Mientras las tiendas de ropa siguen sin colocar su stock invernal debido a la benignidad del otoño y unos senderistas españoles despeñaban a un jabalí en los montes asturianos por el puro placer sádico de verlo morir, se celebraba en Bonn durante la pasada semana la llamada COP23, cumbre internacional dedicada al desarrollo del Acuerdo de París sobre Cambio Climático.
La nieve es esa lluvia que no suena, que nos hipnotiza por el silencio que deja y que tan sólo el recuerdo trata de hacer repicar. Como la memoria, funciona por acumulación: bastan unos cuantos recuerdos para que se desencadene la melancolía. Siempre que veo caer los copos del cielo me acuerdo de aquellos versos primigenios de Julio Llamazares: «Mi memoria es la memoria de la nieve./ Mi corazón está blanco como un campo/ de urces».
Aunque en la imagen de Vadim Ghirda, bellísima, observamos a un humano bien pertrechado contra el frío, con buen gabán y sombrero clásico, pero de moda, la ola de temperaturas polares bajísimas que recorre Europa se ha llevado por delante ya a más de 80 personas, buena parte de ellas refugiados que huyeron del horror y deambulan buscando una vida digna y no han encontrado ni un lugar donde poder resguardarse de la nieve y el hielo que les ha reventado el corazón.
La imagen es bonita. Eso hay que reconocérselo. Melosa como un cruasán francés recién sacado del horno y tierna como una edulcorada película Disney. El tren que vemos nos recuerda a tiempos de zares y zarinas.
En esta España, en la que no pasa el tiempo, el cambio del tiempo es lo único que pasa. Aquí, sólo se cumplen las previsiones meteorológicas. Las electorales, ni de casualidad.
Las imágenes de las olas gigantescas de hasta 13 metros azotando el norte de España abren todos los telediarios. Las cosas están peor en el norte de Europa.
No es ciencia, es una nueva religión donde se esconden los que quedaron descubiertos al caerse el muro de Berlín
el cambio climático va a aumentar los fenómenos extremos, lo que, a su vez, multiplicará las guerras, asaltos y revueltas por todo el planeta