The Objective
Política

El PSOE empieza a sospechar de Sánchez: «Su reacción prueba que lo sabía y quiere taparlo»

Dirigentes socialistas reclaman medidas «drásticas» y denuncian la inacción del presidente: «Está debilitado»

El PSOE empieza a sospechar de Sánchez: «Su reacción prueba que lo sabía y quiere taparlo»

Pedro Sánchez y Santos Cerdán en el pleno del Congreso. | Europa Press

Son pocos los que, como Emiliano García-Page, vienen advirtiendo de la deriva de un PSOE anegado por la corrupción. Los 11 años en los que Pedro Sánchez ha sido secretario general del partido (julio 2014-junio 2025) tienen ahora la sombra de una «organización criminal», como define la propia la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil a la trama de Cerdán y Ábalos, los últimos ex secretarios de Organización del partido. No es que el entramado penetrara en el partido, sino que el tuétano del entramado criminal era el núcleo duro del partido, como ratifica la calificación de Santos Cerdán como «el jefe de la trama».

La entrada en prisión del primer secretario de organización del PSOE, en activo hasta hace 15 días, empezó a abrir los ojos en un sector del PSOE que se movía en la indefinición, entre los críticos y los oficialistas. Según múltiples dirigentes socialistas consultados por THE OBJECTIVE, surge un lento despertar de un amplio sector del partido, al que inquietó este lunes la reacción del presidente del Gobierno: «Esto no afecta al Gobierno. El PSOE echó a sus responsables». 

Moncloa diseminó desde mediodía su argumentario oficial: «No hay nada nuevo». Como hicieron la semana pasada, restándole importancia a los registros en Ferraz, reducidos a meras visitas protocolarias, la consigna oficialista se afanó en minimizar la entrada en prisión de un secretario de Organización del PSOE ratificado hace seis meses en el 41º Congreso Federal de Sevilla porque se trata de «un asunto de una persona que no tiene nada que ver con el PSOE». Como desveló este periódico esos meses, las acusaciones de Víctor de Aldama «atornillaron en sus puestos a Cerdán y Montero», tras ser señalados por el cobro de comisiones o sobresueldos el propio Cerdán y el jefe de gabinete de Montero, Carlos Moreno. Pero en el caso de Cerdán, las dudas eran tantas que algunos hablaban ya de un «cierre en falso».  

Por ello, los mismos que se subieron a la ola del lawfare en Sevilla, cuando Cerdán inauguró el cónclave a gritos contra las cloacas judiciales y mediáticas, se llevan ahora las manos a la cabeza y empiezan a sospechar del presidente y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. «Su reacción ha sido la de quien lo sabía y busca taparlo», entonaron en privado dirigentes socialistas. «Es imposible que no supiera nada», se sumaban otros, abochornados por la respuesta oficial tras el ingreso de Cerdán en Soto Del Real. Hasta miembros del grupo parlamentario, diseñado a la medida del secretario general con diputados afines, se escucharon voces de indignación y recelo: «Con la que está cayendo y Pedro no ha hecho absolutamente nada. No ha tomado decisiones». 

«Sánchez lo sabía y lo quiere tapar»

Y en medio de la estupefacción, la voz siempre nítida del barón manchego Emiliano García-Page, que avisó de que «no pueden hacerse pasar por víctimas de Cerdán quienes han sido determinantes en su trayectoria». El mensaje no fue respaldado por ningún dirigente en público, pero generó una ola de adhesiones en privado. Algunos señalaron a los oportunistas mediáticos como José Cepeda o Zaida Cantera; el primero, aliado y amigo personal hasta su caída, y a quien debe su puesto de eurodiputado en las listas europeas; la segunda, perfil mediático que defendió a Ábalos cuando THE OBJECTIVE publicó los motivos de su caída en 2021 y a quien no se le ha escuchado una palabra crítica hasta que el laureado Cerdán se convirtió en apaleado. 

Sin embargo, el buen entendedor socialista percibió en las pocas palabras de Page al destinatario de su certero mensaje. El barón manchego se ha vuelto a erigir en avanzadilla de un sentir creciente en el PSOE: Pedro Sánchez promocionó a Cerdán, lo encumbró hasta la Secretaría de Organización y no podía ser ajeno a sus corruptelas y desmanes. El segundo custodio de la financiación del partido, después de Ábalos, quien le solicitó en 2021 poner a Ana María Fuentes como gerente «de su confianza» y quien hizo y deshizo, tanto en Ferraz como en los territorios como en los grupos parlamentarios de Congreso y Senado. Cerdán quitó y puso secretarios generales del PSOE, como Luis Tudanca, que se atrevió a denunciarle por «desestabilizar a los territorios para desanimar» a sus líderes regionales; interfirió en las candidaturas votadas en primarias en Aragón, Castilla y León y Castilla-La Mancha; y purgó a los críticos, especialmente a las mujeres, de la Ejecutiva federal, el Congreso y las listas. Y en todo ello, «Santos no movía un dedo sin que lo supiera Pedro Sánchez». 

Por ello, en un partido en que nada se mueve sin que intervenga el secretario general, nadie se cree la teoría del engaño a Pedro Sánchez. «Su reacción es tan fuerte… Es acojonante. Está intentando tapar, y eso alimenta las tesis de que estaba en el ajo», dicen los críticos. La ansiedad empieza a tomar cuerpo en el PSOE de cara al Comité Federal del próximo sábado. Sea cual sea el grado de tolerancia que se asume en función de la corriente que se ocupe en el partido, hay consenso en que Sánchez «tiene que hacer algo importante» porque no hay dudas de que «el absolutismo sanchista se acabó». 

La operación cosmética del PSC

La prometida «revolución» en la Ejecutiva federal tampoco parece suficiente tras el dramático golpe de la entrada en prisión de Cerdán. Y mucho menos para dejar en manos del PSC la organización: «¿Nos va a proponer a Salvador Illa como solución cuando fue parte del problema?», sostienen los críticos en referencia a la elección de Montse Mínguez como sustituta de Santos Cerdán en la Secretaría de Organización: «¡Pero si a Montse la colocó Santos! ¡Actuaba al dictado de Santos y cumplía órdenes de Santos!». Una operación cosmética, como lo fue dejar en manos de la gerente del PSOE y de Mínguez la organización interina hasta el Comité Federal, sobre la que existen muchas más alternativas. El PSOE no tiene dudas de que «Sánchez no va a dimitir» y que ya no está en condiciones de ejecutar un golpe de efecto que le sirva de balón de oxígeno y pasar página. «Hace tiempo que ha perdido la iniciativa. No sé si está bien y no se fía de nadie…». 

Pero la situación agónica que se vive internamente requiere de medidas drásticas: «Tiene que cambiarlo todo. Se tiene que quedar él solo y eliminar cualquier rastro». Y aun así, nadie confía en que sirva de algo. «Con la reacción de la negación y el cortafuegos desplegados hasta la fecha, «sólo demuestra debilidad» y descontrol de un partido en el que parece no haber nadie al mando. El famoso Pedro el Cruel, que laminó a Ábalos, Calvo e Iván Redondo, y que enmudeció al partido ante el tomar a hacer rodar cabezas, «ya no tiene fuerza». Quizá ya ni existe. La prueba de fuego será el próximo sábado en Ferraz. Los territorios acuden con la expectativa de un golpe en la mesa de puertas para afuera, porque a nivel interno «está muy debilitado». El PSOE cree que aún intentará resistir unos meses.

Y así interpretan la convocatoria de la militancia en torno a Ferraz el próximo 5 de julio. Es el mismo patrón que hace un año cuando, tras la imputación de Begoña Gómez, Pedro Sánchez se debatió entre resistir o abandonar el Gobierno. Poco tenía que ver con los motivos de «un hombre profundamente enamorado», sino con que el presidente ya sabía que, por primera vez, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado le investigaban a él y a su entorno familiar más cercano. Entonces, decidió quedarse, según dicen, por la mediación de su madre Magdalena y su mujer Begoña; un año después, su voluntad de resistencia permanece… todavía. 

Publicidad