Paco Sanz, el hombre de los 2.000 tumores, se libra de la cárcel
Fue condenado en 2021 a dos años de prisión por simular padecer una enfermedad letal
Paco Sanz no irá a la cárcel. Si no le suena ese nombre, quizás sí recuerde el hombre que en 2009 se inventó tener 2.000 tumores asegurando que iba a morir, por lo que solicitaba dinero para investigar su extraña dolencia. Pero todo era una estafa: el ‘síndrome de Cowen’ era una invención del propio Paco Sanz para obtener un beneficio económico.
Ahora, la Audiencia Provincial de Madrid ha suspendido la ejecución de la condena de dos años de prisión impuesta a Paco Sanz, conocido como el hombre de los 2.000 tumores, siempre y cuando no delinca en los próximos cuatro años.
En un auto al que ha tenido acceso EFE, la Audiencia toma esta decisión teniendo en cuenta que el condenado carece de antecedentes penales, que la pena impuesta no supera los dos años de prisión y que ha consignado 40.000 euros de fianza, suficiente para devolver los 36.918 euros que estafó.
Sanz fue condenado en 2021 a dos años de prisión por simular que padecía una enfermedad letal y que si no viajaba a Estados Unidos para curarse, iba a morir. Esa sentencia fue fruto del acuerdo alcanzado entre la defensa de Paco Sanz y la Fiscalía, que redujo su petición de condena de seis años a solo dos.
Por todo ello, la Audiencia atiende a la petición del condenado y considera que no es necesario su ingreso en prisión, siempre y cuando no cometa ningún delito en los próximos cuatro años. Según la sentencia, a Paco Sanz le diagnosticaron la enfermedad del ‘síndrome de Cowen’ en 2009, que se «caracteriza por la aparición de tumores benignos» pero sin riesgo de morir, por lo que se aprovechó de su dolencia para obtener «un lucro patrimonial ilícito desde 2010 hasta 2017».
Durante este periodo de tiempo, Paco Sanz hizo creer, a través de redes sociales y medios de comunicación, que su enfermedad era «muy grave», por lo que creó una página web en la que exageraba los síntomas de su enfermedad con la finalidad de «conmover a las personas» para que le donasen dinero y financiar así un supuesto tratamiento en Estados Unidos. Pero en realidad, según explica la sentencia, «consistía en un ensayo experimental gratuito y sin coste alguno».