Albares envía a Caracas a un cónsul castigado por expedir visados de forma irregular
El diplomático Ramón Molina fue sancionado tras una inspección en Bagdad, aunque el caso «no se elevó a la Fiscalía»

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. | Foto: Diego Radamés (EP)
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha elegido de cónsul general en Caracas (Venezuela) al diplomático Ramón Molina, quien hace casi una década fue sancionado en el ministerio por «expedición irregular de visados» cuando ocupaba la segunda jefatura en la embajada española en Bagdad (Irak).
THE OBJECTIVE ha tenido acceso en exclusiva a un correo interno de Exteriores en julio de 2021 en el que el entonces director general del Servicio Exterior, Álvaro Kirkpatrick, informó al director general de Estrategia, Prospectiva y Coherencia de su mismo departamento, Federico Torres, de esta situación tras una consulta previa de este último.
Molina se había postulado para dirigir Casa Mediterráneo, una entidad pública con sede en Alicante que forma parte de la red de casas del ministerio, y Torres se interesó por este asunto que aparecía en su expediente. «Ramón Molina Lladó, candidato a dirigir la Casa Mediterráneo, fue sancionado (apercibimiento) mediante un expediente disciplinario en 2016 por ‘expedición irregular de visados siendo titular de la Segunda Jefatura de la Embajada en Bagdad’», señaló Kirpatrick en esa comunicación interna. La CNN estadounidense desveló en febrero de 2017 que en la capital iraquí se había desmantelado una red de venta de pasaportes, en la que estaban implicadas varias embajadas y que se habían llegado a pagar hasta 15.000 dólares por cada soborno.
La sanción a Molina surgió a raíz de una inspección de servicio que Exteriores envió al país árabe en 2015 y pudo tener consecuencias aún más graves, ya que el entonces encargado de negocios «fue sancionado, pero no se elevó a la Fiscalía» el caso descubierto en Bagdad. Aquel apercibimiento quedó incluido en la hoja de servicios de Molina. Una mancha administrativa en su historia laboral que es «inusual», según advierten fuentes diplomáticas consultadas por este diario, pues son pocos los funcionarios del ministerio a los que se castiga por una irregularidad de estas características.
Molina había llegado a Bagdad en agosto de 2012 y justo tres años después, en el verano de 2015, se le obligó a regresar a Madrid a un puesto burocrático como «jefe de servicio de México, Centroamérica y Caribe». En su expediente, al que ha tenido acceso este diario, aparece junto a ese destino de nivel 26 una «F» entre paréntesis, que significa que fue en un destino «forzoso» dentro de esa subdirección general. No permaneció mucho tiempo en los servicios centrales del ministerio, ya que el 2 de abril de 2016 pidió «una excedencia voluntaria por interés particular», en palabras de Kirkpatrick, para trabajar fuera de Exteriores.

Las citadas fuentes creen que Molina se marchó de Exteriores en ese 2016, al asumir que tendría muy difícil optar a un puesto de cónsul o embajador con ese apercibimiento tan llamativo en su expediente tras su paso por Irak. Durante cinco años estuvo trabajando en la empresa privada hasta que en julio de 2021 pidió el reingreso y se presentó a la vacante de director de Casa Mediterráneo.
La fecha que aparece en el email de Kirkpatrick al otro alto cargo del ministerio -el 15 de julio de 2021- es muy relevante, ya que Albares fue nombrado ministro solo tres días antes, lo que sugiere que el diplomático decidió su regreso a Exteriores en cuanto supo quién era el sucesor de Arancha González-Laya y que envió la solicitud para dirigir Casa Mediterráneo con el ministro recién incorporado a su despacho tras prometer su cargo en La Zarzuela ante el rey Felipe VI.
La información recabada por Torres sobre Molina pudo influir en que Albares no se decidiese por este último para el puesto diplomático en Alicante, pues el cargo de director de Casa Mediterráneo recayó un poco después en el socialista Juan Andrés Perelló, quien había estado desde 2018 como embajador ante la Unesco tras la llegada de Pedro Sánchez al poder. Sin embargo, el ministro concedió a Molina su primera embajada al poco tiempo, en abril de 2022. Concretamente, la de Gabón, donde ha pasado los tres últimos años sin que hayan salido noticias de irregularidades en el funcionamiento de la legación diplomática.
La sorpresa de su destino en Caracas
Más sorpresa generó en Exteriores el hecho de que Albares eligiese a Molina a principios de este 2025 como cónsul general en Caracas, la capital venezolana, una plaza con una importante carga de trabajo ante las miles de peticiones de nacionalidad que están llegando al consulado por la llamada ley de nietos en virtud de la legislación española sobre memoria democrática. El nuevo cónsul tiene previsto tomar posesión del cargo en verano.

Fue uno de los pocos nombramientos a dedo que el ministro se reservó en el concurso de puestos en el extranjero de este año, el llamado ‘bombo’ en el argot diplomático, y casi nadie entendió por qué Albares se había decantado por él después de tantos años alejado de Exteriores y un destino previo tan recóndito y fuera del foco como es el de Gabón. Las citadas fuentes apuntan ahora a una amistad entre ambos fraguada en el pasado. «Todo el mundo, diplomático o no, tiene derecho a seguir con su vida y su carrera después de un traspiés», asegura un compañero de Molina en defensa suya.
THE OBJECTIVE preguntó a la Oficina de Información Diplomática (OID) en qué consistió la sanción a Ramón Molina cuando dirigía la segunda jefatura en Irak, si Albares analizó su expediente antes de elegirle como cónsul general en Caracas y si el hecho de haber sido sancionado en Irak por un tema de visados no era motivo suficiente para descartarle en dicho puesto en Venezuela. Un portavoz del ministro replicó que «el apercibimiento, que se remonta hace casi diez años, en ningún caso inhabilita para ejercer una nueva responsabilidad».