Así ven los votantes a sus líderes
Desde PP y PSOE hasta Sumar, Podemos y Vox, esto es lo que valoran -y lo que prefieren ignorar- sus seguidores

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.
El fin de semana del 31 de mayo al 2 de junio, el diario El País publicó una encuesta de 40dB sobre una muestra de 2.000 entrevistas online hechas entre el 23 y el 26 de mayo. No trato de debatir ahora la interpretación de sus datos que hicieron el diario y Belén Barreiro, directora de la firma. Desde la web del periódico se podían descargar las tablas de resultados. Nos ceñiremos a ellas, en concreto, a la imagen de los dirigentes políticos y su reflejo en los distintos electorados.
El cuestionario incluyó la siguiente pregunta: “En tu opinión, ¿qué cualidades son imprescindibles en un/a líder político? Puedes elegir hasta un máximo de tres”, ofreciendo una gama de once cualidades. Lo sorprendente de los datos que surgen es que hacen recordar a John Le Carré, Calderero, sastre, soldado, espía. Como en la novela, queda para ustedes averiguar quién es cada máscara, pero las personalidades son otras.
La tabla original es la siguiente:

La redacción de la pregunta lleva a pensar que quienes redactaron el cuestionario pretendían obtener un “retrato robot” del candidato o dirigente ideal, aun considerando que habría algunas diferencias en el mayor o menor énfasis que pondrían los votantes de cada partido a cada “cualidad” testada. Sin embargo, el resultado ha sido más interesante. Basta observar con atención la tabla para detectar que algunas cualidades son más apreciadas que otras, dependiendo de los electorados.
Los datos globales enturbian esta idea. Por tanto, se aplicó una técnica estadística elemental que consiste en “alisar” los datos para obtener otra tabla en la que no haya tales sesgos (como si los votantes de todos los partidos señalaran las mismas cualidades) y, seguidamente, restar estos datos “no sesgados” de los datos reales (para los iniciados en estadística, es el primer paso del chi cuadrado, en cualquier libro de estadística se describe la operación, que no tiene trampa ni cartón).
La tabla entonces adquiere esta forma. Las sumas en vertical y horizontal dan 0 precisamente porque los sesgos en un sentido u otro (positivo o negativo) se neutralizan. Esta vez los partidos se ordenan de izquierda a derecha:

La tabla sugiere que los votantes de cada partido se han adaptado a los dirigentes disponibles, enfatizan las características del liderazgo que se asocia a ellos y, más significativo, obvian las que más se alejan de su imagen en la opinión pública. Como siempre, tan revelador es lo que se dice como lo que no se dice.
De forma no sorprendente, el perfil de los liderazgos que dibujan los votantes de Podemos y Sumar se parecen, pero con agudas diferencias. Ambos electorados dan poco valor a la experiencia, las buenas formas y la preparación. A cambio, resaltan que sean buenas personas (inspiren buenos sentimientos podría ser una definición más precisa en este caso) y empatía.
En el caso de Sumar, la demanda de empatía adquiere tal dimensión que anula todo lo demás. Empatía y buena persona parecen dibujar el perfil de Barbie o un personaje de Barrio Sésamo. Si se reflexiona sobre ello, se puede llegar a la conclusión de que en el declive de Sumar hay un error de base: los votantes de extrema izquierda no buscaban un (una) dirigente con tales características, más bien las opuestas: contestatario, con determinación, rupturista… (con Iglesias, los resultados de la pregunta hubieran sido distintos). Un perfil mucho más duro y acusado que esta idea tan suave. Dicho de otra manera, el error de posicionamiento de la dirigente de Sumar es el origen del declive.
Entre quienes piensan votar al PSOE las características positivas más demandadas en un dirigente son la inteligencia, los idiomas y las buenas formas. Pero el rasgo más acusado -negativamente, porque no está en sus respuestas- es la honradez (el valor mayor: -5,5), seguido por la ausencia de empatía (-4,5). Semejantes rasgos hacen pensar que aquí radica la impermeabilidad de los votantes del PSOE a los casos de corrupción que caen sobre el partido y a la falta de sensibilidad que suele transmitir Sánchez. Cabe pensar que los votantes del PSOE se han situado más allá de estas críticas, como si se hubieran blindado ante ellas. Es revelador de esto que sean también los más comprensivos con el hecho de romper las promesas de campaña electoral o el de mentir reiteradamente a la ciudadanía (véase el estudio que comentamos).
En el caso del PP vemos los elementos positivos del perfil de su presidente: experiencia (9,4, un rasgo muy dominante), preparación y honradez. En el pasivo, sus votantes transmiten que no identifican con el liderazgo la empatía (-7,2), la valentía (-4,2) o la inteligencia (-3,3). Sorprendente la disociación entre experiencia, preparación y honradez de la inteligencia. Esto sugiere que en la operación de restyling o rediseño del dirigente popular quedan pasos por abordar, más allá de la corrección de la miopía o la formalidad indumentaria. No deja de ser curioso cómo unos aspectos positivos pueden encontrar su reverso en otros que adquieren significado negativo por su contexto.
En el caso de Vox los aspectos positivos se ciñen a dos: valentía y determinación. Además, es el electorado que más valora, de largo, “decir lo que la gente de la calle piensa”. Sin segundas intenciones, parecen las cualidades que se asociarían a un torero.
Para los aficionados a la estadística, la tabla intermedia, “alisada” sin sesgos, es esta. Después se restan los valores de cada celdilla de la tabla original y resulta la que comentamos con números positivos y negativos. Si lo quieren comprobar, cuidado, porque el orden de las columnas está cambiado.
