Emociones

Una pandemia, la nevada del siglo, el asalto al Capitolio… ¿El mundo está del revés o somos nosotros los que hemos cambiado de gafas?

Una pandemia, la nevada del siglo, el asalto al Capitolio… ¿El mundo está del revés o somos nosotros los que hemos cambiado de gafas?

En lo que llevamos de año, apenas medio mes, los cimientos de nuestra cotidianidad han vuelto a temblar y nos vemos sobrepasados por noticias que no esperábamos. ¿Realmente está cambiando el mundo a marchas forzadas, o es solo nuestra percepción? Y, sobre todo, ¿cómo nos lo estamos tomando, estamos preparados para tanta revolución?

Vivir con un perro no te convierte en un experto. Si quieres entenderlo, tienes que aprender

Vivir con un perro no te convierte en un experto. Si quieres entenderlo, tienes que aprender

Según la teoría coevolutiva, con el paso de los años, humanos y perros hemos desarrollado habilidades cognitivas que favorecen la comprensión mutua. De ahí que podamos establecer vínculos afectivos tan fuertes. Y aunque se trata de un terreno ampliamente explorado, sorprendentemente, la mayoría de los estudios se enfocan en la parte canina. No fue hasta finales de 2019 cuando se publicó el primer estudio exhaustivo de la capacidad humana para entender las demostraciones emocionales de los perros y de dónde viene esa comprensión.

Sin nada que decir

Sin nada que decir

Sin una determinada imaginación dirigida hacia la excelencia y tamizada por la experiencia del pasado, es difícil que el hombre trascienda las limitaciones de su propio tiempo

¿Puede un robot sacrificarse por nosotros?

¿Puede un robot sacrificarse por nosotros?

La tecnología avanza imparable y se asocia a todas las disciplinas del saber y a todas las expresiones de lo humano. No hay semana en cualquier capital del mundo occidental que no esté sembrada de conferencias y mesas redondas sobre el impacto de la tecnología en el futuro del trabajo, la neurociencia, el arte, la cocina, el derecho o el futuro de las ciudades.

Los perros no confían en las personas cuando están enfadadas

Los perros no confían en las personas cuando están enfadadas

Los perros son animales intuitivos. Tienen la capacidad de conectar con nuestras emociones y saber exactamente cómo nos sentimos en cada moemento. A ellos no podemos engañarlos. Si vives con alguno, te habrás dado cuenta de que cuando algo te molesta es justo cuando menos caso te hace. Tú te enfadas cada vez más y él parece escucharte cada vez menos. No son especulaciones. Eso es exactamente lo que ocurre. Los perros no confían en las personas cuando están enfadadas y hay evidencia científica que lo demuestra.

¿Pueden enamorarse los perros?

¿Pueden enamorarse los perros?

Para entender por qué nuestro perro actúa como actúa y garantizar su máximo bienestar en una coexistencia respetuosa, es indispensable entender cómo piensa y cómo siente. Las investigaciones científicas demuestran que perros y humanos tenemos básicamente las mismas respuestas emocionales ante el miedo y la tristeza, por ejemplo, pero ¿qué pasa con el amor? ¿Pueden enamorarse los perros?

'Workingay', el cortometraje que reivindica el bienestar LGTB

'Workingay', el cortometraje que reivindica el bienestar LGTB

Cuatro personajes, cuatro emociones, cuatro minutos. Utilizando estos tres pókers como eje, la directora y productora de cine Cris Arana ha construido Workingay, su último cortometraje, que refleja las barreras a las que se enfrenta el colectivo LGTB. «La exclusión social genera un deterioro de su intimidad, que da lugar al estrés, a la angustia y a la depresión. Sin embargo, se produce un cambio de chip», valoran desde el equipo de Arana. Pero en el cortometraje, «los personajes pierden el miedo y ganan la ilusión, las fuerzas y la felicidad que les hacen seguir adelante y comerse el mundo».

Cuatro personajes, cuatro emociones, cuatro minutos. Utilizando estos tres pókers como eje, la directora y productora de cine Cris Arana ha construido Workingay, su último cortometraje, que refleja las barreras a las que se enfrenta el colectivo LGTB. «La exclusión social genera un deterioro de su intimidad, que da lugar al estrés, a la angustia y a la depresión. Sin embargo, se produce un cambio de chip», valoran desde el equipo de Arana. Pero en el cortometraje, «los personajes pierden el miedo y ganan la ilusión, las fuerzas y la felicidad que les hacen seguir adelante y comerse el mundo».

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