Zapatero intentó parar el 'caso Faisán' en pleno alto el fuego de ETA: «Marlaska nos superó»
El Gobierno pidió a Policía y Guardia Civil que no hubiese detenciones: «Esas órdenes no se pueden dar por escrito»

El entonces magistrado Fernando Grande-Marlaska sale del bar Faisán en 2006 tras las detenciones. | EFE
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero intentó parar la detención de trece miembros de la red de extorsión de ETA a finales de junio de 2006, cuando apenas habían pasado tres meses del inicio del alto el fuego permanente de la organización terrorista, según admitió el negociador del Ejecutivo, Jesús Eguiguren, en una reunión en Ginebra en la que le echó las culpas al entonces juez instructor de la Audiencia Nacional y actual ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por poner en peligro las negociaciones.
«No sé que deciros. Es algo que viene de hace dos años y es un asunto que viene del juez (Marlaska). Es un accidente importante y cuando lo escuché me irrité y entiendo que vosotros también lo estéis», les confesó Eguiguren a los interlocutores de ETA el 22 de junio de ese año, apenas dos días después de las detenciones. La operación policial se había previsto para un mes y medio antes, pero se frustró porque uno de los correos de ETA, Joseba Elosua, fue alertado por un policía de que le iban a detener si entregaba el dinero a su contacto en Francia. El chivatazo se produjo en el bar Faisán de Irún.
Marlaska es el único magistrado que aparece con nombre y apellidos en las actas redactadas por los etarras al margen de las que hicieron los mediadores del Centro para el Diálogo Humanitario Henri Dunant al término de cada cita en Ginebra u Oslo. Son los papeles que la Policía francesa incautó a Francisco Javier López Peña, alias Thierry, en mayo de 2008 tras su detención en Burdeos y a los que ha tenido acceso ahora THE OBJECTIVE en exclusiva. Los representantes de ETA pusieron nombres en clave en sus actas. A Zapatero lo apodaron Gorburu, una palabra inventada entre el español y el euskera que puede traducirse como jefe rojo o cabeza de Gobierno. La «E» aludía directamente a ETA, así que las abreviaturas de quienes tomaban la palabra en la reunión y cuya letra comienza por «E», eran los que representaban a la banda terrorista. Por su parte, las que comienzan por la letra «G» se refieren a los emisarios del Gobierno, cuya voz cantante la tuvo desde el principio el socialista vasco Jesús Eguiguren.
Esa reunión del 22 de junio de 2006 en Ginebra la convocó la parte etarra con toda urgencia, al considerar que las detenciones ordenadas por Marlaska 48 horas antes eran prueba más que suficiente de una «continuidad represiva en el intento de debilitar y marginar a la izquierda abertzale», cuya «guinda» había sido la caída de la red de extorsión de la banda terrorista. «Cualquier observador o mínimo conocedor de la situación concluiría que la actitud del Gobierno es saboteadora del incipiente proceso», hizo hincapié el jefe de la delegación negociadora de ETA, Josu Ternera.
Eguiguren replicó que los jueces se habían convertido «en un instrumento del PP » y que hacían «cosas que en otra situación no harían». Además, incidió en que la Fiscalía, con Cándido Conde-Pumpido al frente, había tenido «una actuación positiva» desde el inicio del alto el fuego permanente «salvo en una ocasión». Y ello le había costado el puesto al entonces fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, como desvela Rosa Díez en su próximo libro.
«Fue un accidente grave (las detenciones). Fue una carta enviada por primera vez que alguien hace llegar al juez y que desencadena la operación de las detenciones», indicó el mediador de Zapatero. En ese punto, el acta de los etarras incluye lo siguiente: «GO-2, y haciendo alusión a las 13 detenciones, dice que lo han intentado pero que no han podido pararlo». Es decir, que el Gobierno intentó por todos los medios que Marlaska no desarticulase la red de extorsión de ETA en aquel momento.

Además, Eguiguren trasladó a sus interlocutores que Madríd había comunicado «a PN (Policía Nacional), GC (Guardia Civil), Ertz (Ertzaintza) y P Francesa (Policía francesa) que no hagan detenciones y ha sido difícil hacerlo sabiendo que la GC solo obedece al Duque de Ahumada, pues esas órdenes no se pueden dar por escrito».
Y por si no había quedado claro, Eguiguren hizo hincapié en que Marlaska estaba investigando «si el Gobierno ha dado la orden a policías de no realizar detenciones», por lo que el Ejecutivo se encontraba en una difícil situación ante las acometidas del magistrado de la Audiencia Nacional. «No es voluntad del Gobierno practicar detenciones, es decir tirar piedras a su tejado», les confesó el dirigente socialista.

Ternera no se dio por aludido. «Con las detenciones estáis dibujando un panorama en el que siempre habrá más o menos detenciones puesto que no es ámbito del Gobiemo la actuación de los jueces. Entonces, ¿por qué firmasteis los acuerdos? Estáis dando por hecho que siempre habrá detenciones», se quejó en la reunión. Por todo ello, hizo el siguiente anuncio: «El incumplimiento de las garantías impide que continuemos hablando de otros temas, esto es, el proceso se para».
Al día siguiente habría una segunda cita en Ginebra, pero el clima no volvió a ser el mismo. Aunque Zapatero anunció unos días después -el 29 de junio de 2006- el inicio formal de las negociaciones con ETA, en un intento de que el proceso de paz no descarrilase, ya no hubo manera de reconducirlo. Prueba de ello fue la siguiente reunión entre las partes del 26 de septiembre, en el que el mediador de Dunant reconoció al inicio de la misma (ver abajo) que «las conversaciones y la propia situación del proceso» se encontraban «en un estado crítico».

La delegación etarra inició la reunión de seis horas de duración con la reiteración de que el proceso de paz estaba «congelado», a lo que Eguiguren preguntó qué implicaciones tenía ello. «Las condiciones han cambiado y los incumplimientos pueden romper el propio proceso», avisó Ternera, quien se quejó además de que Zapatero no se atuviese a lo pactado en su declaración de inicio de los contactos con ETA ya que, en vez de leer los cuatro párrafos negociados en Ginebra, hizo un resumen sin papeles ante los medios de comunicación.
Los representantes de Zapatero intentaron por todos los medios que la cuerda no se rompiese. «A las dos partes nos tiran piedras y encima también nosotros a nosotros mismos y así no se puede, pues estamos en el mismo barco», resumieron sobre la situación a la que se enfrentaban. Tras ello, el nombre de Marlaska volvió a salir a la palestra.
«En junio sí captamos la gravedad de la situación» tras las citadas detenciones ordenadas por el juez. «Marlaska nos superó, pero la situación de los incumplimientos ha mejorado desde junio. En todo caso, no hay detención achacable al Gobierno. (…) Batasuna ha podido realizar 90 y pico actos (…) y el Gobierno sigue trabajando en ello sin descanso», les garantizaron a los interlocutores de ETA.

Ternera no se dejó embaucar por las buenas palabras. «No habéis dado ningún paso de buena voluntad. Habéis vaciado de contenido político el proceso y lo que habéis utilizado, ha sido la represión. No habéis implementado ningún tipo de mecanismo para llevar adelante lo acordado», les dijo. En su opinión, las leyes vigentes en aquel momento, el hecho de que se mantuviese la doctrina Parot o algunas declaraciones de líderes del PSOE hacían ver a ETA que el Gobierno español estaba construyendo «muros insalvables para poder cumplir lo acordado». Por lo tanto, daban por congelado el proceso de paz.
Tras un receso de diez minutos, la delegación del Gobierno volvió a la mesa para ratificar que no había «ninguna duda» en querer avanzar pese a que había «muchas cosas» que no estaban en su mano pararlas. En todo caso, el Ejecutivo intentaría acabar con las filtraciones, con las detenciones, con la situación ilegal de Batasuna y con la «presencia policial» en el País Vasco y Navarra.

Junto a Eguiguren ya estaba José Manuel Gómez Benítez, catedrático de Derecho Penal, quien tomó la palabra para reconocer que ETA había hecho «un gran esfuerzo para poder cumplir con las garantías del acuerdo». Además, la parte gubernamental se comprometió a resolver «rápidamente» la huelga de hambre de Iñaki de Juana Chaos y a cambiar la doctrina Parot. «Esperamos que el Tribunal Constitucional lo declare inconstitucional. En ese sentido, ya estamos hablando con los componentes del mismo», les dijo en un vaticinio que no se cumplió pues fue el Tribunal de Derechos Humanos de Estraburgo el que la tumbó en 2013 con la banda terrorista ya disuelta.
El «asunto Marlaska»
Además, reiteró que no había habido ninguna detención policial que hubiese comenzado «exclusivamente por un expediente policial», dejando claro que la orden de evitar detenciones a las Fuerzas de Seguridad del Estado se estaba cumpliendo a rajatabla. En cuanto «al asunto Marlaska» de junio, Gómez Benítez explicó a los representantes de ETA que el juez había empezado el caso Faisán por una conversación intervenida por la Policía en una causa ya abierta.
«No tenía ningún sentido para el Gobierno hacer una operación así. A nivel de Audiencia Nacional y a nivel de operaciones que pueden venir de lejos, es difícil pararlas totalmente. Lo intentaremos y en ocasiones lo conseguiremos pero no siempre. En este tema (de las detenciones), no podemos dar la palabra al cien por cien. Podemos minimizarlo pero no podemos controlarlo todo», insistió el catedrático.

Ternera subió el órdago al exigir la libertad junto a De Juana Chaos de otros siete presos enfermos, amén de «quitar» la doctrina Parot, que los condenados pasasen a cárceles del País Vasco y Navarra, y «cumplir lo acordado en su totalidad». En esto último, fue muy vehemente: «Y si no tenéis mecanismos para todo eso, estamos perdiendo el tiempo. Nosotros pensamos que tenéis el poder suficiente para ello», les dijo a Eguiguren y Gómez Benítez.
«Las leyes se hacen y se deshacen. Nosotros hemos cumplido nuestros compromisos. Gorburu (Zapatero) los incumple. Batasuna emitió la opinión que emitió y sobre ello nos hacéis la lectura que nos hacéis. Mirad, si esto no lo tenéis claro, esto se ha acabado», enfatizó en el momento de mayor tensión de la cita. A lo que Gómez Benítez replicó en referencia al poder de influencia en jueces como Marlaska: «Habrá algunas cosas que no podremos parar. Si no entendéis esto es muy difícil que podamos avanzar».

Después de un nuevo receso de 45 minutos en el que los negociadores del Gobierno hablaron con Madrid, Eguiguren pidió salir «de esta situación muerta» con la promesa de dar una salida a De Juana y los presos enfermos «en un plazo corto». Además, reclamó que ETA hiciese un nuevo comunicado en el que expresase «su compromiso para con el proceso» de paz.
A cambio, el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, llevaría al Congreso una proposición no de ley para pedir permiso en «flexibilizar la situación de los presos» a sabiendas de que habría «un debate muy duro con el PP». También exigió acabar con la kale borroka y las cartas de extorsión, al tiempo que el Ejecutivo haría «todo lo que pudiéramos con el asunto de la doctrina Parot». Tras horas de enorme tensión, la delegación de ETA vio la propuesta «interesante» y «positiva» (ver abajo).

Sin embargo, en una reunión posterior del 28 de septiembre, de apenas dos horas, la desconfianza seguía siendo total. «Tenemos que salir de esta dinámica nefasta. Las dos partes nos estamos observando con lupa y eso es malo. Tenemos que ordenar el proceso y Lau (el mediador de Durant) puede ayudar. Hay que huir de maximalismos y tomar el pragmatismo», reclamó Eguiguren al tomar la palabra.
Ternera dejó claro que ETA ya había expresado «su determinación y confianza» en el proceso de paz con su alto el fuego permanente de siete meses antes. «Vuestra respuesta ha sido atacarnos en todos los frentes y a todos los niveles. Es vuestra práctica la que provoca la falta de confianza. La lucha armada es nuestro elemento más efectivo y eso lo habéis desactivado» con la tregua, indicó antes de lanzar su advertencia más dura: «Estáis muy equivocados porque si es vuestra intención llevar a cabo una negociación técnica, nos vais a tener enfrente otros 40 años».

Ante la amenaza de proseguir con el terrorismo, los enviados de Zapatero pidieron la palabra. «Si no hay un comunicado de ETA en sentido positivo, el Gobierno obrará en base a la coyuntura», avisó Gómez Benítez. Y Eguiguren añadió lo siguiente: «No hemos pensado nunca paz por presos». El ‘comunicado’ de la banda terrorista llegó solo unas semanas después: el 24 de octubre de ese 2006, un comando etarra robó 350 pistolas en una nave industrial de Vauvert (Francia). Y a finales de diciembre llegaría el atentado de la T-4 de Barajas. La negociación había saltado por los aires.