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Política

Junts y PNV flaquean y advierten de que la «prórroga» a Sánchez no durará dos años

Nogueras sólo necesitó una frase para que se revolviera: «Usted está en prórroga y la prórroga no dura toda la legislatura»

Junts y PNV flaquean y advierten de que la «prórroga» a Sánchez no durará dos años

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Fue la intervención inicial más corta que se recuerda desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa en junio de 2018. Cuarenta y dos minutos y diecisiete segundos. Una muestra de debilidad en quien acostumbra a utilizar el tiempo como una exhibición de poder, como una forma de exasperar a sus rivales parlamentarios aprovechando que el presidente del Gobierno es el único al que no afectan las limitaciones de tiempo en el uso de la palabra de los plenos. Por primera vez no hubo alardes de oratoria sino un tono compungido y cabizbajo que acompañó de una petición de perdón en sede parlamentaria, un reconocimiento de que barajó «tirar la toalla», pese a que lo negó en rueda de prensa en Ferraz hace tres semanas, y quince medidas cosméticas para luchar contra la corrupción. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, salvó este miércoles la sesión parlamentaria a la que habían fiado su continuidad en el Ejecutivo. Aparentemente. Más allá de los respaldos imperturbables de Sumar, ERC y EH Bildu, dos de sus socios dieron síntomas de flaquear en sus alianzas: PNV y Junts.

La portavoz neoconvergente, Míriam Nogueras, sólo necesitó una frase para que Pedro Sánchez se revolviera en su escaño: «Usted está aquí en prórroga y la prórroga no dura toda la legislatura». Una situación de interinidad en la que ahondó la nueva portavoz del PNV, Maribel Vaquero, la única que concretó la nueva hoja de ruta que tendría que asumir el jefe del Ejecutivo ante el «carrusel» de corrupción que le acecha: cuestión de confianza, dimitir y que asuma el mando otro miembro del PSOE, o convocar elecciones. La misma oferta que lanzó el barón manchego, Emiliano García Page, durante el Comité Federal del pasado sábado y que se fundamenta en un apriorismo: «No puede funcionar durante dos años hasta el final de la legislatura en una agonía diaria, en la que la falta de confianza dificulte los ya difíciles acuerdos».

El diagnóstico peneuvista no vino acompañado de paños calientes: «No ponga sobre nuestras espaldas la responsabilidad de atajar la crisis. Nuestra confianza va camino de la UCI». Una apelación que, por primera vez, abría la puerta a que el PNV tome un camino distinto al del Gobierno de coalición. Vaquero se permitió hablarle claro a un presidente que asimiló al de la fábula del Rey desnudo en El traje del Emperador: «Con el mayor de los respetos, presidente: usted no desfila completamente desnudo pero sí con una hoja de parra. Y eso nos afecta a todos».

Podemos: «El cortafuegos ya no es posible»

El PNV compartió con Podemos la posición más crítica con el Gobierno. El primero, sin palabras altisonantes y exigiendo concreciones; Podemos, dando un paso más en la escalada verbal que viene desplegando contra el Gobierno de coalición. Y ambos con un común denominador. Las dos portavoces parlamentarias reconocieron que esperaban más de una comparecencia parlamentaria en la que Sánchez se limitó a cubrir el expediente. La portavoz de Podemos en el CongresoIone Belarra, reprochó a Pedro Sánchez que «su intervención ha sido aún más decepcionante de lo que esperábamos» porque evidencia una «burda estrategia» para delimitar la responsabilidad en sólo tres dirigentes socialistas investigados. «Ya no es posible el cortafuegos porque el incendio ha arrasado con todoYa no es posible. Usted no ha venido con un compromiso sincero para luchar contra la corrupción. Usted ha venido a tapar un escándalo mediático con medidas cosméticas». 

Ante las caras de funeral del Gobierno, desde Sánchez a Montero pasando por Pilar Alegría y Feliz Bolaños, Belarra calificó de «bochornoso, de absoluta vergüenza ajena, escuchar a la vicepresidenta María Jesús Montero decir que Santos Cerdán es una persona que no tiene nada que ver con el PSOE. Es bochornoso escucharle a usted pedir perdón, decir que le engañaron y anunciar una auditoría interna en el Partido Socialista. Es una estrategia idéntica a la del PP». Y metió el dedo en la llaga, hurgó en la herida abierta de las feministas del PSOE: «Escuchando los audios he entendido mucho mejor eso que decía usted de que algunos de sus amigos de 40 y 50 años se sentían incómodos con los discursos y políticas de Irene MonteroNormal presidente, es que sus amigos eran unos puteros. Ha sido repugnante, lo digo de corazón». A modo de mal augurio, dijo remarcando cada palabra: «Presidente, las fotografías de las primarias en las que usted recorre España de la mano de Koldo, Ábalos y de Cerdán, le van a perseguir toda la vida. Le van a perseguir toda la vida».

Bildu y ERC, los salvavidas

En este último pleno parlamentario, ERC y EH Bildu se erigieron en los salvavidas gubernamentales. La portavoz proetarra, Mertxe Aizpurua, aseguró que «la crisis es grave, muy grave. Una crisis política, de legitimidad y de confianza, y no será fácil. La situación es sumamente delicada». Sin embargo, «lo importante» es que «esto no se lleve por delante los derechos sociales» porque «la gente no puede ser quien pague los errores de su partido». Es decir, por encima de la corrupción está el muro frente a ‘las derechas’. Una posición alineada con sus socios de ERC. El portavoz republicano pidió a Sánchez «salir a la ofensiva» porque «le están comiendo la moral desde un partido con la sede pagada en negro. Es lo que hay, las reglas no son iguales».

Tras sus últimas intervenciones parlamentarias, en las que Rufián ejerció de avanzadilla en la dureza contra el Gobierno, hoy suavizó la crítica: «A un gobierno no se le puede tumbar con lo que tenemos sobre la mesa. Pero si esto escala, si usted nos hace escoger entre los corruptos premium y los corruptos cutres, nosotros le vamos a exigir que la gente decida». Y tras el palo, la zanahoria en el turno de réplica: «Yo le recomiendo que deje de cuidar a la derecha catalana y pruebe otra cosa. Pruebe a pactar con la izquierda que tiene a su izquierda y vaya a la derecha catalana y diga ‘es lo que hay’, porque si no nos va a obligar a decir a la gente que decida lo que tienen que ser ustedes en este país».

Nogueras (Junts) y la «cuestión de confianza»

Sin embargo, pese a esas dos advertencias veladas de elecciones, a Gabriel Rufián no se le pasó por alto que el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, «ha hablado de todos los socios salvo de uno… Junts… por lo que sea». Entre risas y sorna, Rufián auguró que Feijóo «no derogará la Ley de amnistía cuando gobierne». En su papel de pitoniso, el republicano le echó la suerte a Feijóo al lanzar su predicción: «¿Van a gobernar? Sí ¿Va a ser el señor Feijóo? No lo sé. Pero no van a derogar la Ley de amnistía. Se van a beneficiar de esa ley igual que han criticado un montón de leyes en los últimos años y se han beneficiado después». En su última intervención durante el debate, Rufián le recordó a Sánchez que «el señor Felipe González dejó el gobierno porque Pujol le dejó de apoyar». Acto seguido, tomó la palabra en la tribuna su contrincante Míriam Nogueras, de Junts, con un dardo velado a su predecesor: «Nosotros no somos de esos catalanes que cuando el PSOE tiene problemas, les sale ese español que llevan dentro». 

La advertencia que lanzó a continuación no fue un juego de artificio: «Le recuerdo lo que dice el acuerdo de Bruselas que ustedes firmaron… Si usted no lo ha entendido, señor Sánchez, tienen un problema. Debe tener claro que quien le da la mayoría son esos siete votos de Junts. Ni Illa ni Collboni. Su réplica nos confirma que teníamos razón cuando fuimos a pedir la cuestión de confianza. Diría que ha perdido usted una buena oportunidad. Si no puede cumplir con Cataluña, si no entiende el pacto de Bruselas que firmaron ustedes, si no está en condiciones de hacerlo, dejémoslo estar. Nosotros hoy esperábamos otra cosa y creo que la mayoría de los españoles también». Apenas tres minutos y once segundos de réplica para dejar constancia de que, una vez más, se incumplen las condiciones. Y quizá esta vez a Junts se le agotó la paciencia para ir a una nueva «prórroga».

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