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Política

El exjefe de la Casa del Rey defiende reformar la Constitución para fortalecer las instituciones

Alfonsín ha querido también realizar algunas «consideraciones» sobre la Constitución

El exjefe de la Casa del Rey defiende reformar la Constitución para fortalecer las instituciones

El rey Felipe VI (d) preside el acto en el que el exjefe de la Casa de Su Majestad el Rey, Jaime Alfonsín (i). | EFE/ J.J Guillén

El exjefe de la Casa del Rey Jaime Alfonsín ha defendido la necesidad de reformar la Constitución para fortalecer las instituciones y, en particular, para acabar con la preferencia del varón sobre la mujer a la hora de heredar la Corona durante su discurso de ingreso como académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (RACMyP) en un acto que ha presidido el Rey Felipe VI.

Precisamente, el que fuera jefe de la Casa hasta febrero de 2024 ha querido iniciar su intervención agradeciendo al monarca su presencia. «Ha sido un gran privilegio y el mayor honor que cabe acompañarle en su camino a lo largo de casi 30 años», ha asegurado.

A su juicio, sus cualidades personales, «su impecable trayectoria como Príncipe de Asturias y el ejemplar ejercicio de sus funciones constitucionales como Rey» han convertido a Felipe VI «en una referencia institucional y moral para todos los españoles». «En la clave de bóveda sobre la que descansa hoy la permanencia de nuestra nación y del Estado social y democrático de Derecho en el que España se constituye, de acuerdo con nuestra Constitución», ha añadido.

En sus once años de reinado, «difíciles, duros y complejos», en palabras de Alfonsín, Felipe VI «ha dejado ya una profunda huella» entre otros en la «preservación de la unidad de la nación, de España, frente al intento de secesión territorial de las autoridades autonómicas catalanas en el año 2017».

Alfonsín, que ha elegido como tema para su discurso de entrada ‘La educación de la heredera de la Corona y el oficio de reinar’, ha querido también realizar algunas «consideraciones» sobre la Constitución, que ha afeado que «se incumple, sin más, en determinadas ocasiones; se inaplica en otras; se interpreta alejada de sus principios fundacionales; o se instrumentaliza, en fin, con fines ajenos a su espíritu».

Frente a ello, ha propugnado la necesidad de llevar a cabo una reforma que asegure su cumplimiento y que «fortalezca a nuestras instituciones», lo cual es a su vez fortalecer el Estado, y «garantice, en términos políticos y jurídicos, la imparcialidad, la independencia y el equilibrio de los poderes en nuestra democracia parlamentaria y en la que el Parlamento sea en verdad el eje central de la vida nacional».

Reformar la Constitución, «una quimera»

Sin embargo, ha admitido Alfonsín, jurista de profesión, «pretender hoy su reforma es una quimera, un imposible» habida cuenta de que para ello hace falta «el necesario consenso constitucional, propósito, voluntad política, coraje y visión de Estado para llevar a cabo el proyecto de una España renovada que devuelva la confianza a los españoles y dé esperanza de futuro a los jóvenes». «No porque hoy no sea factible, se debe de guardar silencio sobre esta cuestión», ha defendido.

Dentro de esta reforma, ha sostenido quien fue jefe de la Casa del Rey desde el inicio del reinado de Felipe VI, debería incluirse «la supresión de la preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión a la Corona, lo que daría una mayor plenitud y autenticidad a nuestra monarquía parlamentaria».

Esta reforma «hoy está en el olvido hasta que el matrimonio de la princesa ponga de nuevo en el debate político la cuestión relativa al orden sucesorio», ha advertido. Si no se lleva a cabo, en el marco de una reforma más amplia, «en un periodo razonable, vamos de nuevo a dejar la cuestión de la preferencia en la sucesión al azar, a la naturaleza o a la genética». «Ninguna de las soluciones es admisible», ha defendido.

Matrimonio de la Princesa, regencia y abdicación

También ha querido referirse al futuro matrimonio de la Princesa de Asturias. Según ha dicho, no le compete solo a ella tomar la decisión y si el Rey se opone y a esa oposición se suman las Cortes, entonces «quedaría excluida de la sucesión a la Corona». En su opinión, esta decisión «es probablemente la más importante que tendrá que tomar la princesa para su futuro y para el futuro de la institución».

Asimismo, ha defendido la necesidad de desarrollar el artículo 72.4 de la Constitución para «clarificar ciertos aspectos» en relación con la regencia relativos a la intervención del Gobierno y de la Casa del Rey. «Es claro que si el Rey no está en condiciones de ejercer sus funciones, debe asumir la regencia la princesa heredera, pues no puede haber una jefatura de Estado vacante», ha esgrimido.

También ha considerado «recomendable» una ley que regule las abdicaciones y renuncias que prevé el artículo 57.5 de la Carta Magna para que estas pudieran llevarse a efecto y con el «correspondiente control» para verificarse que «la decisión ha sido tomada en pleno uso de facultades y con entera libertad».

En su opinión, la fórmula utilizada por Juan Carlos I, «plenamente constitucional», «somete a la institución de facto, aunque no de iure a una discusión que desnaturaliza el hecho mismo de la abdicación y que lleva a una suerte de debate sobre la renovación, en términos políticos, de la confianza del Parlamento en la monarquía parlamentaria a través de la persona del futuro nuevo Rey». «Y ello es un despropósito en términos constitucionales», ha recalcado.

Formación de la futura Reina

Alfonsín, que ya fue jefe de la Secretaría del Príncipe de Asturias antes de ser jefe de la Casa del Rey, ha defendido que al margen de la formación académica y militar que reciba la heredera al trono, también tiene que aprender el «oficio de reinar».

«Es muy necesario que la heredera tenga una formación académica del más alto nivel; que adquiera conocimientos y competencias; que aprenda a razonar, a debatir y a dialogar, a convivir con los demás; a tener juicio crítico; como es muy conveniente que se aproxime a la ciencia y al conocimiento, a la cultura y a las artes. Pero el oficio de reinar no se enseña en el bachillerato ni se aprende en la universidad», ha subrayado.

Esto pasa, entre otras cosas, por tener conciencia de lo que representa y sus responsabilidades, de que «en su vida, la línea divisoria entre lo público y lo privado es muy tenue», que «debe saber cuidad bien el entorno social» y las amistades y debe formarse en valores como la ejemplaridad, así cómo tener claros principios como la «neutralidad política de la Corona y su independencia frente a los poderes del Estado».

El oficio de reinar, ha agregado, también exige «atender y cuidar, con autoridad y prudencia, la relación y debida coordinación con los poderes del Estado, y especialmente con cada Gobierno». Estas relaciones, ha incidido, «deben estar presididas por el respeto recíproco, la lealtad y la colaboración institucional».

«En ningún caso, en una monarquía parlamentaria debe tener cabida ni tiene sentido el enfrentamiento entre instituciones o las discrepancias públicas», ha subrayado, llamando también la atención de que «la jefatura de Estado monárquica es historia, tradición y símbolos» y «debe estar alejada de la frivolidad o la superficialidad». «Exige atender, saber escuchar y comprender», ha puntualizado Alfonsín, para quien el hecho de que la heredera sea mujer «puede ayudar y mucho».

La candidatura de entrada de Alfonsín en la RACMyP, integrada en el Instituto de España, fue presentada por los académicos Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, uno de los ‘padres’ de la Constitución, Santiago Muñoz Machado, expresidente de la Real Academia Española (RAE), y María Emilia Casas, expresidenta del Tribunal Constitucional, y el discurso de contestación ha corrido a cargo del académico Emilio Lamo de Espinosa.

Al acto, que ha abierto el presidente de la RACMyP, Benigno Pendás, han asistido el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, así como el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Senado, Pedro Rollán, entre otros.

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