Los nuevos aranceles de Estados Unidos intensifican la guerra comercial con China
El Gobierno de Donald Trump ha impuesto un aumento de los aranceles en un 25% a la importación de productos chinos –principalmente del sector tecnológico e industrial– por valor de 34.000 millones de dólares, en el marco de una guerra comercial con China, que ha respondido con la adopción de «unos contraataques necesarios». Estas sanciones forman parte de la primera fase de un castigo total de 50.000 millones, según anunció la Casa Blanca a mediados de junio.
El Gobierno de Donald Trump ha impuesto un aumento de los aranceles en un 25% a la importación de productos chinos –principalmente del sector tecnológico e industrial– por valor de 34.000 millones de dólares, en el marco de una guerra comercial con China, que ha respondido con la adopción de «unos contraataques necesarios«. Estas sanciones forman parte de la primera fase de un castigo total de 50.000 millones, según anunció la Casa Blanca a mediados de junio.
Los otros 16.000 millones entrarán en vigor en las próximas dos semanas, según ha anunciado Trump, que también ha avisado de que responderá con otra sanción de 200.000 millones, ya que China ha decidido contraatacar. En el caso de que prosiguiera la guerra comercial, Estados Unidos podría aplicar otra multa de otros 300.000 millones.
La primera oleada de aranceles de Washington, destinados a 818 categorías de bienes importados de China incluye, además de componentes del sector industrial y tecnológico, varios bienes de consumo, como bombillas de luz LED y cigarrillos electrónicos. La entrada en vigor de estos gravámenes ha supuesto la intensificación de la temida guerra comercial entre las dos potencias económicas, cuya relación comercial se ha tensado desde la llegada de Trump al Gobierno. Los analistas de la agencia Bloomberg han calculado que, con estas medidas, el producto interior bruto de China para 2019, que está previsto que crezca un 6,5 % en 2018, podría sufrir una caída de dos décimas.
China responde con aranceles a 545 productos estadounidenses
Pekín, por su parte, ha reiterado que no está a favor de iniciar una guerra comercial contra Estados Unidos. Sin embargo, ante la decisión del Gobierno estadounidense, el portavoz del Ministerio de Comercio chino, Gao Feng, ha anunciado este viernes que «para defender los intereses del país y su población se han visto forzados a realizar los contraataques necesarios».
Feng había dicho que su país no iba a «disparar la primera bala» y que no aplicaría medidas arancelarias antes de que lo hiciera Estados Unidos, cuyas medidas están «esencialmente atacando las cadenas de suministro y de valor globales». «Están abriendo fuego contra todo el mundo, incluso contra ellos mismos«, ha agregado.
La respuesta de China a tenor de las sanciones de Estados Unidos engloba 545 productos estadounidenses, entre los que destacan automóviles, la carne de cerdo, el trigo, los productos lácteos, el arroz y la soja, dos alimentos clave en esta cultura asiática. Las medidas arancelarias de China sobre productos estadounidenses provocarán la pérdida de empleos, la ralentización de las inversiones y la subida de los precios en Estados Unidos, entre otros.
El Ministerio de Comercio chino ha informado de que notificarán a la OMC (Organización Mundial de Comercio) sobre la situación y trabajarán con otros países para «proteger conjuntamente el libre comercio y el sistema multilateral». Asimismo, ha recordado que China avanzará en su reforma y apertura económica, protegerá el emprendimiento, reforzará la protección de los derechos de propiedad intelectual y creará un ambiente adecuado para las compañías chinas, tal como reivindican desde Europa y Estados Unidos.
Para la economista Monica de Bolle, investigadora del Peterson Insitute for International Economics, «este intercambio de golpes es el comienzo de una guerra comercial entre los dos países». Y ha añadido: «Cuando uno castiga y el otro toma represalias, los dos países entran en una guerra comercial. Era esperada, no me sorprende: China y Estados Unidos no están negociando, solo atacando«, ha analizado De Bolle en declaraciones a Efe.
La Fundación de Tecnología de la Información e Innovación de Estados Unidos (ITIF, en inglés) ha considerado que «existe una amplia gama de herramientas más allá de los aranceles que pueden abordar de manera efectiva las distorsiones comerciales», a pesar de estar de acuerdo con que China es una «amenaza» para la economía estadounidense. «Estados Unidos debe ser el líder de un orden económico liberal e internacional en el que menos naciones adopten prácticas mercantilistas, lo que supone una enorme riqueza para nosotros y para nuestros socios comerciales aliados», ha señalado este viernes en un comunicado Stephen Ezell, vicepresidente de la ITIF.
La guerra comercial entre las dos potencias afectará al funcionamiento del comercio global, tal como han previsto numerosas organizaciones multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), además de las consecuencias en las economías de ambos países. En la misma línea, De Bolle ha explicado que hoy en día el comercio «está muy interconectado a nivel mundial», por lo que este conflicto económico «creará inestabilidad y aumentará el nivel de alteración en el sistema global». El impacto a nivel macroeconómico será «mínimo», pero sí afectará a nivel microeconómico en determinados sectores y empresas, de acuerdo con las proyecciones del centro de estudios Peterson Insitute for International Economics, con sede en Washington, informa Efe.