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Política

García Montero blinda a una alto cargo del Cervantes con una plaza fija creada para ella

El director del organismo cultural coloca de por vida a una subordinada en un puesto creado ‘ex profeso’ para ella

García Montero blinda a una alto cargo del Cervantes con una plaza fija creada para ella

El presidente del Instituto Cervantes, Luis García Montero.

La polémica por la nueva plaza fija de subdirectora de Transformación y Comunicación Digital en el Instituto Cervantes ha sido resuelta por el director de este organismo cultural, Luis García Montero, quien el pasado 9 de julio firmó la resolución interna por la que adjudica el puesto creado a Tíscar Lara, su actual directora de Transformación y Comunicación Digital. Por lo tanto, esta alto cargo elegida por el propio García Montero consigue ahora un blindaje de por vida en dicha entidad adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores.

La previsión de este nuevo cargo interno en el Instituto Cervantes se aprobó en julio de 2024, pero fue el pasado 21 de abril -festivo de Semana Santa en muchas regiones- cuando se lanzó formalmente la convocatoria de la plaza en su página web. Para el nuevo puesto se exigía acreditar cinco años de experiencia mínima en puestos directivos relacionados con la informática, transformación digital o la comunicación digital.

La sorpresa fue «mayúscula» dentro del Cervantes cuando en la lista de admitidos solo aparecieron dos personas y una de ellas era la propia Tíscar Lara, según advirtieron a THE OBJECTIVE fuentes de esta institución cultural. En un principio, tres candidatas quedaron excluidas, al no acreditar la experiencia mínima, y otra persona entregó la documentación requerida fuera de plazo.

Tras el revuelo interno por las exclusivas de este periódico, el Cervantes admitió en junio a dos de las tres candidatas que había excluido inicialmente tras las reclamaciones, pero dejó a Lara al borde de conseguir la plaza antes de la entrevista final, ya que esta última prueba solo reparte 10 puntos y la directora de Transformación Digital arrasó en la fase de méritos, donde estaban en juego un máximo de 30 puntos, con una diferencia de 9,39 puntos con respecto a la segunda y ya única rival, pues la tercera y cuarta candidata quedaron a más distancia tras la valoración de méritos y ya no tenían opciones (ver abajo).

El «mero trámite» de la última prueba se solventó el 1 de julio con una entrevista individual de 20 minutos a cada una de las candidatas. Este examen consistía en «una entrevista personal» en la que se harían «varias preguntas que responderá la persona candidata» y que versarían «sobre los méritos alegados, debiendo defender oralmente la memoria presentada» para la prueba y en la que cada candidata tuvo que explicar por qué optaba a ese nuevo puesto según «el plan de actuación del Instituto Cervantes 2024-2026». Dicho plan consiste en un documento de 23 páginas en el que el organismo que dirige Luis García Montero enumera de forma sucinta sus objetivos culturales para esos dos años y en el que la propia Tíscar Lara pudo participar en su elaboración, a juicio de las citadas fuentes, ya que forma parte de la alta dirección desde diciembre de 2021, cuando apareció su nombramiento en el Boletín Oficial del Estado (BOE) como directora de Tecnologías y Contenidos Digitales. Posteriormente, el cargo mutó a directora de Transformación y Comunicación Digital sin que cambiasen sus competencias.

Solo tres de las cuatro candidatas se presentaron a la prueba oral. Curiosamente, la que iba a ser única rival de inicio tiró la toalla en la última prueba. Lara logró de nuevo la máxima nota –un 8 sobre 10– y García Montero adjudicó la nueva plaza a su subordinada una semana después. Ahora se abre la posibilidad de que alguna de las perjudicadas presente un recurso de reposición en el plazo de un mes, que termina el 10 de agosto. Y si fuese denegado por el director del Cervantes, habría dos meses más para presentar un recurso contencioso-administrativo ante la Audiencia Nacional.

THE OBJECTIVE ya desveló que el Instituto Cervantes suprimió en la convocatoria del concurso un punto clave de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, que impedía que compañeros de Tíscar Lara examinasen en la entrevista final a la directora de Transformación y Comunicación Digital y principal candidata a dicho puesto creado ex profeso por ella para blindarse hasta la jubilación.

El punto 2e) del artículo 28 de la actual ley fija como motivo de abstención en un tribunal examinador el «tener relación de servicio con persona natural o jurídica interesada directamente en el asunto, o haberle prestado en los dos últimos años servicios profesionales de cualquier tipo y en cualquier circunstancia o lugar». Sin embargo, ese enunciado (ver abajo en amarillo) desapareció en la página de la convocatoria del Cervantes para dicho puesto.

Ley con los motivos de abstención en un tribunal examinador público (i) y convocatoria del Cervantes en el que desaparece el punto en amarillo (d).

Lara fue examinada por cinco personas de la alta dirección que han trabajado codo con codo con ella en los últimos años, por lo que el resto de rivales que optan a la plaza se encontraron en franca desventaja. «El órgano de selección valorará los siguientes aspectos: la adecuación de la persona aspirante al puesto de trabajo, su trayectoria académica y profesional, su iniciativa y su capacidad de organización, la defensa de la memoria presentada, así como la voluntad para integrarse en un proyecto de difusión y consolidación de la lengua y cultura españolas», se señaló en las bases del concurso.

La citada alto cargo cumplía por completo con esa voluntad para integrarse… pues llevaba varios años en la cúpula del Cervantes. Ella misma aparecía entre los miembros de la comisión de selección al inicio de la convocatoria (ver abajo), pero tuvo que echarse a un lado con el proceso ya lanzado al optar a la plaza en juego. Así que su puesto lo ocupó el actual director de Relaciones Internacionales del Cervantes, el diplomático Luis Marina.

El propio Código Ético del Instituto Cervantes establece la importancia de actuar «con objetividad e imparcialidad», y de informar de cualquier conflicto de intereses. En este sentido, se subraya que el personal debe comunicar cualquier tipo de interferencia o intento de influencia impropio en procesos de decisión en los que se participe directa o indirectamente. Pero la institución que preside García Montero hizo oídos sordos a las quejas del comité de empresa.

En este sentido, la dirección del Cervantes envió hace unas semanas un escrito en el que reiteró la «legalidad del proceso de selección» y defendió que compañeros de la alto cargo la fueran a examinar en la única prueba de este proceso, que consistía en la citada entrevista oral: «El concepto de amistad íntima no corresponde con ser compañeros de trabajo o en el comité de dirección», justificó al respecto.

La beneficiada en este proceso selectivo bajará en pleno verano de escalafón dentro de su departamento, al quedarse como subdirectora, salvo que los recursos tumben su previsible nombramiento. Una situación con escasos precedentes en la Administración General del Estado. Ello supondrá pasar de cobrar los 73.693,07 euros brutos anuales que ingresa en la actualidad, el tercer sueldo más alto en este organismo, a los 66.613 euros que aparecían en la convocatoria de ahora. A cambio, esta alto cargo se garantiza un puesto en el Cervantes de por vida, ya que «la persona candidata seleccionada suscribirá un contrato laboral ordinario por tiempo indefinido». Además, en condiciones más ventajosas que la gran mayoría de los empleados, ya que su contratación quedará «fuera del ámbito de aplicación del convenio colectivo de la sede», según se indicó en la letra pequeña de la convocatoria de dicho puesto.

El Cervantes no cuenta con funcionarios, sino con personal laboral fijo, por lo que conseguir una plaza como la que quería Lara blinda a esta última ante un posible cambio de Gobierno o de director. Al dejar un puesto de confianza y discrecional, como es el de directora, los sucesores de García Montero tendrán muy difícil despedirla como subdirectora. Para ello, deberán cumplir una serie de pasos administrativos internos y justificar los motivos de su cese como si se tratase de una funcionaria. Y en último término, la dirección del Cervantes tendrá que recolocarla en otro departamento sin merma alguna en su salario, subrayan las citadas fuentes.

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