Cuando Iñaki Urdangarín entró a formar parte del Instituto Nóos, creado por Diego Torres en 1999, debió de confundir los términos ‘sin ánimo de lucro’ con ‘sinónimo de lucro’. Sólo así se entiende que el marido de la infanta Cristina se dedicase a usar la entidad adscrita como Fundación para falsear documentación, defraudar, realizar tráfico de influencias y desviar fondos para enriquecerse, delitos todos ellos por los que fue condenado en febrero de 2017 a seis años y dos meses de cárcel. Una sentencia que llegó 11 años y un día después de que estallara el escándalo que acabaría poniendo patas arriba, nada menos que a la primera institución del país, la Monarquía, hasta entonces intocable, incuestionable.