la segunda empresa más grande del país con una producción de 210.000 barriles diarios en 2023.
Una alianza que da sentido al intento de Peccis de firmar un contrato milmillonario con un grupo de petroleras texanas y que conecta con la actividad del primogénito de Ábalos en Colombia. Como desveló THE OBJECTIVE, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil investiga desde hace un año una «trama milmillonaria» de importación de petróleo desde Venezuela, que refinaba en República Dominicana para sortear el régimen de sanciones a la compra de crudo Merey al régimen de Nicolás Maduro. Hace unos meses, un empresario de Tenerife envió un telegrama a Víctor Manuel Ábalos a la residencia del exministro a la calle Humilladero de Madrid, donde tenía residenciaba la sede social de su empresa, External Programes Consulting, con la que el hijo de Ábalos presta servicios de consultoría internacional en Colombia.
«Asunto: Petróleo Venezolano para cliente de China. Me urge contactar hoy sin falta». Un mes después, España efectuó en mayo la mayor compra de petróleo venezolano de los últimos 20 años, un 380% más según los datos publicados por Cores (Corporación de Reservas estratégicas de Productos Petrolíferos). El acercamiento del «enlace colombiano de Ábalos» al negocio del petróleo permiten atar un cabo más en la conexión entre el ministro, su hijo y el expresidente Zapatero. Un círculo de amistad que actuó para encumbrar a Ángel Peccis a la Embajada de Cuba, puesto estratégico en todas las relaciones de América Latina.