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Política

La flotilla de Colau llevaba sólo una centésima parte de la ayuda que decía transportar a Gaza

Los activistas dijeron que llevaban primero 250 toneladas y después 500, pero Israel encuentra solo dos en los barcos

La flotilla de Colau llevaba sólo una centésima parte de la ayuda que decía transportar a Gaza

Un barco de la flotilla humanitaria hacia Gaza.

Una misión «humanitaria» con 250 toneladas de ayuda para la población de Gaza, que estaba sufriendo hambruna. Así explicaron los activistas que zarparon del puerto de Barcelona el pasado 31 de agosto su intención de «romper el bloqueo de Israel», y crear un «corredor humanitario» naval para ayudar a la población gazatí, que sufría el «genocidio» de Tel Aviv. A lo largo del viaje, los portavoces de la Global Sumud Flotilla llegaron a afirmar que el cargamento de ayudas ascendía incluso a 500 toneladas, por lo que pidieron asistencia a los Estados europeos tras asegurar haber sufrido ataques por drones, que vincularon a Israel. Los activistas fueron detenidos y el registro de las embarcaciones ha determinado que las ayudas humanitarias no eran 250 ni 500 toneladas, sino dos. Es decir, el equivalente a una centésima parte de la cantidad que se suponía que querían llevar a la franja.

Israel siempre sostuvo que la flotilla nunca tuvo un afán humanitario. El ministro de Exteriores del país y altos cargos del Gobierno de Benjamin Netanyahu tacharon a los activistas de «provocadores». La flotilla defendía que sus embarcaciones llevaban una bandera blanca, símbolo de la paz, y cajas de comida y medicamentos. A medida que se fue acercando a las costas de Gaza, algunos gobiernos europeos como el italiano propusieron a los activistas interrumpir su viaje y descargar el material en un puerto seguro, como el de Chipre, donde -con la colaboración de la Iglesia católica- se habrían encargado de la entrega de las ayudas. La flotilla rechazó el ofrecimiento. A partir de ese momento, los portavoces del grupo dejaron de hablar de misión «humanitaria» y hablaron de misión «política».

Sobre las 250 toneladas de ayuda, algunos dudaron desde el principio. El tamaño reducido de muchas embarcaciones de la flotilla difícilmente podía albergar tantas cajas. Además, algunos veleros tuvieron que interrumpir el viaje por problemas técnicos. Pero los activistas nunca corrigieron las cifras esgrimidas inicialmente y recogida por los principales medios internacionales, entre otros la agencia Reuters. Este diario se puso en contacto con el gabinete de comunicación de la flotilla para saber la cantidad exacta de las ayudas que llevaban en sus bóvedas, pero no obtuvo respuesta.

Menos de lo que lleva un camión

Ahora, después de la detención de los activistas y su expatriación exprés, el Gobierno de Israel ha comunicado que en los barcos ha encontrado tan solo dos toneladas de ayudas. Es decir, una centésima parte de la que se anunció en un principio. Comparadas con las alrededor de 5.000 toneladas que entran a diario, pone en tela de juicio la real aportación humanitaria de la flotilla. Cada día entran en la franja alrededor de 250 camiones, inspeccionados por Israel antes de entregar a las autoridades de Gaza su control. Cada camión puede llevar entre 20 y 25 toneladas de ayudas, por lo que los más de 40 barcos de la flotilla llevarían en total una décima parte de un solo camión. ONG como Médicos sin Fronteras cuestionó en el pasado todos los métodos de entrega de ayudas que no pasen por vía terrestre por su escaso impacto humanitario.

Este hecho demostraría, en opinión de Israel, que la intención de los activistas no era llevar ayudas a Gaza, sino provocar una escalada del conflicto y de la tensión en la región, para así condicionar el debate en la Asamblea de la ONU (los propios activistas admitieron ese extremo) y, sobre todo, los diálogos de paz. Uno de los objetivos de los activistas, según recogen las crónicas de los periodistas que se embarcaron en la flotilla, era modificar la posición de los países árabes críticos con Hamás, como Catar entre otros, para de facto acercarles a una denuncia sin ambages de la operación militar de Israel, como por ejemplo hacen países como Irán.

Israel habla de «provocación»

Para Israel, la flotilla buscaba en definitiva elevar la tensión en Oriente Medio y movilizar las opiniones públicas europeas, algo que sí ha logrado. En su defensa se han celebrado manifestaciones masivas en muchas ciudades europeas. Después de su detención, una mayoría de activistas aprovecharon la oferta de Israel para regresar a sus países. Estuvieron retenidos alrededor de tres días, durante los cuales han denunciado haber sufrido violencia y vejaciones.

Israel niega tajantemente este extremo de la misma forma que negaba que la flotilla quería llevar ayudas a Gaza. Las autoridades israelíes también sostienen que entre los activistas de la flotilla se encontraban miembros con vínculos con Hamás y Hezbolá, el grupo terrorista activo en Líbano.

Este diario adelantó algunas de esas conexiones y desveló lo que hasta ahora resulta ser la única fuente de financiación oficial de la flotilla: 3,3 millones de euros recogidos a través de una campaña de recaudación de fondos (en muchos casos con donaciones anónimas) promovida por un sindicato minoritario catalán. Dinero que, por otro lado, se desconoce si se usó para la compra de ayuda humanitaria o para el alquiler y compra de los barcos. Este sindicato derivó todas las cuestiones al gabinete de comunicación de la flotilla, que no ha contestado las preguntas de este periódico.

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