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Política

«Parálisis» e «inmovilismo»: Sumar lleva meses repitiendo argumentos frente a la corrupción

Pedirá otra reunión al PSOE, pero esta vez con presencia de ministros después del fracaso de la última cita

«Parálisis» e «inmovilismo»: Sumar lleva meses repitiendo argumentos frente a la corrupción

Yolanda Díaz con los ministros de Sumar. | EP

Sumar y PSOE se citaron el viernes para acercar posturas tras los escándalos de corrupción que preocupan al socio minoritario del Ejecutivo. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, pidió una remodelación del Gobierno. Aunque nunca habló de ultimátum —es decir, no planteó la salida de su formación del Gobierno—, así se la entendió, y sus socios acabaron matizando sus palabras. El viernes se reunieron representantes del PSOE y Sumar en un encuentro que se mantuvo secreto hasta el último minuto. Y el resultado no fue positivo. Sumar sostiene que no hubo avances, ni en cuanto a la remodelación ministerial ni en las «políticas sociales» que deberían tapar la corrupción. Aun así, Sumar quiere dar otra oportunidad a los socialistas, y prepara una ofensiva para exigir otra reunión al PSOE, esta vez con ministros sentados a la mesa, según ha podido saber THE OBJECTIVE.

El pasado mes de julio, cuando las investigaciones sobre corrupción llegaron hasta Santos Cerdán, Sumar exigió al PSOE una reunión al más alto nivel. Se citaron dos delegaciones formadas por algunos ministros, como Ernest Urtasun, María Jesús Montero y Félix Bolaños. Pero también en ese caso hubo fumata negra. Uno de los portavoces de Sumar, Enrique Santiago, habló de «parálisis» y del peligro de supervivencia de la coalición. Seis meses después, y con la detención de José Luis Ábalos, Koldo Cerdán y otras figuras centrales en las operaciones socialistas de los últimos años, como Leire Díez y el expresidente de la SEPI, la situación es prácticamente la misma.

Sumar sigue denunciando la «parálisis» y el «inmovilismo». Reprocha al PSOE no mover ficha y no lograr cambiar la agenda política, que es lo que más preocupa a los miembros de Sumar. La avalancha de noticias sobre presuntos escándalos de corrupción, así como las denuncias de acoso sexual que afectan a altos dirigentes del partido socialista, preocupan en el sector de Díaz, que intenta escenificar su posición crítica.

Yolanda Díaz quiere una reformulación del Ejecutivo, a lo que Pedro Sánchez se niega. La reunión del viernes acabó sin respuestas satisfactorias, ni siquiera en el ámbito de las políticas sociales reclamadas por Sumar, como la prórroga de la suspensión de los desahucios y de los contratos de alquiler. Además, a diferencia de la cita de julio, en la del pasado viernes las delegaciones socialistas y de Sumar se reunieron en secreto y sin convocatoria previa. Mientras que en julio las partes detallaron la hora y el lugar del encuentro, y los periodistas gráficos pudieron incluso hacer su trabajo, esta vez se prefirió mantener el encuentro secreto.

Escalada retórica

Solo trascendieron las reacciones después de la cita. Sumar calificó de insuficientes las respuestas de los socialistas, y habló de «inmovilismo» y de «bunkerización», y de que la «persistencia en este bloqueo a la legislatura pondría en peligro el acuerdo de investidura». Es una escalada retórica que, sin embargo, de momento descarta una salida abrupta del Ejecutivo. «Sería un suicidio», zanjan fuentes de la agrupación de partidos que lidera Yolanda Díaz. Creen que el electorado de izquierda les achacaría el fracaso de la legislatura y la siguiente victoria de las derechas.

Esa situación lleva a Sumar a denunciar el «inmovilismo» del PSOE, sin por ello implicar que Sumar se mueva. Inmovilismo, por lo tanto, de los dos actores, aunque los de Díaz transmiten que el malestar va in crescendo y que la crisis podría ir a peor. Aun así, Sumar quiere dar otra oportunidad a los socialistas. Después de la segunda fumata negra en seis meses, los de Díaz prevén exigir otra reunión a los socialistas, pero con miembros del Gobierno presentes. El formato sería el de la «comisión de seguimiento» del pacto de investidura, donde los de Díaz pretender insistir en sus exigencias, tanto ministeriales como programáticas.

Otra reunión

Es decir, que Sumar quiere que el formato no se limite a un encuentro entre secretarios de Organización, sino entre representantes del Ejecutivo. Mientras tanto, se ha sabido que Sánchez y Díaz mantuvieron otro encuentro —también secreto— en la Moncloa el lunes. La reunión se celebró poco después de que el presidente diera una rueda de prensa sobre el balance de la actividad de gobierno de este año y antes de la copa de Navidad con los periodistas. Se desconoce si ese encuentro acabó bien o mal, aunque en Sumar sugieren que allí se pudieron trazar las líneas de un «desacuerdo pactado» entre los dos sectores, para que los de Díaz sigan esgrimiendo su disconformidad con los socialistas sin romper la baraja.

El problema es que en la coalición de Sumar algunos grupos sí empiezan a manifestar con más contundencia su irritación. En Izquierda Unida, por ejemplo, la federación madrileña cree que hay que romper con el PSOE y alejarse del Ejecutivo. El coordinador federal, Antonio Maíllo, se mueve en una posición algo más medida, y prefiere centrar su ofensiva contra la ministra María Jesús Montero, candidata in pectore del PSOE en las autonómicas andaluzas. La parte más cercana al PCE, sin embargo, no quiere ir más allá de «escenificar» su lejanía del PSOE, pero sin romper el Ejecutivo.

En Más Madrid también hay quien sugiere que hay que hablar de salir del Gobierno. De momento son voces sueltas, pero algunas de ellos con cargo institucional del partido. También entre los valencianos de Compromís se instala la idea de mantener «máxima distancia del PSOE y de Sánchez», según explican fuentes de Sumar. Los más críticos comentan que la reunión del viernes fue un «teatro» en el que «Sumar finge una actitud exigente» y «el PSOE, que ha dado explicaciones y tomado medidas». Y lo cierto es que en los ultimatums y el órdago de Sumar falta una fecha límite para alcanzar sus exigencias o tomar represalias. Aunque también es una realidad que la escalada de choque —aunque, de momento, solo verbal— va a más.

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