¿Y si Sumar fuera el primero en romper con Pedro Sánchez?
Los socios del Gobierno se preparan para elecciones después del verano sin saber quién romperá la baraja

Pedro Sánchez con Yolanda Díaz en el Congreso | Europa Press
Un fantasma recorre el Gobierno: el fantasma de la corrupción, que entre los partidos que lidera Yolanda Díaz se manifiesta en forma de duda hamletiana: romper o no romper, y ¿hasta cuándo quedarse al lado del presidente socialista? El pasado martes, durante la rueda de prensa de portavoces en el Congreso, un diputado adscrito a Sumar, Gerardo Pisarello, dijo que su formación no excluía «ningún escenario». Eso incluiría salir de forma abrupta del Ejecutivo. ¿Es esta una opción real que contempla Yolanda Díaz? Según miembros de los partidos de Sumar esa amenaza es un farol, «folclore», dicen. Pero en privado, los socios de Sánchez muestran malestar y preocupación. De momento, sostienen que las explicaciones del presidente son «insuficientes». Y circula la idea de que el país podría verse abocado a nuevos comicios generales después del verano.
La historia personal de Yolanda Díaz revela que, de romper con Sánchez, esta no sería su primera separación abrupta de un gobierno de coalición con el PSOE. Ocurrió en 2008, cuando la entonces concejal de IU en Ferrol dinamitó el gobierno local liderado por el socialista Vicente Irisarri. Entonces fue el exalcalde el que decidió desprenderse de Yolanda Díaz, cansado de sus críticas internas. La dirigente había hecho de todo para que se le echara del Ejecutivo, señalando presuntos ilícitos en las obras públicas. Cuando dio su última rueda de prensa, una concejal socialista le reprochó estar mintiendo en sus ataques. «Esto es política. No es nada personal», le contestó la dirigente de Izquierda Unida, a quien Pablo Iglesias apodaba «la Syriza gallega» (el episodio lo describe el libro Yolanda Díaz: la seducción del poder).
Han pasado 15 años de aquel plantón al PSOE, y ahora se propone una disyuntiva semejante. ¿Hasta qué punto es aconsejable aguantar dentro de un Ejecutivo manchado por la corrupción, con investigaciones policiales que afectan al corazón del partido y sospechas de amaños en contratos millonarios adjudicados por el Gobierno? El pasado lunes, Díaz estuvo en la Moncloa para reunirse con Pedro Sánchez. Salió del encuentro con rostro serio y compungido. Se limitó a afirmar que las explicaciones que estaba dando el presidente eran «insuficientes». Pero, ¿es suficiente la respuesta que está dando Díaz y los suyos a la corrupción del PSOE?
Pros y contras
De cara a las próximas semanas, Sumar deberá decidir qué hacer. Hay dos opciones. Por un lado, aguantar todo lo que sea para intentar estirar la legislatura y evitar elecciones anticipadas. Por otro, asumir que el desgaste del Ejecutivo no tiene solución y que la única forma de salvar los muebles es romper con Sánchez y el PSOE, denunciando la corrupción y apelando a la «izquierda limpia» para afianzar un nuevo ciclo electoral.
En los cálculos de Sumar se puede deducir que la ruptura con Sánchez tendría algunos incentivos. La vicepresidenta recuperaría fuelle mediático, estaría en las portadas de todos los periódicos y telediarios, y nadie podría reprocharle haberse pegado al sillón. Díaz podría abanderar términos como regeneración y limpieza, y sin duda desarticular el argumentario de Podemos, que la acusa de ser una «colaboradora necesaria» de Sánchez. Romper con el PSOE permitiría, además, interpelar al votante socialista desencantado, con la esperanza de que se tome en serio la opción de Sumar. Y hasta consolidar su liderazgo menguante entre los partidos que la apoyan.
Sin embargo, una ruptura con Sánchez también conllevaría «costes», repiten fuentes consultadas en Sumar. El primero sería que Díaz se convertiría ante la opinión pública en la «culpable» del fin de la legislatura y, por lo tanto, de que vuelva «el gobierno de la Gürtel». Tampoco queda claro que, aun renunciando a los ministerios de Sumar, Sánchez se decante por convocar un adelanto electoral. Las fuentes consultadas sostienen que en la Moncloa el presidente retó a Díaz, diciéndole que «en sus manos» está romper con el Gobierno, pero la avisó de que pagaría los platos rotos.
Dudas internas
El miércoles, como gesto de protesta, Díaz decidió no acudir a la sesión parlamentaria, la primera después de la publicación del informe de la UCO sobre Santos Cerdán. Pero desde Podemos ridiculizan esa posición. «Es como una salida del gobierno, pero homeopática», ironizó Pablo Echenique.
Otro elemento que esgrimen aquellos que niegan que Díaz tenga sobre la mesa romper con Sánchez -al menos «no de momento»- es que para la coalición de Sumar ese terremoto sería demasiado peligroso. «Díaz no tiene partido», avisan desde Sumar para recordar que la vicepresidenta carece de una estructura orgánica, que, en cambio, «Sánchez sí tiene». De llegar un ciclo electoral, los socios de Sumar podrían abrir el debate de la sucesión, aunque también es cierto que estas mismas fuentes reconocen que la política gallega seguiría gozando de cierta ventaja para volver a encabezar la candidatura.
El problema principal, por lo tanto, sigue siendo el de ser tachados de traidores del gobierno progresista. Podemos ya está trabajando en modificar esta narrativa, esgrimiendo que los culpables de la irrupción de la derecha son PSOE y Sumar, que están poniendo una «alfombra roja» al PP y a Vox con sus políticas contrarias a los valores de la izquierda. Sumar, incluso ante este argumento, se queda en silencio o titubea. Así lo hizo la vicepresidenta en una entrevista en el Canal 24 horas el pasado martes, en la que no se mojó sobre un adelanto electoral, aunque se descubra una financiación irregular del PSOE. Fue otra entrevista decepcionante, según sus seguidores.
Torres y Montero
Mientras tanto, los socios de Díaz empiezan a pedir contundencia. Después de Gerardo Pisarello, también Ada Colau exige poner sobre la mesa una ruptura con el PSOE. Compromís, que no tiene ministros propios en el Ejecutivo, insta a Sánchez a convocar una cuestión de confianza, e Izquierda Unida espera la cumbre de la OTAN de final de este mes para lanzar su ofensiva. Sánchez, sin embargo, ha dejado claro que no convocará elecciones, y reta a la oposición a pedir una moción de censura. Pero el PP tampoco está por labor -y en Sumar creen que sería un suicidio hacerlo-. Así que la pelota pasa inevitablemente al tejado de los socios del Gobierno, tanto Sumar como los nacionalistas.
Algunos en Sumar vaticinan que cuando una de esas fuerzas rompa la baraja y pida la dimisión de Sánchez, todos los demás irán detrás. Por eso todos ganan tiempo y se estudian mutuamente. Quieren ver hasta dónde llegan los escándalos de corrupción, si afectarán a algún ministro u otros referentes del Ejecutivo, o al propio Pedro Sánchez. Todas las miradas están puestas en el canario Ángel Víctor Torres y en María Jesús Montero, según ha podido saber este diario de fuentes de Sumar.
Solo los más atrevidos en el bando de Díaz sostienen que hasta que no se vea involucrado personalmente Pedro Sánchez, el Gobierno aguantará. Pero la sensación de que el tiempo se agota es palpable. El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, lo dijo el miércoles en el Congreso: «No sé cuánto tiempo queda; hay que aprovechar el tiempo para avanzar», afirmó. Rufián fue uno de los protagonistas de la jornada política del pasado miércoles, y en Sumar también estudian ese efecto mediático. Otros socios de Díaz proponen esperar a ver si salen más audios o datos comprometedores, y hacer entonces una nueva evaluación de los daños.
La consigna es esperar, tener paciencia, porque es la virtud de los fuertes. Pero solo hasta cierto punto, como siempre ha enseñado Pablo Iglesias a los suyos. A veces, quien mueve ficha primero se lleva el máximo beneficio de una transacción. La idea de que la legislatura no llegará hasta finales de 2027 es un secreto a voces entre varios socios de investidura de Sánchez, como ha podido averiguar este diario. Y muchos coinciden en describir a un presidente «tocado» y «preocupado». Iglesias, mientras tanto, se frota las manos y vuelve a entonar su «tic, tac».