La llama olímpica se enciende e inicia su viaje a París: arranca la cuenta atrás de los Juegos
La antorcha ha comenzado a prender en una ceremonia tradicional en la que se invocó a Apolo
La antorcha ha comenzado a prender en una ceremonia tradicional en la que se invocó a Apolo
Cuando el pasado 21 de abril la actriz Katerina Lehú ejerció de Gran Sacerdotisa de Olimpia encendiendo la llama olímpica, se puso el reloj en marcha para la inauguración el 5 de agosto de los Juegos de Río 2016. Y el domingo, tras una ceremonia de color y música en el estadio Maracaná, la llama fue apagada, dando por finalizados los Juegos en Brasil. Así ocurre cada cuatro años y se repetirá en 2020, cuando la llama se encienda frente a los templos de Zeus y Hera.
La tradición es que la llama se encienda con los rayos del Sol, aunque no siempre ha sido posible, como ocurrió en la ceremonia para dar la bienvenida a los JJOO de Sidney, en el año 2000, y también en 1956 en los Juegos de Melbourne, ambos en Australia. En las dos ocasiones no brilló el sol y hubo que encender la antorcha con un repuesto que se guarda en una lámpara. En 2008, se cambió el horario ante la amenaza de tormentas y se encendió la antorcha para los Juegos de Pekín, justo antes de que se pusiera a llover torrencialmente.
Una vez encendida debe permanecer así hasta que acaben los JJOO. Pero ante la posibilidad de que se apague de forma accidental o deliberadamente, hay otras antorchas encendidas que se transportan junto a la principal para que, si ocurre que se extingue la llama, sea inmediatamente encendida.
La antorcha llegó en avión hace tres meses a Brasilia, procedente de Grecia, y ha recorrido 324 ciudades brasileñas hasta arribar a Río de Janeiro. “Este es un momento muy especial para nuestra ciudad y nuestro país”, ha afirmado Paes, quien recibió el símbolo por excelencia de los Juegos Olímpicos de manos del regatista Torben Grael, quien transportó la llama, protegida dentro de una linterna, en un velero que cruzó la Bahía de Guanabara y en el que viajaban también los medallistas olímpicos Lars Grael, Clínio Freitas, Isabel Swan, Nelson Falcão, Marcelo Ferreira y Ronnie Senfft. Un tributo, sin duda, al deporte que le ha permitido a Brasil merecer más preseas en la magna cita deportiva.
Los brasileños no emanan ese espíritu olímpico que debe primar en este tipo de eventos. Una reciente encuesta publicada por el diario Folha de Sao Paulo reveló que un 50% de los brasileños se declara abiertamente en contra de la celebración de los Juegos y un 63% opinaron que el evento traerá más problemas que beneficios. Muestra de ese rechazo son los numerosos actos convocados a través de las redes para apagar la llama olímpica, lo que evidencia el profundo inconformismo de la ciudadanía con el megaevento. Además de los aspectos económicos, infraestructura, seguridad y de salud, con el tema del virus del Zika, también se prevén numerosas protestas sociales. Médicos, profesores, policías y bomberos llevan meses protestando porque no entienden cómo el Gobierno se ha podido gastar más de 10.750 millones de euros para organizar los Juegos, y ellos llevan sin cobrar durante meses. Además, se espera que numerosas personas salgan a la calle -como ya sucedió el domingo- para protestar por la crisis política que sufre el país con la suspensión de la presidenta Dilma Roussef.
Las manifestaciones son producto de la profunda crisis económica que vive el estado de Río de Janeiro, donde se disputarán los Juegos Olímpicos este año, además del generalizado clima de tensión que se ha extendido a lo largo y ancho del país debido a la gestión del Gobierno. Hace unas semanas, el alcalde de Río criticaba al gobierno por el «horrible» manejo de la seguridad, mientras cientos de agentes de policía del estado en el que gobierna se manifestaban por la falta de recursos y retrasos en el pago de sus salarios. El malestar general de la población se ha traducido en varios intentos de robar o apagar la llama olímpica, pero esta ha sido la única vez que los manifestantes han logrado su objetivo.
Durante 6 días recorrerá Grecia, pasando por el campo de refugiados de Eleonas, donde un refugiado sirio hará uno de los relevos y portará la antorcha en nombre de todos los refugiados. Según avanzan algunos medios citando fuentes de Naciones Unidas, el portador es un atleta antiguo jugador de baloncesto y nadador, que huyó de su país tras perder una pierna en un bombardeo. El 3 de mayo la llama olímpica llegará a Brasil donde alrededor de 12.000 relevistas portarán el fuego por unas 300 ciudades y pueblos en 26 estados brasileños.
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