Más de 120.000 hectáreas de bosques desaparecen en la Amazonía peruana cada año
Una especie de cáncer que destruye todo a su paso está afectando a la Amazonía de Perú: la deforestación.
Una especie de cáncer que destruye todo a su paso está afectando a la Amazonía de Perú: la deforestación.
Si la deforestación no para, Noruega dejará de dar dinero para la supervivencia de esta gran selva
El Ministerio de Medioambiente brasileño ha firmado este miércoles un acuerdo internacional en el cual se comprometió a transformar más de tres millones de hectáreas del Amazonas en unidades de conservación en un plazo de seis años.
Los bosques de Sudamérica y del África subsahariana están desapareciendo. El planeta pierde cada año casi cinco millones de hectáreas netas. El precio de la deforestación se ve con claridad en países como Brasil o el Congo. Los bosques en los países occidentales ricos también están sufriendo cambios, pero justo al contrario: cada vez están creciendo más, ocupan más tierra como y sus árboles son más grandes.
Un juez brasileño ha suspendido este miércoles todos los efectos del decreto publicado por el Gobierno que permitía a las empresas mineras privadas explotar un área de 47.000 kilómetros cuadrados de la selva amazónica, informan varias agencias.
Las arterias de los Tsimané, una comunidad indígena que vive en la Amazonía boliviana, son las más sanas jamás registradas en cualquier grupo de población del mundo, según un estudio publicado en la revista The Lancet. A menudo se advierte que los estilos de vida sedentarios y poco saludables son los más comunes en muchos países, y ello puede provocar la obstrucción de las arterias, aumentando así el riesgo de enfermedades del corazón.
Por su parte, el secretario de Seguridad Pública, Sergio Fontes, apuntó a enfrentamientos entre dos facciones criminales dentro de la prisión – el Primer Comando de la Capital (PCC) originario de Sao Paulo, y el grupo local FDN o Familia del Norte – como causa principal de lo que derivó en un motín que ya ha sido controlado por las fuerzas de seguridad. «Es la mayor matanza cometida en una prisión de la Amazonía», afirmó Fontes, quien asegura que los grupos de narcotraficantes se disputan dinero y territorio. La revuelta se extendió durante 17 horas en el complejo penitenciario Anisio Jobim, en una zona periférica de Manaos. Florencio explicó que la policía había logrado «preservar la vida de rehenes, tanto de funcionarios como de internos».
En octubre pasado, enfrentamientos entre facciones dentro de una cárcel del estado de Roraima, también en el norte del país, dejaron 25 muertos. Los episodios de violencia son comunes en las superpobladas cárceles brasileñas, donde los grupos criminales se disputan el control del tráfico de drogas.
A nivel global, la deforestación en las zonas tropicales y subtropicales se debió a la agricultura comercial a gran escala (un 40 %), a la agricultura de subsistencia local (33 %), las infraestructuras (10 %), la expansión urbana (el 10 %) y la minería (7 %). Por ejemplo, en la región del río Amazonas, una de las zonas más afectadas por la deforestación, el cultivo de soja y las plantaciones de palma de aceite han estado contribuyendo a la pérdida de los bosques a un ritmo acelerado desde la década de los 90. El informe pone énfasis en la falta de interés mostrado por muchos de los gobiernos nacionales, pero también premia los esfuerzos de políticas que están contribuyendo a solucionar el conflicto entre agricultura y deforestación, como las llevadas a cabo por Chile, Costa Rica, Gambia, Georgia, Ghana, Túnez y Vietnam. Sin embargo, tras analizar las políticas medioambientales de 35 países, la FAO indica que menos de la mitad de éstas abordaban explícitamente el problema del cambio del uso de la tierra del bosque a la agricultura y viceversa, un tema que merecería estar entre las prioridades y objetivos de cada nación afectada.
El investigador Rodrigo Moura y su equipo de la Universidad Federal de Río de Janeiro peinaban esta región mediante cruceros oceanográficos, con la colaboración oficial de Brasil y Estados Unidos. Durante el viaje encontraron una zona de algas coralinas y altos niveles de partículas en suspensión, algo totalmente diferente a las condiciones en que suelen darse los arrecifes de coral tropicales.
El río fluye caliente por 6 kilómetros hasta desembocar en otro afluente, y si la temperatura del agua supera los 47ºC puede producir quemaduras de tercer grado, mientras que para los animales puede ser mortal. Según el geocientífico peruano Andrés Ruzo, el agua podría venir de los glaciales de los Andes que, tras filtrarse hasta lo profundo de la Tierra, brota como agua hirviendo, calentada por el gradiente geotérmico. «Así como las personas tenemos sangre caliente corriendo por nuestras venas, la Tierra tiene agua caliente corriendo por sus grietas», explica Ruzo.
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