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Tribunales

Nubarrones sobre García Ortiz

No existen pruebas concluyentes para condenar al fiscal general, pero la jurisprudencia revela que basta con indicios

Nubarrones sobre García Ortiz

García Ortiz abandona el Supremo este miércoles. | Chema Moya (EFE)

El juicio de Álvaro García Ortiz ha resucitado las dos Españas. Por un lado, los que se posicionan a favor de su inocencia sin ambages, por otro quienes ven su mano detrás de la filtración de los datos de Alberto González Amador, el novio de Isabel Díaz Ayuso. El caso tiene algo de místico, como las religiones, porque algunos no necesitan ver para creer. Los partidarios del fiscal general sostienen que no existe ni una sola prueba que pueda condenarle por revelación de secretos. Sus detractores consideran que basta con los indicios de criminalidad y que hay jurisprudencia que les respalda. Estos últimos recuerdan que el jefe del Ministerio Público borró todos los mensajes de su móvil (incluso cambió de terminal). Un escenario que le sitúa en una posición compleja. Seis sesiones marcarán su destino y resolverán si se convierte en santo o en mártir. De momento hemos llegado al ecuador.

Los nubarrones se ciernen sobre García Ortiz desde la primera sesión del juicio. Bastó la jornada del lunes para advertir la división interna en la Fiscalía. Ese día quedó patente la profunda herida que ha generado el proceso. Tres subordinados se dedicaron reproches y defendieron versiones contrarias que dejan al investigado a la intemperie. La tormenta la desató la fiscal superior de Madrid, Almudena Lastra, que señaló a su jefe como el filtrador. Se lo reprochó en su momento, pero la respuesta fue un «eso ahora no importa». Otros dos miembros del Ministerio Público, Pilar Rodríguez y Diego Villafañe, apoyaron al fiscal general sin reservas.

Rodríguez dejó patente que reza a un dios llamado García Ortiz. Fue ella quien le ayudó a conseguir el polémico correo de González Amador el 13 de marzo del año pasado, mientras Julián Salto, fiscal asignado al caso, disfrutaba de la clasificación de su equipo a cuartos de final de la Champions League. Si hay un club que se asemeja a una religión, ese es el Atleti. Si hay una afición que cree, esa es la colchonera.

La nota de García Ortiz

Fréderic Lenoir, autor de Breve tratado de historia de las religiones, sostiene que «la religión tiene dos dimensiones esenciales que se cruzan: una horizontal que tiende a unir a los hombres entre sí, y otra vertical que une al ser humano con el mundo invisible, con una trascendencia». El juicio al fiscal general, como el fútbol y la religión, desata pasiones desmedidas. Y eso llevó a la fiscal jefe de Madrid a achacar a Lastra sus sospechas sobre la filtración como un «exabrupto». Luego llegó la nota donde la Fiscalía especificaba todo el recorrido de la causa de González Amador.

«Yo no veía la necesidad de dar tanto detalle. A mi juicio no había por qué decir si había o no reconocido los hechos. Solo había que haber explicado que era una conformidad como tantas otras, no revelar la estrategia de defensa del investigado», señaló Lastra. La misma opinión que despertó en el jefe de prensa de la Fiscalía de Madrid, Íñigo Corral, que amagó con dimitir si el comunicado veía la luz. Mar Hedo, responsable de Comunicación de García Ortiz, reconoció en la segunda sesión del juicio que su colega se rebeló, pero que el jefe de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, estaba difundiendo información inexacta y había que «desmentirla».

Hedo, sin pretenderlo, hizo un flaco favor a su jefe. Primero reveló que García Ortiz decidió ofrecer la versión de la Fiscalía antes de contar con los correos entre Salto y el abogado de González Amador donde el empresario se abría a la posibilidad de admitir dos delitos fiscales para evitar la cárcel. El novio de Ayuso se sentará finalmente en el banquillo por defraudar presuntamente a Hacienda 350.951 euros y servirse de una trama de facturas falsas.

La responsable de Comunicación de la Fiscalía General del Estado también reconoció que su jefe le «dictó» parte de esa nota de prensa, justamente el contenido de los correos de González Amador, a los que ella no tuvo acceso. El objetivo era dejar claro que la actuación de los fiscales que llevaban el caso había sido la correcta para dejar en fuera de juego a Ayuso, que trataba de «extender una sombra de sospecha» sobre el Ministerio Público. También señaló a Lastra, a la que recriminó querer montar una rueda de prensa para después rechazar hasta la nota de prensa.

«Es inocente»

El golpe definitivo llegó cuando Hedo reveló que su jefe conocía desde el 12 de octubre del año pasado que iba a ser imputado por el Tribunal Supremo. Esto es, cuatro días antes de que el magistrado Ángel Hurtado dictara el auto. ¿Quién se lo filtró? Y entonces apareció en escena el crucificado González Amador para ajustar cuentas con García Ortiz, en el estrado con toga, que resoplaba escuchándole: «Me mató públicamente. Pasé a ser el delincuente confeso del Reino de España». La declaración final del novio de Ayuso, un poco impostada, desató la tormenta: «O me voy de España o me suicido».

González Amador aseguró que no había preparado su estrategia de defensa con el jefe de Gabinete de su pareja, que culpó a la Fiscalía de «dinamitar» el pacto de conformidad. Miguel Ángel Rodríguez apuntó directamente a García Ortiz porque el Ministerio Público es un órgano jerárquico. El hombre fuerte de Ayuso, que arremetió contra los periodistas «izquierdistas» que «cuentan las cosas de aquella manera», siempre ha defendido que el fiscal general iría «pa’lante». Periodistas que en la tercera sesión del juicio echaron una mano al investigado asegurando que tenían el polémico correo una semana antes que él: «Es inocente».

Será el tribunal, presidido por Andrés Martínez Arrieta, quien discierna entre tanto ruido. El mismo del que advirtieron a Juan Lobato que pretendía hacer Moncloa con el caso del novio de Ayuso. El antiguo líder de los socialistas madrileños afirmó este miércoles que no usó el documento porque dudó de su origen legítimo. La responsable de hacérselo llegar fue Pilar Sánchez Acera, que lo recibió de un periodista que cubre información en Madrid, aunque no recuerda ni su nombre ni el medio para el que trabaja. Tampoco puede comprobarlo porque cambió de móvil. Como García Ortiz. Casualidad. Quedan tres días de juicio. Y parece que va a llover.

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