Sorpresa en Exteriores por la elección de una embajadora sin galones para Polonia
El ministro se decanta por Victoria Ortega para dirigir la legación diplomática en la quinta economía de la zona euro

José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores. | EP
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se ha decantado por la diplomática Victoria Ortega para dirigir la embajada española en Polonia, la quinta economía de la zona euro y un país que rivaliza con España por arrebatarle su posición de big four en la Unión Europea. Esta elección ha provocado sorpresa entre los diplomáticos, ya que la elegida no ha estado al frente de ninguna legación diplomática hasta el momento, según desvelan fuentes diplomáticas a THE OBJECTIVE.
Ortega sustituirá en Varsovia a Ramiro Fernández, un veterano diplomático que será el próximo embajador en Argelia en el puesto que deja Fernando Morán Calvo-Sotelo, hijo del exministro socialista en tiempos de Felipe González y que el próximo 12 de diciembre cumplirá 70 años, la edad de jubilación para los diplomáticos, tal y como adelantó este periódico el pasado jueves.
El Gobierno ya ha tramitado la solicitud de plácet de Ortega a las autoridades polacas, por lo que la luz verde de Varsovia no debería demorarse más allá de uno o dos meses, como socio de la UE y la OTAN que es. Será en ese momento cuando se formalice el nombramiento tras su aprobación por parte del Consejo de Ministros a petición de Albares.
La próxima embajadora en Polonia es adjunta al representante permanente de España ante la UE, Marcos Alonso, en la actualidad. Desde hace casi cuatro años ejerce como consejera Mertens, el término dentro del argot comunitario con el que se identifica a los diplomáticos que llevan en Bruselas la coordinación técnica del Coreper I. Previamente, estuvo destinada tres años en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid): primero como directora del departamento para Asia y el mundo árabe, y luego como jefa de Gabinete a las órdenes de Magdy Esteban Martínez.
Ortega entró en la Carrera Diplomática hace dos décadas y al poco tiempo ingresó en el Gabinete del entonces ministro Miguel Ángel Moratinos, con el que estuvo sus últimos cuatro años como jefe de la diplomacia. Tras ello, estuvo destinada en la embajada en Israel de 2010 a 2013 y en la misión permanente de España ante Naciones Unidas hasta la moción de censura de 2018 que aupó a Pedro Sánchez a la Moncloa.
Por lo tanto, la sucesora de Ramiro Fernández no ha dirigido todavía ninguna embajada. Las fuentes diplomáticas consultadas por este diario coinciden en que con veinte años como diplomática y su currículo, Ortega debería ser nombrada para una embajada en África o Asia con el fin de ganar experiencia al frente de una legación y de paso, adquirir galones entre sus compañeros de profesión. «Es un disparate. Para ir de embajador a Polonia siempre se necesitaban una o dos embajadas previas. Le quedaban diez años», opina un embajador en activo.
Otro compañero añade que esta controvertida decisión tomada por Albares supone «un clavo más en su ataúd» por las enemistades que se ha granjeado dentro del ministerio. Sobre todo cuando hay al menos una quincena de veteranos diplomáticos que «están haciendo pasillo» en su departamento sin cometidos de interés y Varsovia les venía «como anillo al dedo» con sus respectivos currículos en la mano.
Albares se ha rodeado de directores generales y asesores más jóvenes que él -solo hay una excepción, Alberto José Ucelay, que lleva el área de Política Exterior-, con el fin de que «no le hagan sombra ni le puedan rebatir». De ahí que muchos veteranos diplomáticos prefieran una salida en el Servicio Europeo de Acción Exterior o en organismos internacionales tras ser apartados de puestos de responsabilidad en Exteriores.