Cerdán imitó el método 'pizzini' de la mafia siciliana: pidió comunicarse solo con papelitos
Bernardo Provenzano, el ‘capo dei capi’ de Cosa Nostra, usaba pequeños papeles para esquivar las interceptaciones

El ex secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán | Europa Press
Fue el capo dei capi durante más de diez años, fugado de la justicia italiana durante décadas y líder de la Cosa Nostra. Se llamaba Bernardo Provenzano, y los investigadores italianos tardaron años en capturarlo. En abril de 2006 descubrieron que vivía en una pequeña casa rural en el centro de Sicilia, al lado del pueblo de Corleone. ¿Cómo era posible que el líder de una organización que manejaba 40.000 millones de euros anuales viviera en condiciones semejantes, alejado de todo lujo y en la máxima austeridad? Y, sobre todo, ¿cómo podía controlar desde allí toda la mafia siciliana? La respuesta era sencilla. Tenía un sistema de comunicación original y seguro: unos papelitos que pasaban de mano en mano hasta llegar a su destinatario, para que los destruyera. Esos papelitos se llamaban pizzini y por ellos circulaban las órdenes más importantes del clan. A ese mismo método se entregó Santos Cerdán, tal y como demuestra la investigación policial.
En la trama que afecta, de momento, a dos ex altos cargos del PSOE, José Luís Ábalos y Santos Cerdán, ambos personas de la máxima confianza de Pedro Sánchez desde el año 2017, el segundo intentó establecer un sistema de comunicaciones parecido al de Provenzano. En el auto firmado por el juez Leopoldo Puente, que llevó el lunes a la cárcel provisional a Cerdán, se especifica que el político navarro pidió a Koldo García, su hombre de confianza, no hablar nunca por teléfono ni en privado de los asuntos sensibles. La orden era la siguiente: «De estos temas no se habla, se escriben en un papel y se rompen».
Consciente o no, Cerdán estaba empleando el método de los pizzini de Cosa Nostra. Sin embargo, a diferencia de Provenzano, el presunto cabecilla de una trama de corrupción que abarca mordidas en contratos públicos y que puede extenderse hasta la financiación ilegal del PSOE (con posible amaño incluso de las primaras de Sánchez), no tuvo la suerte de tener a su lado hombres que cumplieran la orden. Koldo García, además de hablar más de lo debido por sus móviles, a menudo grababa sus conversaciones personales. Cerdán ignoraba la existencia de esas grabaciones, pero sí sabía que Koldo hablaba demasiado, y se lo «reprochaba» personalmente, tal y como afirma el auto del juez.
Papelitos
La palabra pizzini significa en dialecto siciliano «pequeño trozo de papel». Pero ahora se conoce como el método de la mafia siciliana durante la época de Provenzano para mantener conversaciones seguras en un mundo dominado por la telefonía móvil. Y en el que las fuerzas de seguridad actúan interceptando esos dispositivos para capturar a los delincuentes. A través de los pizzini se gestionaba la actividad de toda la Cosa Nostra: sus actividad lícitas e ilícitas, los contratos públicos y las influencias políticas, hasta la sucesión de Provenzano, con el nombramiento de Matteo Messina Denaro como delfín.

Provenzano, conocido como Binnu u tratturi (Bernardo el tractor), u ragioniere (el contable) o u porcu (el cerdo), empleaba además un código de conversación para intentar impedir a los policías entender el contenido de los mensajes. El líder de la mafia siciliana usaba en sus papelitos una versión del «cifrado César», es decir, un código que supuestamente usaba el emperador César para comunicarse con sus legiones. Consta de una codificación bastante simple, con el desplazamiento de cada letra del alfabeto tres lugares hacia delante. Gracias a sus pizzini, Provenzano pudo esquivar las interceptaciones telefónicas, convirtiéndose en algo parecido a un fantasma.
Gracias a este particular sistema de comunicación, los agentes estuvieron años desconociendo el timbre de voz del capo dei capi, todo el tiempo que la omertá siciliana le protegió durante años. Hasta que un cambio del sistema judicial hizo tambalear toda la organización. Ese cambio tuvo que ver con los llamados maxiprocessi, es decir, macrojuicios en los que los jueces detuvieron a centenares de sospechosos de colaborar con la mafia, impusieron la cárcel dura (el llamado «41 bis») y a veces pagaron con su propia vida para descabezar a una de las principales organizaciones criminales de todo el mundo. Los arrepentidos mafiosos fueron otro elemento clave para entender el funcionamiento de la organización y desarticularla. Y gracias a ellos se supo del método de los pizzini.
Los arrepentidos
En el caso de la macroinvestigación por corrupción que está afectando a España, con derivadas que van desde el amaño de contratos públicos hasta la posible compra de petróleo venezolano, el juez Puente se mantiene de momento cauteloso respecto al instrumento de la cárcel preventiva y de la cárcel dura. La primera persona que empezó a tirar de la manta fue el empresario Víctor de Aldama, también conocido como el comisionista que conectaba el área política con la empresarial. Aldama se puede considerar como el primer arrepentido de la trama, y de hecho fue el primero que mencionó ante el juez el nombre de Santos Cerdán.
Aldama habló después de pasar días en la cárcel tras las primeras detenciones del entonces llamado caso Koldo. Ahora, el juez ha ordenado prisión incondicional para Cerdán, que el pasado lunes ingresó en Soto del Real. Aunque su condición no es comparable a la cárcel dura que impuso el Estado italiano a los implicados en los crímenes mafiosos.
Quedará por ver si desde allí el ex secretario de Organización del PSOE decide colaborar con la justicia. Lo único cierto, según se desprende del auto judicial, es que Cerdán intentó establecer con Koldo un método de comunicación seguro para sortear los móviles y hasta las conversaciones privadas. Todo tenía que quedar en unos papelitos, que tras ser entregados debían destruirse. Ninguna conversación debía mantenerse por móvil o hablada en el lugar que fuera. Es el método de los pizzini, que permitió a uno de los principales capo dei capi de la mafia siciliana huir de la justicia italiana durante más de 40 años. Y que Santos Cerdán quiso que Koldo García emulara para salvarse de las pesquisas policiales.