Un dron furtivo de Defensa retrasó la llegada de Biden a la cumbre de la OTAN en Madrid
El grave incidente de seguridad se ha mantenido en secreto hasta ahora y lo provocó un aparato del INTA

Pedro Sánchez recibe a Joe Biden en Moncloa en junio de 2022. | Juan Medina (Reuters)
Hace tres años, España acaparó los focos del tablero internacional con la cumbre de la OTAN en Madrid. Pero la víspera del cónclave aliado del 29 y 30 de junio de 2022 hubo un serio incidente de seguridad que se ha mantenido en secreto hasta ahora y que provocó que el Air Force One de Joe Biden y los aviones de otros mandatarios de la OTAN estuvieran dando vueltas en el espacio aéreo español durante varias horas.
¿Cuál fue el motivo? La presencia de un dron furtivo que merodeaba junto a la torre de control de la base militar de Torrejón de Ardoz (Madrid). Lo más sorprendente es que se trataba de un aparato del propio Ministerio de Defensa. Concretamente, del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), cuyas instalaciones colindan con la citada base del Ejército del Aire.
Biden aterrizó a las 15.05 horas del 28 de junio en Madrid procedente de Alemania, donde había participado en la reunión de líderes del G-7. Sin embargo, el Air Force One que le llevaba junto a la delegación estadounidense estuvo esperando en los cielos españoles a que se resolviera la alerta del dron desconocido que volaba junto a la pista de aterrizaje de la base, según desvelan varios miembros del INTA a THE OBJECTIVE.
La iniciativa de hacer volar un dron del INTA del área de magnetismo espacial junto al aeropuerto militar partió del entonces subdirector de Coordinación y Planes y actual director general de este organismo de Defensa, el teniente general Julio Ayuso. El objetivo era comprobar el sistema de detección de vehículos no tripulados del Proyecto Magna, en el que se estaba trabajando en aquel momento para hacer levantamientos topográficos de campos magnéticos.
El problema es que el INTA no informó de ello al Ejército del Aire ni a los responsables de la base de Torrejón con carácter previo como exige la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Una petición que hubiese sido denegada de plano al coincidir con el inicio de la cumbre de la OTAN.
Ayuso ordenó a dos pilotos de drones que se colocasen en la valla adyacente con el aeropuerto y operasen el aparato en aquel día tan sensible y crítico en términos de seguridad. Además, al vehículo no tripulado se le colocó papel de aluminio en las antenas para imposibilitar de esta forma la comunicación del posicionamiento con la compañía que se lo había vendido al INTA.
Esta circunstancia hizo que la torre de control desconociese la procedencia del dron civil y que saltasen las alarmas en el perímetro de la base militar ante la intrusión. En un momento dado, hubo que desviar el tráfico aéreo que se dirigía a Madrid, subrayan las citadas fuentes.
Una patrulla de la Policía Militar se dirigió al perímetro de la valla en el que estaban operando los dos pilotos de drones del INTA y les conminó a que aterrizasen de inmediato el aparato, pese a que estos últimos se limitaban a cumplir órdenes de Ayuso. Este «escándalo y sainete», a juicio de un miembro del INTA, no tuvo consecuencias para el alto cargo, ya que se libró de una sanción tras este «grave» incidente. Un año después, fue ascendido por Margarita Robles a lo más alto de este organismo tecnológico de Defensa y en unas semanas dejará la dirección del mismo debido a su pase a la reserva.
La destitución de la primera general
El INTA ha tenido varias polémicas en los últimos años. La más llamativa fue la destitución de la primera general en la historia de las Fuerzas Armadas, Patricia Ortega, como secretaria general o número dos en enero de 2023 tras una serie de encontronazos por asuntos de índole económica con su inmediato superior, el citado Ayuso, que llevaron a la redacción de partes de queja cruzados entre ambos que llegaron a la mesa de la ministra y que supusieron la caída en desgracia de Ortega.
Esta última arrastró fama de «generar problemas» por donde pasó. Al poco de ascender a la cúpula militar y desembarcar en el INTA, provocó incomodidad en las Fuerzas Armadas con su propuesta de unificar en unos cuerpos comunes la escala de ingenieros politécnicos que hay en los tres ejércitos, un paso que obligaba a cambiar la ley de la Carrera Militar. «Sentó muy mal en la Armada», recuerda una de las fuentes consultadas por este periódico. «Y por más que se le avisó de que no siguiese por ese camino, ella insistió con sucesivos escritos» a sus superiores.
Robles percibió aquel pulso de la general como un desafío y se decantó por su cese hace dos años y medio. Su posterior puesto de asesora de la secretaria de Estado de Defensa se interpretó como un «castigo» que aún no ha sido levantado. Una situación que recordó en Defensa al caso del general de división de Intendencia Joaquín Pérez-Íñigo, cesado en mayo de 2021 como subdirector general de Servicios Económicos y Pagadurías tras casi siete años en el puesto.
Tras desafiar a la ministra con un recurso, tuvo que pasar un año y medio en Defensa de asesor sin atribuciones específicas hasta su pase a la reserva. El mismo camino de espinas por el que transita Ortega desde enero de 2023 y que se prolongará previsiblemente otro año más hasta su definitivo pase a la reserva en julio de 2026.