Los trabajadores del Parador de Sigüenza denuncian que Ábalos se alojó sin registrarse
Varios empleados aseguran que el establecimiento recibió los días previos un ’email’ anunciando un cliente VIP
El exministro de Transportes y ex secretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos no figura en el registro oficial de clientes del Parador de Sigüenza, según ha podido verificar THE OBJECTIVE. Sin embargo, su ausencia en el listado de huéspedes del establecimiento público de turismo en el mes de mayo de 2021 no implica que no se hospedara en el parador, según la versión de varios empleados conocedores del modus operandi que se aplicó durante su estancia apenas unas semanas antes de su destitución por parte de Pedro Sánchez. Trabajadores de la empresa pública han relatado a este periódico que Ábalos se alojó sin dejar constancia en el registro.
Los testimonios recabados por TO revelan que hubo un correo electrónico que se envió al jefe de recepción antes de su llegada al Parador: «Me enteré de eso y el chico me ha dicho que sí, que hay un correo interno», en referencia al responsable de recepción que en aquel momento manejaba las comunicaciones internas del Parador. En esa misiva electrónica se avisaba de que iba a llegar «un cliente VIP que no se daba de alta». Según explica uno de los trabajadores conocedores de los desperfectos causados en la suite 210, en el email «sí ponía el nombre de Ábalos», si bien la reserva de las cuatro habitaciones en las que se alojaron el ministro, su asesor Koldo García, tres escoltas y otras tres mujeres -la 208, 209, 210 y 211- se hicieron a nombre de un tercero.
Precisamente, a última hora de este miércoles Ábalos ha publicado en la red social X un certificado firmado por el actual director del parador, Fernando Tizón, en el que se asegura que “no consta que se haya alojado en ningún momento en el establecimiento”. El exministro sigue tildando de “bulo” una noticia que cuenta con el testimonio de hasta seis empleados: dos limpiadoras, dos camareros, un técnico de mantenimiento y un recepcionista.
Los empleados del parador consultados por TO apuntan a que el hecho de que un VIP como Ábalos no quede registrado es una irregularidad bastante frecuente. «Claro que es ilegal, pero ya sabes esta gente cómo actúa», explica un empleado. «A lo mejor se registró ella. O a nombre de los escoltas», deduce uno de los testigos oculares de la presencia del ministro y su séquito. Otro extrabajador conocedor de los hechos acontecidos hace cuatro años asegura que el modus operandi era habitual para autoridades que viajaban a título personal: «¿Cómo va a ser tan tonto este personaje? ¿Cómo se va a registrar con su nombre? Se registran con otro nombre». Explica que este procedimiento es relativamente frecuente, en el caso de autoridades y personajes de relevancia, para evitar que quede constancia policial de su estancia, ya que «eso sabes que pasa luego a Policía con la información del que está registrado en el hotel», a través de la aplicación de hospedaje de la Secretaría de Estado de Seguridad.
«Sí, estuvo sí… es que hay cámaras»
«Ellos no se registraban con su nombre, pero el amigo que tenía es el que le hacía la reserva de la junior suite», relata a THE OBJECTIVE este exempleado que da fe de su presencia: «Sí estuvo, sí… Yo sé que ha estado. Es que hay cámaras». Como desveló anteriormente este periódico, los hechos tuvieron lugar en «la habitación 210». Una junior suite de lujo que incluye «la bañera de hidromasaje, que no es individual» y que ha acogido otro tipo de ‘celebraciones’. En el caso de Ábalos, señala que «el susodicho» fue «con más gente», entre ellas mujeres que identifica con prostitutas. «Pero allí nadie dice nada porque es gente importante… Eso es como un puticlub que lo pagamos todos», denuncia este trabajador.
Este último empleado, que antiguamente ocupó un puesto elevado en la jerarquía del Parador de Sigüenza, asegura que esa estancia del exministro de Transportes de Pedro Sánchez dejó «destrozos» que «se tapaban en Paradores». Los desperfectos quedaron plasmados en un parte de desperfectos que ha desaparecido. Una desaparición que atribuye al actual responsable de mantenimiento, Alejandro Medina, estrecho colaborador del director del Parador, Fernando Tizón. «Los partes son escritos, son a mano, son manuales. Ese lo tiene él. Lo estuve buscando y justo ese no lo encuentro».
«Teléfono de la habitación arrancado»
La persona encargada de redactar el parte de desperfectos y de reparar los daños en la habitación relata, en un audio al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, el estado en que se encontró la estancia aquella mañana de domingo a finales de mayo de 2021. Poco después de que este medio se desplazara al lugar de los hechos, dos exempleados que vivieron de primera mano uno de los episodios más delicados —los desperfectos ocasionados en el Parador— rememoran lo sucedido en un audio al que ha accedido THE OBJECTIVE. A pesar del tiempo transcurrido desde aquella estancia del exministro José Luis Ábalos en Sigüenza, ambos conservan un recuerdo nítido de aquella jornada de mayo de 2021, cuando el responsable de mantenimiento acudió alertado por una de las limpiadoras habituales tras encontrar la suite 210 en un estado inusual.
En el audio, el trabajador J.L.A. le pregunta a su compañera si recuerda lo ocurrido. Ella, con una mezcla de resignación y memoria selectiva, asiente. «En la 210, que subí contigo a arreglar lo del vaso roto, el mando de la tele… ¿Te acuerdas?», le dice. «Sí…», responde ella. Lo que hallaron al abrir la puerta fue una escena de desorden: una copa hecha añicos, el mando de la televisión roto, el teléfono arrancado de cuajo, una mesita volcada y botellas vacías esparcidas por la habitación. «¿Te acuerdas que te dije ‘ponte guantes’, que la mesa estaba llena de cocaína?», rememora él. Ella confirma. «La copa había derramado todo por la pared…», añade. Y ella enumera: «El teléfono, el mando, la mesita estampada…». «¡Sí, la mesita!», replica el trabajador. «Y las botellas por ahí tiradas», concluye ella.
Aunque ya habían lidiado antes con habitaciones destrozadas, nunca habían tenido que intervenir tras la estancia de un miembro del Gobierno en ejercicio. «Nos tocan todas», bromea él. «Y a mí siempre las peores», comenta ella con resignación. Ninguno muestra sorpresa. Relatan la escena con naturalidad, como una más de las muchas que han recogido en su trayectoria profesional. «¿Te acuerdas que vinieron con unas pilinguis?», lanza él entre risas, mientras ella asiente. «¡Y se volvió loco!», añade, aludiendo al exministro.