Carlos Mayoral

Filosofía ha muerto

Filosofía ha muerto

Pocos días atrás, Santiago Navajas, profesor de Filosofía, contaba en las redes sociales cómo en el examen de Selectividad en Francia habían optado por despachar el examen de la asignatura con la siguiente pregunta: ¿Es el deseo un signo de nuestra propia imperfección? Partiendo de esta cuestión, el alumno debe escribir un ensayo apoyándose en los conocimientos adquiridos de la mano de los distintos filósofos estudiados y, sobre todo, apoyándose en el espíritu reflexivo, crítico y creativo que el alumno haya madurado al calor de las mentes más brillantes de la historia. Una asignatura que ayuda a construir una mentalidad propia, una determinación propia e incluso un lenguaje propio se ve potenciada con un examen de este tipo, que obliga al alumno a utilizar el adjetivo más importante de los que han cruzado por este párrafo: «propio».

El gurú de la Feria del Libro

El gurú de la Feria del Libro

En esta vida de ruido y furia se agradece encontrar de vez en cuando un oasis como el que representa una feria del libro. Nótese que no aludo en concreto a la de Madrid, pues aunque este texto se base en ella, podría intercambiarse por la de cualquier otra plaza o fuerte. La cuestión es reunirse en torno a esa idea llamada libro, con una u otra excusa.

Memoria

Memoria

A la señora Paula le diagnosticaron la enfermedad hace ya muchos años. Recuerdo la noticia perfectamente, a pesar de que yo acababa de llegar a Madrid, sin equipaje apenas, a esa edad en que no conoces el porqué ni el cómo de casi nada. Pero como ya digo recuerdo la voz temblorosa de mi madre, ese tono trágico de quien explica algo que no comprende, que ni siquiera sabe pronunciar, pero que a pesar de todo le provoca un miedo atroz. La señora Paula, como buena vecina de meseta, tenía mucho más de confesora, de canguro o de vigilante que de simple vecina. Eso, en el plano objetivo. En el subjetivo, era una de esas figuras que no desaparecen de la niñez, y que por muchos lustros que pasen seguirán viviendo allí, inevitablemente. La voz que gritaba alto cuando todos los niños de la provincia de Segovia querían ser Perico Delgado, o que te recordaba que no había nada al otro de la carretera cuando el asfalto de la nacional a La Coruña te atraía.

Cosmopaletismo

Cosmopaletismo

En este país, en el año 2018, es mucho más insigne el coach que el entrenador, mucho más ilustre el kid que el niño, mucho menos casposo el show que el programa, y por supuesto mucho más perseguido el talent que el talento.

La última batalla del Gabo

La última batalla del Gabo

El Gabo dijo adiós un abril hace ahora cuatro años. Había muerto haciendo con la batalla lo que hacía el coronel de su obra: presentarla, que es mucho más importante que haberla ganado. García Márquez no coincide con Aureliano en eso de promover treinta y dos levantamientos y perderlos todos.

Un epitafio para el sistema educativo

Un epitafio para el sistema educativo

El otro día leía el magnífico ensayo titulado «Contar es escuchar», que firma Ursula K. Le Guin y que ha publicado en España la editorial Círculo de Tiza, cuando en mitad del romance me encontré con una frase lapidaria: «El alfabetismo debe ser un principio y no un fin, pero en este país sólo sirve para leer las instrucciones de uso».

Oda al silencio

Oda al silencio

Hace unos días, cuando el caso del pequeño Gabriel estalló por los aires certificando la mala pinta que desde un principio tenía el asunto, miré el listado de columnistas encargados de darle tinta a esta sección y me alivió no encontrar mi nombre entre ellos.

Rosalía

Rosalía

Retrocedamos 150 años. Se consumía 1868 cuando una ya experimentada Rosalía de Castro vio cómo su castillo de naipes literario, construido con tanto mimo, se venía abajo. Ya había publicado sus célebres Cantares gallegos, obra cumbre del Rexurdimento, colocando el idioma galaico en el imaginario peninsular y adhiriéndose al éxito de otras románticas españolas (o casi españolas) como Gertrudis Gómez de Avellaneda o Cecilia Böhl de Faber. Sin embargo, en este año de 1868, Rosalía ve cómo su vida cambia drásticamente, y es inevitable relacionar este cambio a su condición de mujer. Casi sobra decir que la escritora decimonónica era vista como una rémora por sus compañeros de profesión, una intrusa en el mundo cipotudo, un estorbo para las poltronas académicas. A esto había que añadirle dos nuevos naipes al castillo. Primero, el nacimiento de su hija Aura; segundo, el estallido de La Gloriosa, revolución que hubo de colocar las posaderas de Manuel Murguía, célebre marido de Rosalía, en la butaca de dirección del Archivo General de Simancas.

Entre Espronceda y Marta Sánchez

Entre Espronceda y Marta Sánchez

Quiero dejar claro antes de comenzar a escribir que no he escuchado (y probablemente no escucharé) la versión del himno de España que Marta Sánchez ha perpetrado. También quiero dejar claro que me importan un carajo los juicios que sobre él se lleven a cabo.

El acento andaluz es para catetos

El acento andaluz es para catetos

Resulta que semanas atrás estrenaron una serie, ‘La peste’, que a juzgar por la repercusión que se respiraba en las redes debió de gozar de bastante éxito. Hasta aquí nada nuevo. Resulta que los guionistas decidieron darle un toque original al asunto liberando un supuesto acento andaluz del siglo XVI, acento que entonces, obviamente, no mostraba las características actuales, aunque poco importa eso. Hasta aquí, algo relativamente novedoso, aunque cada vez menos.

Tierra mojada

Tierra mojada

Mi abuela se levantaba muy temprano el día 25, cuando el resto del mundo aún dormía. La noche había transcurrido ruidosa: un marido, seis hijos, cuatro nueras, dos yernos, diez nietos, algunas estrecheces y tres o cuatro achaques físicos.

Lorca en presente

Lorca en presente

Federico es un poeta que todavía no ha conocido su verso. Apenas se ha dejado llevar por la marea académica en la que le ha sumergido su madre, y nadie excepto los chopos del patio de su casa, que le susurran con cariño su nombre (…Fe-de-ri-co…), sospecha que estamos delante del bardo más universal del siglo XX hispánico.

La mentira Azorín

La mentira Azorín

El clásico literario está siendo denostado por el siglo XXI, como todo el mundo sabe. Esto no aporta nada al conocimiento del que se enfrente a este texto, pero al calor de esta sentencia y de la efeméride de turno aprovecho para abusar de su confianza y definir lo que a menudo llamo «Mentira Azorín». Se cumplen este año cinco décadas de la muerte del genio de Monóvar y, más allá de la escasa lectura que sufrirá, seremos testigos de cómo se vuelve a perpetrar esta falsedad que pone título a la columna.

Blablableo

Blablableo

El ruido nos ha colonizado. No hay nada de romántico en esto. Más bien todo lo contrario: nos sodomiza con su látigo estridente. Si es porque nos asusta el silencio o porque nos hace parecer fuertes, lo mismo da, queremos decibelios y los queremos ya. Esto no lo sabes cuando te levantas de buena mañana, pero te lo recuerdan los vecinos, que se han apuntado a la moda del comesanismo y ahora mezclan espinacas, bayas de goji y fresas en la batidora para amanecer con fuerza. Lo aderezan con un blablableo suave pero continuo.

La revolución cobarde

La revolución cobarde

Los Episodios Nacionales de Galdós son algo así como una radiografía de la columna vertebral de esta España que nos flagela. En ellos uno puede encontrarse con todos los males que han azotado y azotan la nación (quizás utilice este término varias veces por analogía con el título de la obra), polvos decimonónicos sin los que sería imposible comprender los lodos en los que ahora nos revolcamos.

El centenario que no se celebró

El centenario que no se celebró

Este año se conmemora un centenario muy curioso. Se cumplen cuatro siglos de la aparición de la última de las obras firmadas por don Miguel de Cervantes Saavedra: ‘Los trabajos de Persiles y Sigismunda’. Es una obra póstuma, aparecida meses después de que su creador dijese basta y quedara sepultado en algún rincón del convento de las Trinitarias. Probablemente, este año nadie escribirá nada sobre la obra ni sobre su centenario. Es más, probablemente nadie leerá esta maravillosa recopilación de aventuras que ideó el maestro, ni este año ni nunca. Alguno pensará, incluso, que es el último centenario cervantino que nuestra generación soportará, por el momento, tras haberse fumado con papel de plata un par de efemérides alrededor del Quijote y otra, más reciente, alrededor de su muerte. Como ocurrió con todas estas fechas, la última celebración en torno al Persiles será un fracaso. Se paseará por la indiferencia del lector hasta perderse en el cementerio de obras maestras olvidadas. Sin remedio. 

Entre el ruido y las nueces

Entre el ruido y las nueces

Resulta que los designios de la “crítica literaria”, y mira que odio recurrir a esta etiqueta entrecomillada, son tan inescrutables que incluso cuando uno pensaba que el ruido había terminado todavía queda espacio para intuir alguna nuez inesperada. Me explico. Días ha escribí un artículo de opinión, y recalco el término “opinión” por si la constante aparición de la primera persona del singular no bastara para aclararlo, en el que enumeraba diez libros que yo consideraba sobrevalorados. El texto causó algo de revuelo por atacar a figuras de la literatura universal de la talla de Lorca o de Neruda. Es obvio que siempre han existido ídolos que sólo dan pie a la contemplación y no a la crítica, y obviarlo me costó no pocos aullidos y alguna que otra caricia. Cuando este ruido, clásico en el foro en el que se mueven las letras hoy, hubo cesado, llegó hasta mí una crítica a dicho texto firmada por don Camilo José Cela Conde.

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