Un estudio muestra que la dexametasona reduce un tercio la mortalidad de los pacientes graves de COVID-19
El esteroide dexametasona reduce en un tercio la mortalidad entre los pacientes más graves de COVID-19[contexto id=»460724″], según los primeros resultados de un gran ensayo clínico de la Universidad de Oxford, anunciados este martes.
Por qué es importante: actualmente, no existe un tratamiento efectivo contra el coronavirus, por lo que numerosos científicos trabajan a contrarreloj para encontrarlo. Según este nuevo estudio, si la dexametasona hubiera estado disponible en Reino Unido desde el principio de la pandemia, se habrían podido salvar hasta 5.000 vidas. Además, debido a su bajo coste, los investigadores consideran que podría ser muy beneficioso en los países pobres que afrontan grandes números de enfermos de COVID-19.
«La dexametasona es el primer medicamento que observamos que mejora la supervivencia en caso de COVID-19″, han dicho los responsables del ensayo británico Recovery, considerado el mayor ensayo clínico del mundo, donde se experimenta con tratamientos existentes para otros males con el objetivo de ver si también funcionan para combatir el coronavirus.
El equipo investigador cree que el tratamiento a base de dosis bajas de esteroides supone un gran avance, pues reduce el riesgo de muerte en un tercio en aquellos pacientes que se encuentran enchufados a ventiladores. En cuanto a los que precisan de una abordaje de la enfermedad con oxígeno, la dexametasona reduce las muertes en una quinta parte, de acuerdo con estos hallazgos.
Ese fármaco se emplea ya para reducir inflamaciones en el caso de otras condiciones médicas y ayuda, al parecer, a detener parte del daño que se origina cuando el sistema inmunológico se sobreactiva mientras intenta luchar contra el coronavirus.
«Hay un claro beneficio. El tratamiento consta de diez días de Dexametasona y cuesta unas cinco libras por paciente. Así que esencialmente cuesta 35 libras (unos 38 euros) salvar una vida. Es un fármaco que está disponible en todo el mundo», explica uno de los investigadores Martin Landray.