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Tribunales

La mano derecha del fiscal general organizó los aplausos «espontáneos» durante el juicio

Villafañe envió correos para convocar a personas afines e incluso se reclutó a empleados que estaban haciendo un curso

La mano derecha del fiscal general organizó los aplausos «espontáneos» durante el juicio

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.

Nada ha sido casual en el juicio contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Según fuentes judiciales consultadas por THE OBJECTIVE, los aplausos y muestras de respaldo que parecían surgir de forma espontánea durante las sesiones no fueron más que el resultado de una planificación meticulosa. Al mando de la operación estaba Diego Villafañe, teniente fiscal de la Secretaría Técnica y mano derecha de García Ortiz, un personaje clave que habría coordinado a los asistentes para asegurar la presencia de apoyo público tanto en el tribunal como en la sede de la Fiscalía General.

El episodio más destacado ocurrió el lunes 3 de noviembre, durante un receso del juicio. García Ortiz regresó a su despacho en la sede de la Fiscalía, y al entrar al edificio fue recibido con una ovación prolongada de aplausos, que según algunos fiscales rozó lo esperpéntico. La escena, publicada por El País, lejos de tratarse de una reacción espontánea, fue, según fuentes consultadas por THE OBJECTIVE, orquestada por Villafañe, que organizó previamente ese momento. Enviaron correos electrónicos para convocar a personas afines, se reclutó a empleados que estaban haciendo un curso en la Fiscalía General del Estado (FGE) e incluso se trajo a gente de la Fiscalía de Madrid para que apoyara al fiscal general.

Entre los convocados había principalmente funcionarios de la administración y gestión de la Fiscalía. «Habían convocado a todos los empleados, aunque no fueran fiscales, para rellenar», explican. «Sacaron a gente que estaba haciendo un curso en la FGE, llamaron a personas de Madrid para que vinieran a aplaudir; hubo quejas incluso de quienes no querían estar allí». Las fuentes revelan que se enviaron correos electrónicos para instar a la asistencia y dar forma a ese momento de apoyo público.

No solo eso: durante el juicio también se programó la presencia de público en la Sala del Tribunal Supremo. En particular, el 12 de noviembre, cuando el teniente coronel de la UCO, Antonio Balas, declaró como testigo, parte de ese público reaccionó con risas sonoras ante sus palabras: «Nosotros no hacemos investigaciones prospectivas (…) Esto se centra en las personas sobre las que hay indicios». Esas carcajadas han sido objeto de duras críticas desde distintos sectores de la carrera judicial. «No pueden fiscales o funcionarios de la carrera desacreditar de esa manera a los investigadores de la Guardia Civil por el mero hecho de que también les investiguen a ellos —dice una fuente judicial—. Es paradójico: no se fían cuando les investigan a ellos, pero sí cuando ellos mismos encargan las investigaciones cuando ejercen de acusación».

Esa misma jornada, a unas horas del testimonio del coronel Balas, tomó la palabra el fiscal general, único acusado en este proceso por un presunto delito de revelación de secretos. No es casualidad que, según las fuentes, hubiese una concurrencia máxima de público: Villafañe, indican fuentes judiciales, volvió a movilizar a personas vinculadas a la Fiscalía para que llenaran la sala. Incluso en algunas sesiones con menos afluencia prevista, el número dos de García Ortiz se dedicó a escribir mensajes de última hora invitando a asistentes para tapar los huecos que quedaban en los escaños, de modo que no hubiese una percepción de desinterés o debilidad institucional.

Lejos de un apoyo desesperado, están los indicios de que fue un proyecto bien diseñado: mensajes planificados, estrategia de convocatoria, selección de asistentes y ejecución en momentos clave. A ojos de algunos miembros del Ministerio Público, esta maniobra no solo buscaba dar una imagen de fortaleza, sino también condicionar la percepción pública e institucional del proceso.

La brecha entre quienes defienden a García Ortiz y quienes cuestionan su estrategia interna se ha profundizado a lo largo del procedimiento. Varios fiscales veteranos consultados por THE OBJECTIVE aseguran que sienten una «herida institucional» ante la percepción de que la Fiscalía está promoviendo una imagen sesgada, alejada de la neutralidad que debería caracterizarla. Para ellos, la repercusión de estos gestos coordinados no se limita al juicio, sino que proyecta una imagen de parcialidad en todo el Ministerio Público. Por todo ello, fuentes de la carrera definen esos apoyos como «una performance estudiada». No se trató de gestos espontáneos: fue un diseño con objetivos claros. Villafañe ha ejercido un papel activo en esa coreografía, asegurándose de que cada aplauso y cada expresión de aprobación se produjera en momentos estratégicos, para proyectar fuerza, unidad y respaldo hacia García Ortiz. Y lo ha conseguido.

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