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Política

Un emisario de Zapatero avisó a ETA de que París planeaba un «golpe operativo importante»

El Gobierno reveló a la banda terrorista que Francia haría arrestos si no terminaban con el movimiento de explosivos

Un emisario de Zapatero avisó a ETA de que París planeaba un «golpe operativo importante»

José Luis Rodríguez Zapatero con una de las actas de ETA. | Ilustración de Alejandra Svriz

Uno de los emisarios del Gobierno con ETA reveló a los interlocutores de la banda terrorista que Francia planeaba un «golpe operativo importante» antes del alto el fuego de la banda terrorista. «Gorburu (José Luis Rodríguez Zapatero) le dice al mediador que le han dicho fuentes policiales francesas que después de la detención de Alain tenían preparada (sic) un golpe operativo importante contra la Organización», se indica en las actas que los etarras redactaron durante la negociación hace veinte años y a las que ha tenido acceso THE OBJECTIVE.

La caída de ‘Alain’ se refiere al etarra Ramón Sagarzazu, detenido en septiembre de 2005 junto a Iratxe Sorzábal y David Pla, quienes dirigían el aparato político de la organización terrorista. La identidad del mediador que se reunió con un interlocutor del Centro para el Diálogo Humanitario Henri Dunant es desconocida, pero podría ser el exministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba o el exministro de Presidencia Javier Moscoso. Ambos formaron parte del núcleo duro de Zapatero en aquella negociación, junto al socialista vasco Jesús Eguiguren y el abogado José Manuel Gómez Benítez.

Ello se debe a que en las propias actas se señala que esa persona enviada por Zapatero a Ginebra reveló al organismo suizo que únicamente había cuatro personas que sabían de la existencia de «EraGorElk», el nombre en clave para hablar de las conversaciones secretas previas a la tregua de marzo de 2006. EraGorElk es un acrónimo en vasco de «reunión entre ETA y Gobierno».

«Sólo hay cuatro personas que saben de EraGorElk: Gorburu, el propio mediador, GorOrdez y otra más», apuntó ETA en sus actas. Gorburu era el nombre en clave que la banda terrorista le puso a Zapatero y GorOrdez se refiere a Eguiguren, la persona que pilotó esas conversaciones secretas a lo largo de 2005. Las otras dos personas podrían ser Rubalcaba o el citado Moscoso, quien acompañó a Eguiguren a Ginebra y Oslo tras sus primeras reuniones con José Antonio Urrutikoetxea, alias ‘Josu Ternera’. La opción de que pudiera tratarse de Gómez Benítez está descartada, pues el catedrático se unió al equipo negociador en la fase posterior al alto el fuego.

«Desde entonces, no saben nada», prosigue ETA en sus documentos en referencia a ese chivatazo que salió desde el Ejecutivo español a mediados de 2005. «Estaban preocupados ante una posible detención de EraOrdez (Ternera), pues temen que podría acarrear la ruptura de las negociaciones». El interlocutor etarra se escondía en el este de Francia desde su huida al país vecino en 2002 para no comparecer ante la Justicia española.

Aquella reunión entre el emisario de Zapatero y el Centro Henri Dunant sirvió para que el organismo suizo trasladase la necesidad de hablar «con los responsables de Etxalde», posiblemente una referencia a Francia o la propia Suiza, «para asegurar la seguridad de GorOrdez» cuando saliese o entrase al país helvético. Una sugerencia aceptada por el primero: «Quedan en eso», se indica en las actas.

Asimismo, el representante de Dunant pidió al emisario del Gobierno español que «por el bien de las conversaciones», no metiesen prisa a Eguiguren en esa fase de los contactos secretos. «El mediador le dice que le parece bien ese planteamiento y que se lo va a pedir a Gorburu (Zapatero)», fue la respuesta que recibió.

Aviso del emisario de Zapatero sobre el «golpe operativo importante» contra ETA.

Tras el alto el fuego en marzo de 2006, pronto empezaron los problemas. A finales de septiembre de ese año, Eguiguren y Gómez Benítez tuvieron que calmar a sus interlocutores etarras en una reunión muy tensa. Ante los controles policiales de los que se quejaban los emisarios de la banda, incluso en plenos Sanfermines, el primero tuvo que precisar que la presencia de agentes se hacía «como en otros lugares de España». «En el norte de España y en fiestas siempre se ponen más. En todo caso, tendríamos que disminuirlos», prometió a la banda terrorista.

Para Gómez Benítez era su primera reunión en Ginebra con ETA enfrente. «Vengo con la mejor voluntad, para aportar. Tenéis muy buenos abogados», les dijo para romper el hielo. Tras ello, dejó claro que desde la tregua no había habido «detenciones operativas policiales», es decir, efectuadas a raíz de una investigación policial, y que los únicos «accidentes» habían sido los del entonces juez instructor de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska, quien el 22 de junio de ese año desarticuló la red de extorsión de ETA pese a que el Ejecutivo hizo todo lo posible por evitar que saltase el caso Faisán.

Es más, todavía era posible que hubiese detenciones en pleno alto el fuego «a partir de dossieres abiertos», reconoció Gómez Benítez, aunque el Ejecutivo intentaría «minimizarlo» desde la Fiscalía. «Pero no nos podemos comprometer de una manera rotunda. Estamos también hablando con (la magistrada francesa Laurence) Le Vert pero esos frutos también tendrán que ver con los avances del proceso», les desveló a los interlocutores de ETA.

En aquel momento, la banda terrorista seguía con la kale borroka –«Ha habido 97 actos y, por lo tanto, eso parece una estrategia», les advirtió el abogado– y con las cartas de extorsión a los empresarios. Pero lo más grave es que la Policía francesa había detectado el traslado de explosivos en su territorio tras encontrar «algunos bidones con polvo de aluminio». El representante del Gobierno mostró unas fotografías de ese claro incumplimiento de la tregua y fue muy vehemente. «El análisis sobre ello indica que estáis trasladando/moviendo substancias explosivas para hacer artefactos. Si eso es así, la Policía francesa dice que no va a permitirlo durante mucho tiempo y que, por lo tanto, debéis paralizar toda esa actividad», les hizo hincapié (ver abajo).

En el intercambio de reproches entre unos y otros, con el mediador de Dunant en el medio, los representantes del Gobierno insistieron en que se tenía que acabar la fabricación de explosivos en plena tregua. «Esto puede llevar a la Policía francesa a practicar detenciones, ‘a actuar’, puesto que los bidones vacíos que han encontrado –polvo aluminio– han sido utilizados. Os pedimos vuestro compromiso en este sentido puesto que es un incumplimiento –contravención–», planteó uno de ellos.

Sin embargo, los etarras no se amilanaron. «Tenéis que cumplir lo acordado con nosotros. Habéis reconocido que no habéis cumplido. El tema de los presos no tiene costo político para nadie. (…) Nosotros hemos cumplido el 99 por ciento de lo acordado. No aceptamos que prolonguéis la situación», les emplazó uno de sus representantes antes de mostrarles «las maniobras militares» del Ejército en el País Vasco. «No vamos a negociar los puntos presentados en torno al tema de los presos», zanjó la banda.

Esa posición de máximos enervó a Eguiguren, quien acusó a los terroristas de plantear un chantaje. «Se hace un repaso de la kale borroka, el tema de las substancias explosivas, las cartas… La Armada española tiene todo el derecho, por lo menos hasta el presente, para hacer eso en su territorio», les replicó. «No hagáis de un dato un atentado. Esto no afecta para nada», insistió el negociador de Zapatero, si bien admitía que «ese punto de la desmilitarización» del País Vasco se podría contemplar más adelante.

Sin embargo, ETA ya tenía asumido que no había marcha atrás. El proceso de paz estaba «congelado» y unas semanas después, en octubre de ese 2006, un comando de la banda terrorista robó 350 pistolas en una nave industrial de Vauvert (Francia) en un claro desafío a Zapatero. A finales de diciembre llegaría el atentado de la T-4 de Barajas que dinamitó por completo los puentes.

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