The Objective
Política

España y Marruecos reavivan tensiones por el Estrecho y los enclaves del norte de África

Una intentona frustrada sobre Perejil y la reactivación de un comité nacionalista marroquí tensan el clima diplomático

España y Marruecos reavivan tensiones por el Estrecho y los enclaves del norte de África

Islote del Perejil. | eForge / Google

Las relaciones entre España y Marruecos han entrado nuevamente en una fase de alta tensión política y militar, con el Estrecho de Gibraltar y los enclaves españoles del norte de África en el centro de una serie de movimientos que apuntan a un deterioro significativo en la estabilidad bilateral hasta ahora conocida. El conflicto, latente desde hace décadas, ha vuelto a manifestarse con fuerza en las últimas semanas a raíz de acciones diplomáticas, iniciativas simbólicas y despliegues militares que reflejan un aumento de la presión marroquí y una respuesta del Estado español.

En este nuevo escenario, varios factores han confluido para avivar las fricciones. En primer lugar, la última y reciente celebración del congreso del Partido Popular, que contó con la presencia del representante del Frente Polisario en España, fue percibida por Rabat como una provocación. En respuesta, Marruecos ha desarrollado una ofensiva por etapas que incluye el cierre temporal de las aduanas comerciales de Ceuta y Melilla, el envío de una carta oficial del ministro marroquí Nizar Baraka al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la reactivación del llamado Comité para la Liberación de Ceuta y Melilla, ahora renombrado como Comité de Coordinación para la Defensa de las Causas del Reino.

Esta última iniciativa ha captado una atención especial por su carácter simbólico y por los antecedentes de la organización. El comité, con una trayectoria polémica y fuertes vínculos con los servicios de inteligencia marroquíes, ha sido relanzado tras más de un decenio inactivo. Según han explicado a THE OBJECTIVE, su nuevo impulso se ha materializado con una convocatoria para celebrar un acto en el islote de Perejil, en el que sus líderes posaron frente al enclave con banderas marroquíes, aunque el desembarco fue suspendido por el mal tiempo o, según otras interpretaciones, por decisión de las propias autoridades de Rabat para evitar una confrontación directa con el gobierno español.

Un enclave marcado por la tensión

El gesto coincide con el aniversario de la ocupación del islote por fuerzas marroquíes en 2002, un episodio que terminó con una intervención militar española para restablecer la situación previa. A pesar de su pequeño tamaño y la ausencia de valor económico o poblacional, Perejil se ha convertido en un símbolo recurrente de las tensiones territoriales entre ambos países, y su instrumentalización revela las intenciones de Marruecos de mantener viva su reivindicación sobre las ciudades autónomas y otros enclaves costeros bajo soberanía española.

En respuesta a estos movimientos, el Estado Mayor español ha reforzado su presencia militar en la zona. La Armada ha desplegado el buque de acción marítima «Furor» en las inmediaciones del peñón de Vélez de la Gomera y la isla de Alborán, dentro del marco de las operaciones habituales de vigilancia marítima. Esta presencia tiene una doble finalidad: reforzar el control sobre rutas potenciales de tráfico ilegal y reafirmar la integridad territorial española en un entorno considerado históricamente sensible.

Calma tensa

Más allá de estos gestos militares y diplomáticos, la tensión asciende en un contexto de creciente polarización social y simbólica, aunque todavía poco mediática. Las autoridades marroquíes han recurrido al uso de plataformas civiles, como el renovado comité nacionalista, para canalizar la presión sobre España, evitando así comprometerse oficialmente pero manteniendo un alto nivel de implicación. Según lo recogido en medios locales, la reciente serie documental sobre la crisis de Perejil emitida en España también ha sido objeto de incomodidad para Rabat, que intentó censurarla, lo que sugiere un malestar cada vez más visible en el plano mediático.

El conflicto del Sáhara Occidental continúa siendo el eje estructural que condiciona la política exterior marroquí y su relación con España. Mientras el gobierno español mantiene oficialmente su respaldo al plan de autonomía propuesto por Rabat, las posturas dentro del espectro político nacional difieren. El Partido Popular, en particular, ha defendido una visión más alineada con las resoluciones de Naciones Unidas, lo que ha generado un visible malestar en el Ejecutivo marroquí. La reciente carta del ministro Nizar Baraka al líder del PP, difundida públicamente, ejemplifica una presión diplomática poco habitual dirigida directamente a una fuerza de la oposición española.

La visita a Mauritania

Este escenario se enmarca también en una reconfiguración de la estrategia diplomática española en el norte de África y el Sahel. La reciente visita del presidente Pedro Sánchez a Mauritania junto a varios de sus ministros, subraya el interés por consolidar una alianza estratégica con Nuakchot. Durante la cumbre bilateral, elevada al rango de Reunión de Alto Nivel, ambos gobiernos firmaron acuerdos clave en materia de seguridad, migración, ciberseguridad e infraestructuras. Mauritania se ha convertido en un socio prioritario en la gestión del flujo migratorio hacia Canarias, una cooperación tiene como fin reducir las llegadas irregulares.

A pesar de que la tensión entre ambos países aún no ha escalado hasta una crisis abierta, los signos de deterioro en la relación bilateral son evidentes. Marruecos continúa utilizando una combinación de gestos simbólicos, presión institucional y movilización de actores cercanos al poder para reforzar sus reclamaciones históricas, mientras que España mantiene una respuesta prudente pero decidida, reforzando su presencia en los enclaves del norte de África sin caer en la confrontación directa. La frontera sur sigue siendo, en definitiva, un punto de fricción permanente en el que las decisiones diplomáticas, las acciones militares y los equilibrios políticos internos tienen consecuencias directas sobre la estabilidad regional.

Publicidad