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Política

¿Lucha de egos o desconfianza? ERC y Podemos se pican por la coalición con Bildu

Los morados quieren ratificar el pacto antes de que finalice el año y después convocar una votación entre la militancia

¿Lucha de egos o desconfianza? ERC y Podemos se pican por la coalición con Bildu

Gabriel Rufián con Irene Montero en el Congreso. | Europa Press

¿Podemos o Gabriel Rufián? Esta es la primera pregunta sobre quién está llevando adelante de verdad la opción de crear una «coalición» entre fuerzas de la izquierda nacionalista, regionalista e independentista y el partido morado. Sectores de Podemos conocedores de esta operación, y que adelantaron el debate a este diario antes de que lo anunciara el portavoz de ERC, aseguran que el partido de Ione Belarra es el que está más interesado en la iniciativa, y que además tiene -o tenía- una hoja de ruta al respeto. Según estas fuentes, la formación morada aspiraba a sellar el acuerdo antes de que finalice el año («antes de 2026») y refrendarlo a través de una votación de la militancia. El objetivo era generar presión sobre Sumar. Pero las declaraciones de Rufián han enojado al partido de Belarra.

Este diario adelantó que Podemos estaba moviendo ficha con fuerzas nacionalistas, sobre todo BNG, Bildu y ERC, para afianzar una coalición capaz de juntar fuerzas de cara a un posible adelanto electoral. Estas fuentes hablaban ya de diálogos discretos. El encuentro en Vitoria entre Ione Belarra, Irene Montero y Arnaldo Otegi sirvió de pistoletazo de salida del proyecto, que en el espacio de Podemos y de la izquierda nacionalista está generando mucho revuelo. Existen opiniones favorables y críticas al respecto, aunque las fuentes consultadas aseguran que este cartel electoral obtendría un resultado mejor de que si estas formaciones acudieran de forma separada en los comicios.

Aun así, los movimientos debían ser discretos, y por ello las declaraciones de Gabriel Rufián pueden dinamitarlo todo. Podemos no quiere que se sepa cuál es su posición al respecto, aunque sus portavoces dejan entender que la formación está abierta a explorar todo tipo de acuerdos. Según las fuentes consultadas, los morados abogan por una coalición en la que cada formación acuda con su símbolo y que cada uno mantenga el control de la lista en su territorio. Esto significaría que ERC decida los candidatos en Cataluña; el BNG en Galicia y Bildu en el País Vasco. Otras formaciones como la Chunta Aragonesista y Més per Mallorca podrían sumarse a la iniciativa con el mismo esquema, mientras que Podemos llevaría el control de las listas en los demás territorios y, sobre todo, en Madrid, para afianzar la batalla final contra Más Madrid y lo que queda del núcleo de Yolanda Díaz.

Discreción escrupulosa

Este es el esquema que se maneja en el partido morado, o al menos se manejaba, hasta que Rufián lanzara la idea en el ágora pública. El portavoz parlamentario de ERC habló de la oportunidad de crear una lista «plurinacional» para los próximos comicios: «Si no nos ponemos de acuerdo, nos van a matar por separado políticamente», manifestó para defender la tesis de un encuentro entre todas esas formaciones. Rufián llegó a hablar de «compromiso histórico» (una mención tal vez involuntaria al planteamiento del comunista italiano Enrico Berlinguer, que en realidad postulaba el encuentro de las familias comunista y democristiana contra el neofascismo) y también de pragmatismo para llevar adelante el plan: «Menos pureza y más cabeza».

El pragmatismo de Rufián, sin embargo, puede que se haya convertido en un problema para un proyecto que debía llevarse adelante con escrupulosa discreción. Así, algunas fuentes en Podemos sostienen que Rufián actuó en solitario, y que su salida ha irritado a los miembros de la formación. Entre otras cosas, porque algunos lo entienden como un movimiento personal que acabó siendo desautorizado de inmediato por la central catalana de su partido, y que pudo reflejar la ambición del político de liderar un frente de ese tipo sin dejar a Irene Montero ese papel en el ámbito nacional, que es la conditio sine qua non del apoyo de Podemos.

Sea como fuere, no es la primera vez que Rufián hace gala de pragmatismo. Ya lo hizo después de reunirse con Pedro Sánchez, tras conocerse el informe sobre Santos Cerdán. Entonces dijo: «Aprovechemos el tiempo que nos quede, pase lo que pase, para avanzar y dejar la mejor situación posible a la gente porque no sé cuánto tiempo queda». Pero, ¿cuánto tiempo queda? Esta es la pregunta crucial, a la que representantes de los partidos socios de investidura consultados por este periódico coinciden en vaticinar un cierre de la legislatura más bien en el corto plazo.

Corto plazo

Para algunos, «quedan alrededor de seis meses». Y la cuestión no es tanto que Sánchez adelante los comicios, sino que se pueda ver obligado a dimitir por la avalancha de escándalos que están afectando a su partido y su Gobierno. La posibilidad de que los comicios tengan que adelantarse obliga a los socios a preparar todo tipo de escenarios, y entre otros se encuentra el de buscar nuevas fórmulas para intentar frenar la sangría de votos. Una de ellas es una coalición que proponga un «horizonte republicano y plurinacional», según los partidarios de este encaje.

La clave, añaden estas fuentes, es actuar con rapidez para poner contra las cuerdas a Yolanda Díaz y Sumar. Si Podemos logra su objetivo de afianzar esa conexión (sus terminales en las redes sociales ya hablan de «unidad o barbarie») antes de que finalice el año, para Sumar y Yolanda Díaz se generaría un enorme problema. Díaz ya ha dejado claro que su intención no es sumarse a un proyecto semejante. La vicepresidenta ha insistido en una plataforma al estilo Sumar, que acabe fagocitando las siglas políticas en la papeleta. Pero este era el diseño de su coalición hace dos años, y puede que hoy esté desactualizado. Quedará por ver si finalmente Rufián convence a sus compañeros de partido, porque lo más extraño de que él haya sido el único en hablar públicamente es que ERC es la formación de momento más reacia a ello. O quizás haya hablado primero justo por esa razón.

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