Sánchez enoja a los militares por decir que la cifra del 2,1% de gasto la eligió el Ejército
Hondo malestar entre los uniformados con el presidente del Gobierno por querer descargar en ellos la polémica

Pedro Sánchez (c) junto al primer ministro holandés, Dick Schoof, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. | Europa Press
La afirmación este miércoles del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al término de la cumbre de la OTAN de que la cifra del gasto en seguridad y defensa del 2,1% del PIB no partió de él, sino de las Fuerzas Armadas, encrespó los ánimos de un buen número de militares en activo y antiguos miembros de la cúpula del Ejército consultados por THE OBJECTIVE. «Es mentira, que diga los nombres y apellidos de esas personas que le han dicho eso y que se los cargue, porque le han engañado», apunta un jefe de Ejército ya retirado.
Sánchez insistió en La Haya en que España seguirá su propia senda soberana de inversión y que mantendrá un gasto «sostenido» total del 2,1% sobre el PIB, a pesar de que el documento final firmado por los mandatarios aliados recoge el compromiso de llegar al 5% en el año 2035. El domingo, cuando compareció en la Moncloa para explicar la carta que le había enviado el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, dejó claro que no se movería de ese umbral del 2,1% –«Ni más ni menos», enfatizó en su comparecencia- tras congratularse de haber arrancado más flexibilidad en dicho compromiso.
«Cuando se dice que yo he dicho que es el 2,1%, no soy yo. Son las Fuerzas Armadas, es el Ministerio de Defensa quien dice que esas capacidades, que han sido acordadas entre nosotros y el resto de aliados, se pueden responder con un 2,1% del PIB. Por tanto, no he sido yo», subrayó Sánchez en su descarga ante la atenta mirada de la ministra Margarita Robles y el jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), el almirante Teodoro López Calderón.
Esta cumbre pasará a la historia por ser la primera desde el ingreso de España en 1982 en la que nuestro país se ha quedado aislado y en completa minoría en un cónclave aliado. Una actitud que fue respondida por Donald Trump con la amenaza de una guerra arancelaria: «Es el único que se niega a pagar. Haremos que pague el doble», anunció el presidente de Estados Unidos.
Sánchez se defendió con el argumento de que, en esta cuestión, el que «no ha sido arbitrario» ha sido España. «Hemos sido absolutamente rigurosos porque queremos cumplir con la Alianza Atlántica. Somos un socio fiable, que estamos entre los cinco países OTAN que tienen desplegados más tropas en el frente oriental. El debate no es cuánto vamos a gastar, sino qué capacidades necesitamos aportar cada Estado miembro para hacer frente a los desafíos comunes que tiene esa alianza», incidió Sánchez, quien insistió en que su posición es de «pura lógica, puro sentido común».
No lo ven así las fuentes consultadas por este periódico, a quienes causó hondo malestar las explicaciones dadas por el jefe del Ejecutivo. «Es vergonzoso, estamos más cerca de que España salga de la OTAN», constata un enojado mando que ha participado en cumbres aliadas con varios presidentes del Gobierno de distinto signo político. «Es de una irresponsabilidad absoluta, intolerable, con la que damos una imagen penosa como aliado», apunta otro ex alto cargo de Defensa.
«La chulería nos va a costar un dineral y tendrá que explicar a los españoles el choque con Estados Unidos. Vamos camino de quedarnos como antes de los acuerdos de 1956», cuando el régimen de Franco logró romper el aislamiento internacional con los pactos de defensa que se firmaron con el Gobierno de Eisenhower. Precisamente, el «criterio de nacionalización» que ha esgrimido Sánchez en los últimos días, con el que se premiará a la industria española en el reparto de contratos militares, preocupa entre muchos generales ante su «dudosa legalidad», sobre todo en el ámbito de la UE.
En primer lugar, porque a la desconexión tecnológica con Israel de las últimas semanas se une ahora este choque de trenes con la Administración Trump que no augura nada bueno en los próximos años. Un mando del Ejército del Aire recuerda, en este sentido, que España es de los países europeos «más reticentes» a adquirir el caza F-35. A ello se suma que los aviones Predator o los cazas F-15 y F-18 requieren de piezas de mantenimiento que suministra Estados Unidos. «Resulta difícil de explicar esta decisión proteccionista y un tanto aislacionista o autárquica, por la que se trata de impulsar la industria nacional sobre todo en la volátil situación estratégica actual», incide un teniente general ya retirado.
Un umbral en tela de juicio
Esta difícil coyuntura puede hacer tambalear el Plan Industrial y Tecnológico de Seguridad y Defensa que presentó Sánchez hace varias semanas y que cifra en 10.471,42 millones de euros el aumento de la inversión en este 2025 para alcanzar el 2% del PIB. Un umbral que ya está en tela de juicio por varios informes del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), el principal think tank del Ministerio de Defensa. En concreto, el del general retirado Juan Carlos Domingo Guerra sobre la Anatomía del esfuerzo español en defensa. Y el de Jesús María Izquierdo, coronel auditor en activo y que lleva por título El gasto en defensa en España. El objetivo del 2 por 100 del PIB.
«Este plan tiene mucho de plan, menos de industrial, mucho menos de tecnológico, aún menos de seguridad y nada de defensa», sintetiza una fuente a modo de resumen. «Basta leerlo para darse cuenta de que la mayor inversión en defensa no se orienta a adquirir capacidades, puesto que ni siquiera se mencionan en él por mucho que el presidente del Gobierno se refiera a los ‘target’ de la OTAN, sino a asignar partidas de dinero a grandes compañías de la industria española o incluso europea», prosigue.
«El plan habla de actualizaciones de lo ya existente (de modernización), pero no busca incorporar nuevas capacidades. Es decir, no se recoge ni una sola inversión que sea factible de ser transformada en un programa de adquisición de materiales que cubran necesidades operativas y por ello, aumenten las capacidades de las Fuerzas Armadas españolas», se lamenta este teniente general en pleno debate sobre la conveniencia o no de crear un campeón nacional en el sector armamentístico de la mano de Indra y Escribano.
En su opinión, no es razonable echarse en brazos de la industria española para «tratar de ocultar» la falta de capacidad militar en el seno de las Fuerzas Armadas y que, de ello, salga «un equipo mediocre, cuya diferencia en características resulta abismal debido al retraso tecnológico nacional y europeo».
«Tratar de sostener esa decisión en campos tecnológicos como el de las comunicaciones, los drones o la ciberdefensa en los que España y Europa están muy atrasadas en comparación, por ejemplo, con los EEUU que llevan invirtiendo en ellos desde la Guerra Fría, parece difícil de explicar. Sobre todo, cuando es bien sabido que los objetivos de capacidad de los que habló el presidente del Gobierno se miden en términos reales, no en planes de I+D+I o en planes de diseño», concluye este militar de alta graduación.