The Objective
Política

Cerdán firmó la escritura de Servinabar en la campaña de las peores elecciones de Sánchez

La fecha del 1 de junio de 2016 para el traspaso de acciones es un indicio de que no veía claro su horizonte político

Cerdán firmó la escritura de Servinabar en la campaña de las peores elecciones de Sánchez

Sánchez, junto a Ábalos y Cerdán, en un acto de las primarias del PSOE en 2017. | Foto: EFE

La escritura privada que firmaron Santos Cerdán y su empresario amigo Joseba Antxon Alonso por la que el primero se quedó con el 45% de las acciones de Servinabar se firmó el 1 de junio de 2016, según la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil tras localizar este documento durante el registro al empresario vasco. Una fecha relevante, pues se produjo en vísperas de la campaña electoral de las elecciones generales del 26 de junio de aquel año en las que el PSOE de Pedro Sánchez obtuvo los peores resultados del socialismo durante el período democrático.

Aquellos comicios con Sánchez de cabeza de cartel dejaron al PSOE con 85 diputados y, unos meses después, provocaron el motín interno en la Ejecutiva Federal contra el entonces secretario general por la negativa de este último a permitir un nuevo Ejecutivo de Mariano Rajoy con la abstención de los diputados socialistas. En aquel momento, Cerdán era diputado autonómico en Navarra y secretario de Organización del PSN, por lo que no había dado aún el salto a la política nacional, pero ya se había mostrado como un firme defensor del equipo que estaba al frente de Ferraz.

La elección de aquel primer día de junio de 2016 para entrar en el accionariado de Servinabar puede ser un indicio de que Cerdán no veía claro su horizonte político con un Sánchez a la baja. Las encuestas en vísperas de la repetición ya apuntaban a una subida del PP de Rajoy, como así ocurrió finalmente.

La escritura privada de compraventa refleja que Alonso traspasó 1.350 participaciones de las 3.000 que componían la sociedad a Cerdán. Es decir, prácticamente la mitad del accionariado de la constructora, que desde entonces ha recibido cerca de 100 millones de euros en contratos con las administraciones navarra y vasca. Servinabar ha estado, por ejemplo, en la UTE con Acciona para las obras del túnel de Belate, con un presupuesto de 76 millones de euros y una adjudicación plagada de irregularidades.

La UCO señaló en su informe que Cerdán tenía «capacidad de decisión» sobre esta sociedad, que había recibido cuantiosos contratos del Gobierno navarro de María Chivite. De hecho, la propia presidenta foral se reunió hasta cuatro veces en su despacho y en privado con el constructor socio de Cerdán. El documento hallado en el domicilio de Alonso, al que se encontraron unos 16.000 euros en metálico, es una prueba significativa del beneficio económico que habría obtenido Cerdán vía adjudicaciones públicas. En la práctica, vendría a demostrar que sus ganancias no sólo llegaban a través de mordidas, sino que era partícipe directamente de los beneficios empresariales generados por esos contratos amañados.

El documento estaba guardado en un maletín marrón situado en el trastero del domicilio de Alonso en Elorrio (Vizcaya). En todo caso, tanto Servinabar como Cerdán niegan la transmisión de acciones pese a la existencia de dicho contrato privado. Hay que tener en cuenta que en una operación de compraventa accionarial por encima del 25% es necesario incluir la titularidad de las acciones y participaciones societarias en el acta de titularidad real. Si Alonso y Cerdán no lo declararon por escrito, como se deduce de sus afirmaciones, dicho documento no tendría validez, aunque ambos se expondrían a un delito de falsedad en documento público.

Además, el informe de la UCO señala que los indicios de una «organización criminal» para el cobro de comisiones a cambio de adjudicaciones se remontan a 2015. Una época en la que Koldo García y Santos Cerdán colaboraban en Navarra para adjudicar a la constructora Acciona obras públicas en la comunidad foral. Montaron un sistema de cobro de mordidas a través del bar Franky de Pamplona, que presentaba a la constructora facturas de miles de euros por comidas inexistentes que luego eran abonadas por la firma. Días más tarde, desde el local se avisaba a Koldo García que ya tenía disponible el «¡dinerito!», y él pasaba a recoger el dinero en efectivo.

Los inicios en el mundo de las mordidas de Santos Cerdán y Koldo García evocan situaciones que bien podrían salir reflejadas en una serie televisiva sobre los devenires de una incipiente organización criminal del estilo de Los SopranoEl informe de la UCO describe cómo Koldo comenzó a cobrar -presuntamente- esas comisiones por pequeñas adjudicaciones con un modus operandi de lo más rudimentario. En esa época, Cerdán ya era diputado en el Parlamento de Navarra y portavoz socialista en dicha región.

Según la Guardia Civil, era el jefe de zona de Acciona en Navarra y La Rioja, Fernando Merina Vera, el que abonaba esas comisiones. Lo hacía a través del bar Franky. La «operativa de la compensación», como la denomina la UCO, era simple: el bar giraba facturas a Acciona por importes de entre 1.500 y 2.750 euros por comidas que nunca se habían producido. La constructora las abonaba vía transferencia bancaria y saldaba así la deuda ficticia.

Koldo adjudicaciones irregulares
Koldo García y su mujer, Patricia Úriz, junto a Pedro Sánchez y Santos Cerdán.

La operativa en Navarra se alargó unos años, hasta prácticamente su salto a Madrid. En la agenda de Koldo aparecen anotaciones en esos años como «llamar a Fernando de Acciona tomar café tema dinero». Las mordidas se pagaban a plazos. En 2017, por ejemplo, se emitieron facturas a nombre de «UTE RECAJO» de 2.700 euros aproximadamente cada una.

Esta UTE estaba formada por Acciona e IC Construcción y Gestión de Obras. Sólo obtuvo un contrato, en 2015, por valor de 11,2 millones para la construcción de un enlace en la autopista A-68 a la altura de Recajo (La Rioja). Durante esos años, Koldo -que trabajaba ya conjuntamente con Cerdán-, solicitaba ingresos al delegado de Acciona. En 2017 le llegó a pedir que le emitiera una factura falsa de comidas porque estaba metido en «un pequeño lío».

Publicidad