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Política

Robles revoluciona la Sanidad militar con dos polémicos ascensos a general de división

La nueva estrella para Areta y Abadía provoca que los coroneles médicos tendrán menos opciones de llegar al generalato

Robles revoluciona la Sanidad militar con dos polémicos ascensos a general de división

Margarita Robles (c) en una visita al hospital Gómez Ulla. De pie, el general Francisco Javier Areta. | Ministerio de Defensa

El Consejo de Ministros de este martes ha aprobado -a iniciativa de la ministra de Defensa, Margarita Robles– los ascensos a general de división médico del actual director del Hospital General de la Defensa Gómez UllaFrancisco Javier Areta, y del jefe conjunto de Sanidad del Estado Mayor Conjunto (Emacon), Alberto Hernández Abadía. Los nombramientos aparecerán este miércoles en el Boletín Oficial del Estado (BOE) y suponen una revolución en la Sanidad militar ya que la condición de general de división médico solo la ostentaba hasta ahora el militar al mando de la Inspección General de Sanidad de la Defensa (Igesan). Pero los grandes damnificados son los coroneles de esta rama de los Cuerpos Comunes ya que durante varios años tendrán menos opciones de ascenso al generalato.

En el caso del Gómez Ulla, con esta decisión la ministra pone fin a la situación atípica que creó el año pasado en el centro hospitalario cuando nombró a la nueva general de brigada Elvira Pelet como subdirectora del hospital. Areta también ostentaba el grado de general de brigada; de ahí que fue la primera vez en la historia del centro hospitalario en el que los dos principales mandos tenían la misma condición militar.

Areta tendrá ahora una estrella más que su subdirectora y volverá a imperar la jerarquía o supeditación militar como antes. Ambos mandos han formado un buen tándem en el Gómez Ulla y no se han conocido discrepancias entre ellos, pero en el hospital siempre causó sorpresa el ver a dos generales de brigada al frente del centro cuando no estaba contemplado en la propia estructura orgánica de la Sanidad militar.

En cuanto a Hernández Abadía, estaba destinado en el Emacon desde septiembre de 2022. Este general de brigada es un mando muy cercano al actual jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), el almirante Teodoro López Calderón, que ha defendido en los últimos meses ante Robles la conveniencia de elevar a general de división ese puesto dentro de su equipo de colaboradores.

Tanto Areta como Hernández Abadía estaban cerca de pasar a la reserva en los próximos meses con su condición de generales de brigada médicos, pero con estos ascensos podrán alargar varios años su carrera dentro de las Fuerzas Armadas -uno Areta y tres Abadía-. Este hecho crea un tapón en los ascensos al generalato de la Sanidad militar y provocará que varias promociones de coroneles médicos no puedan soñar con el fajín rojo en los próximos años al no tener una ventana para ello, como se dice en la jerga militar. De ahí el malestar dentro de este colectivo, que tendrá 88 miembros de aquí a 2029, la misma cifra que había en las plantillas del actual período cuatrienal.

La aprobación en marzo de las nuevas plantillas de generales, oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas para el período 2025-2029 ya generó entonces malestar entre los coroneles de la Sanidad militar, al sentirse perjudicados por la inclusión de los dos nuevos puestos de general de división -se pasa de uno a tres- mientras que los generales de brigada han bajado de ocho a seis, por lo que los primeros tendrán a partir de ahora menos opciones de ascenso al generalato.

El BOE del 12 de marzo publicó las plantillas para los próximos cuatro años y la principal novedad fue el cambio que se produjo en la cúpula de la Sanidad militar y que permite volver a la situación previa de 2012, cuando había tres generales de división en esta rama de los Cuerpos Comunes. En aquel momento, el general Juan Montero, que estaba de Igesanpromovió la reducción a un solo general de división para evitar que le hiciesen sombra.

El principal efecto colateral de este cambio es que el mando del actual Igesan, el general Juan Antonio Lara, queda comprometido al frente de la Sanidad Militar a partir de ahora. Al hasta ahora único general de división no se le consultó dicha reforma ni de él partió esta reorganización interna, subrayan fuentes militares consultadas por THE OBJECTIVE. Incluso, el Jemad intentó en los últimos meses que algunas de sus competencias pasasen a estar bajo su control en el Estado Mayor de la Defensa.

La elección de Lara como Igesan en abril del año pasado fue una sorpresa pues todas las miradas estaban en Areta para ocupar dicho puesto. Así que Areta asciende ahora a general de división como premio de consolación, siguiendo la doctrina de Robles de los últimos años de compensar a los agraviados cuando ha habido dos candidatos de peso para un único puesto. En todo caso, las mismas fuentes ven justificado su ascenso a tenor del tamaño del Gómez Ulla y las responsabilidades que tiene su director.

Las tensiones dentro de la Sanidad militar empezaron en abril de 2021. Robles se decantó por el general de división farmacéutico Juan José Sánchez Ramos, cuando aún no había remitido la polémica vacunación contra el coronavirus en enero de ese año y que había provocado la destitución del entonces Igesan, Antonio Ramón Conde Ortiz. Aquel suceso también provocó la dimisión del entonces jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad)Miguel Ángel Villarroya.

La elección de Sánchez Ramos fue muy polémica, ya que provenía del colectivo farmacéutico, que apenas cuenta con unos 70 miembros frente al millar de médicos y enfermeros militares que hay en esta rama de los Cuerpos Comunes. El ascenso del entonces subdirector general de Apoyo y Ordenación Farmacéutica para dirigir la Inspección General de la Sanidad Militar fue histórica, al no haber precedentes de un farmacéutico al mando de la misma. Aquella decisión de la ministra fue una urgencia, ya que sustituyó a Conde Ortiz sin que este último hubiese cumplido dos años de inspector general. El inesperado cese de Conde Ortiz se debió a las 370 dosis suministradas al EMAD al inicio de la vacunación y que salieron de este órgano encargado de coordinar la sanidad militar.

La orden interna del EMAD

En marzo de 2021, Vozpópuli desveló la orden interna que el EMAD elaboró el 12 de enero de aquel año para sus centros de mando y que unos días después, el 23 de enero, le costó el cargo al máximo responsable de las Fuerzas Armadas, el general Villarroya. El dato más llamativo de la orden bendecida por el Jemad fue su fecha de elaboración: el 12 de enero. Fue un día antes de que la Subsecretaría del Ministerio de Defensa enviase una circular a todos los gabinetes de la cúpula de las Fuerzas Armadas con el protocolo de vacunación que debían seguir los estamentos militares.

Ello supuso que el general Villarroya no tuviese oficialmente las instrucciones para la vacunación cuando elaboró la suya del EMAD, pues su escrito era anterior al que redactó Defensa. De ahí que Robles indicase en el Congreso que el exJemad actuó por iniciativa propia, al tiempo que admitió a los diputados que el máximo jefe de los Ejércitos se vacunó tras dictar una orden para la que no tenía competencias, un documento que elaboró sin que ella lo supiera y en la que establecía la vacunación de las citadas 370 personas, quedando el Jemad en primer lugar a la hora de poner el brazo para los pinchazos. Tampoco informó a la entonces subsecretaria de Defensa, Amparo Valcarce, que estaba a cargo de la estrategia de vacunación dentro de las Fuerzas Armadas.

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