«Como católico, me siento orgulloso de ser parte de una institución que muestra de modo tan claro que ‘la verdad os hará libres’»
«Bajo este paradigma radical que, en materia de discapacidad, se ha abierto paso, debemos estar dispuestos a aceptar que pueda estimarse y prevalecer la voluntad de toda persona mayor de edad, independientemente de su madurez o capacidad cognitiva»
María Jesús Espinosa de los Monteros
«¿En qué tipo de ser humano nos convertimos cuando nos contamos historias monstruosas que escapan a la comprensión de todos?»
Las polémicas se suceden a tal ritmo que caen líderes, ídolos y referentes morales que todavía no sabía que existían. Así la actriz Asia Argento que, por si ustedes tampoco la conocen, parece ser una de las voces cantantes del #MeToo, que había denunciado públicamente que Harvey Weinstein abusó sexualmente de ella.
Lo de La Manada es un no parar. Aún retumban el eco de la sentencia y de los excesos en las críticas y ahora la Audiencia de Navarra decreta, con un voto particular, la prórroga de la prisión eludible bajo fianza de 6.000 euros para los cinco integrantes del grupo salvaje, que fueron condenados a 9 años por abuso sexual con prevalimiento a una joven en los Sanfermines de 2016.
Antes de que se leyera la sentencia sobre el caso de La Manada, cinco meses después del juicio oral, ya había un clima de tensión y movilización.
Durante los casi dos años que han transcurrido desde la madrugada del 7 de julio de 2016 el periodismo no ha reprimido un solo desahogo con la sedicente Manada, a la que desde primera hora, y tras conducirla al rellano de la presunción de culpabilidad, sometió a un trato ciertamente degradante.
Tras Oxfam le toca ahora a Médicos Sin Fronteras, que reconoce ahora que prefirió actuar ella misma antes que le sacaran el escándalo a la luz y que expulsó a una veintena de trabajadores en 2017 por varios casos de abuso sexual, seis de ellos en MSF España.
Hace días que ando revisándome los amores por si se me caen del bolsillo: el efecto dominó de los mitos caídos me va dejando un reguero de tristeza y asco, y, a ratos, de autodesprecio y psicosis, ¡ah, cómo no se lo vi en la cara, cómo no se lo encontré en el gesto, estuvo ahí todo el tiempo…! Es absurdo: el acosador es cualquiera. La cultura del abuso no es patrimonio de Hollywood, ya nos gustaría acotar el problema: los malos están aquí, entre nosotros, seguramente haciéndose los simpáticos, haciendo como que este debate -que está abierto y sangra- no va con ellos. O incluso minándolo y repitiendo el mantra “denuncias falsas, denuncias falsas”; porque los chiquillos a veces no son muy listos y enseñan la patita. Como si uno pudiese curarse en salud del pasado. Y ya no les digo del presente.