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Política

Un libro desvela que un emisario del Kremlin contactó con ERC tras llegar al Govern

La obra de dos periodistas catalanes identifica el fin de «las relaciones» entre Junts y ERC con la injerencia rusa

Un libro desvela que un emisario del Kremlin contactó con ERC tras llegar al Govern

El expresidente de la Generalidad Pere Aragonès.

ERC está atravesando uno de los momentos más turbulentos de su historia reciente. Desde la ruptura entre los principales liderazgos que gestionaron el procés —como la que se produjo entre Marta Rovira y Oriol Junqueras—, hasta la caída electoral que sufre en cada cita con las urnas. Un nuevo libro, L’esquerda republicana (Ed. Campana), abunda en esta división y saca a relucir episodios secretos de las negociaciones en Ginebra y el interés de Rusia por todo lo que ocurría en Cataluña.

El libro L’esquerda republicana. ERC, entre la resistència i la negociació. Crònica dels dies que ho van canviar tot, escrito por Adrià Santasusagna, jefe de política de RAC1, y Bernat Vilaró, periodista de la Agència Catalana de Notícies (ACN), admite que la injerencia del Kremlin en la política catalana fue el «punto de fricción» entre Junts per Catalunya y ERC, puesto que los de Oriols Junqueras nunca quisieron tender puentes con el Gobierno de Vladímir Putin.

Esta tesis, como informó THE OBJECTIVE, también la mantienen expertos como Nicolás de Pedro, profesor emérito del Institute for Statecraft de Londres y experto en asuntos relacionados con Rusia, que participó en la comisión del Parlamento Europeo sobre las maniobras del Gobierno ruso para influir en Cataluña durante el otoño de 2017. Si bien todo ello ha quedado atrás —ya que la trama rusa del procés, que se investigaba en la Audiencia Nacional se archivó por una cuestión formal—, sigue teniendo consecuencias políticas. En especial, tras el estallido de la guerra en Ucrania.

«Llamo del Kremlin»

«¿Hola? ¿Con el presidente de la Generalidad, por favor? Llamo del Kremlin». Los autores del libro sitúan la ruptura entre los dos partidos independentistas con la aparición de la trama rusa. «Aragonés quería dejar claro que su presidencia no tenía nada que ver con los rusos y que en ningún caso tendría contacto para favorecer el procés independentista. El presidente veía que, donde fuera del mundo que viajara, los embajadores españoles usaban esto para desprestigiar el movimiento independentista. Aragonès pretendía romper esta imagen y mostrarse como un presidente independentista corriente».

Matizan, sin embargo, que Aragonès siempre dejó a Carles Puigdemont fuera del «juego de intereses con Rusia», aunque «no podía decirlo de todo Junts per Catalunya», porque «siempre podía aparecer algún imprudente que quisiera intentarlo». En este contexto, se entienden mejor las acusaciones que hizo Gabriel Rufián en su día desde la sala de prensa del Congreso cuando dijo que algunos de Junts «eran señoritos que se creían James Bond».

Sea como fuere, el Kremlin sí tenía interés en Cataluña. Y con la llegada de Aragonès al frente de la Generalitat esto no varió. De este «intento» da fe el libro: «El presidente empezó a recibir mensajes en el teléfono móvil del trabajo de una persona rusa que decía que formaba parte de un centro de estudios internacional. Aragonès no respondió al mensaje, pero él y su equipo investigaron quién era ese individuo. Después de mover contactos internacionales, descubrieron que se trataba de un hombre que trabajaba para un lobby prorruso y por los intereses del Kremlin. Al presidente le dio muy mala espina y continuó sin responder».

Días después, el presidente Aragonès recibió «otro mensaje de la misma persona, pero en su móvil». Así lo relata el libro: «Habían conseguido su número de teléfono que usaba para hablar con su familia y sus amigos. Tampoco respondió».

Obama, ¿mediador?

Una de las anécdotas del libro es que en las reuniones secretas en Ginebra, que sirvieron para que los independentistas recibieran formación para negociar por parte de entidades internacionales antes de contactar con el Gobierno de Pedro Sánchez, se puso sobre la mesa el nombre del expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, como posible mediador.

A estos encuentros asistían representantes de las primeras filas de los tres partidos independentistas: Marta Rovira, Marta Vilalta y Xavier Vendrell (ERC); Carles Puigdemont, Josep Rius y Josep Lluís Alays (Junts); Anna Gabriel y David Fernández (CUP), junto a miembros de EH Bildu como Arnaldo Otegi y Gorka Elejabarrieta.

«En una de estas reuniones, la entidad con sede en Ginebra [que les formaba en mediación] preguntó a los líderes independentistas catalanes con quién querrían reunirse. Eran muchas las puertas que la asociación de derechos humanos les podía abrir: ‘¿Nos podéis traer a Obama?‘, preguntó con cierta ironía uno de los representantes catalanes del encuentro». La respuesta fue que Obama no era posible.

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