Los alcaldes con sus bomberos de gala, los europeístas con su piscina de estrellas para los burócratas, como un anuncio de champán; los políticos de autonomía todos como castellanos de castillo. Va a resultar difícil pensar en ellos el domingo, pensar en el camión de la basura o en el precio mundial del cereal, cuando aún no hemos podido olvidar las elecciones generales. La sensación es que quedamos todos, los votantes y los políticos, mal votados, así que el voto del domingo tiene algo de testamento, de refutación, de segunda oportunidad, de arrepentimiento y de castigo.
Que el PSOE está de dulce y que será la fuerza más votada en las tres urnas parece un axioma a estas alturas. Aun así, la del 26M será una de las noches electorales más difíciles de seguir e interpretar.
Si la política en España fuera una serie de televisión, los análisis de sangre de sus guionistas darían positivo en Biodramina mediática.
En las democracias parlamentarias cuenta el número de escaños. Así que las fuerzas independentistas han mantenido la mayoría y muy probablemente volverán a conformar Gobierno.