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Política

Revuelta ofreció a Vox una auditoría sobre sus cuentas pero el partido la rechazó

La formación que preside Santiago Abascal quiso extinguir la asociación juvenil al no poder controlarla

Revuelta ofreció a Vox una auditoría sobre sus cuentas pero el partido la rechazó

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante una reunión extraordinaria del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) en la sede del partido. | EP

Vox quería el control de Revuelta, la asociación juvenil compuesta por integrantes del partido, pero que actuaba por libre. De hecho, se llegó a plantear integrarla en su sindicato, Solidaridad. Sin embargo, se encontró con la negativa de tres de sus cinco líderes. No había quorum. Los partidarios de la integración eran Arturo Villa y Javi Esteban, los dos miembros del partido que han denunciado ante la Fiscalía a Jaime HernándezSantiago Aneiros y Pablo González Gasca, los líderes que se negaron a su disolución por presuntos desvíos de las donaciones que recibió la entidad para ayudar a las víctimas de la dana. Sin embargo, según ha podido saber THE OBJECTIVE, estos ofrecieron a la cúpula, en una reunión mantenida en la sede de Bambú, una auditoría externa para disipar las dudas sobre sus cuentas.

Esta auditoría se pagó el 22 de octubre, y verá la luz a finales de diciembre. Sin embargo, Vox no esperó a los resultados. Los jóvenes revoltosos se encontraron con la negativa de los dirigentes del partido, que exigieron todos los movimientos de la Asociación Social de Mayores (Asoma), la entidad que de facto operaba en nombre de Revuelta. Lo hicieron alegando que una auditoría externa no era suficiente para rendir la transparencia exigida. Ahora, Vox ha denunciado a sus ex juventudes oficiosas ante la Autoridad Independiente de Protección del Informante, acusando a Hernández de haberse quedado con «cientos de miles de euros por parte de terceros de cuantiosas ayudas para las víctimas o afectados de la dana» a través de Asoma.

En la denuncia, el partido asegura desconocer «que los promotores y socios fundadores de Revuelta no habían constituido una asociación con dicha denominación, sino que actuaban, bajo la apariencia o con la pantalla de una entidad denominada Asociación Social de Mayores». Sin embargo, en noviembre de 2024, en la semana posterior a la riada que asoló el litoral valenciano, Vox, a través de su eurodiputado Jorge Buxadé, pidió a sus colegas del Parlamento Europeo «colaborar económicamente» con Asoma. Esta no recibió donaciones solo durante la gestión de la crisis valenciana, sino que las sigue recibiendo hoy día para otras labores por parte de donantes privados y afiliados.

Las fuentes consultadas apuntan a estos dos factores: que parece complicado que Vox desconociera la existencia de Asoma y que negara una auditoría externa como solución al conflicto, como muestra de que la guerra ha estallado por un intento frustrado del partido con hacerse con el control de la asociación. Esto no quita para que, durante meses, los rumores sobre supuestas irregularidades financieras circularan por Bambú 12, sede nacional del partido que preside Santiago Abascal, hasta llegar a Enrique Cabanas, que fue el primero en preguntar por esta cuestión a los jóvenes. Más adelante, Montserrat Lluis fue la encargada de gestionar la situación junto con Jorge Buxadé.

Fuentes conocedoras del conflicto aseguran que si ha habido alguna irregularidad «es sin mala fe, por desconocimiento, y por estar a ayudar, pero sería administrativa», y apuntan a que la batalla es política. Concretamente, «por el control de Revuelta, a lo que se negaron, y lanzaron a sus propios cachorros contra ellos para que se mataran entre sí». «Querían desactivar Revuelta porque no lo controlaban». Esta era una preocupación que bullía en la cabeza de Kiko Méndez-Monasterio, que llevaba meses organizando reuniones, a las que asistieron diputados, para remar en esta dirección.

Esto mismo es lo que apuntó Revuelta en un comunicado publicado la semana pasada, cuando denunció haber sufrido «injerencias por parte de personas vinculadas a Vox»: «Al no lograrlo, algunas de esas personas han optado por difundir acusaciones públicas inciertas destinadas a intentar erosionar nuestra credibilidad, por orden de los de arriba. Todo ello responde a una estrategia conocida: destruir lo que no pueden controlar». «Revuelta no pertenece a ningún partido. No nos prestamos a campañas internas de intento de control político. Somos una asociación libre, digna y patriota».

La escenificación pública de la ruptura entre Vox y Revuelta se dio este pasado 30 de noviembre, cuando la asociación convocó una manifestación en Ferraz tras la del PP en el templo de Debod. Desde el primer momento, Vox se desmarcó del movimiento y no participó en ninguna de las dos, lo que generó en la opinión pública confusión por no sumarse tampoco a la convocada ante la sede socialista. En cambio, sí que se observó a exdirigentes de la formación, como Iván Espinosa de los Monteros, respaldando a Revuelta tras asistir a la del PP, en plena pelea contra la cúpula actual de Bambú.

Muchos en Vox han interpretado esta presencia como un acercamiento de Espinosa de los Monteros a los jóvenes revoltosos en un momento en el que están descontentos con el partido, de cara a aglutinar fuerzas. Por lo pronto, Vox ha compensado la salida de sus juventudes oficiosas con el fichaje de tres líderes de Hacer Nación (Mario Martos, Carlos Navarro y Eloy Galiano), con el objetivo de cubrir las bajas que dejan los miembros de Revuelta en el ala más social y movilizada en las calles del partido. De manera muy reveladora, los nuevos fichajes se han incorporado al sindicato Solidaridad.

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