Hasta que un día descubres que por encima del azul hay más. Mucho más. Y ahí llega el momento: ¿un lugar lleno de estrellas? Oh, qué bonito. Mamá, quiero ir al universo.
Se diría que han puesto los indios el dedo pulgar, o el índice, para pintar en la frente oscura del Universo un punto rojo. Es como si nos hubiera faltado hasta ahora la mirada de la India.
El gran cataclismo, hace 4500 millones de años, pudo ser el fin, pero fue sin duda el principio. Formó nuestra luna, y la Tierra, que giraba enloquecida, se calmó y se inclinó en reverencia, y empezaron este vals cósmico de giros y elipses.
El peso que me ha quitado de encima la noticia de hoy. Me he quedado mucho más tranquilo y ya podré dormir todas las noches de tirón. Según reza la noticia que acabo de leer, los científicos han asegurado definitivamente que el asteroide 1950DA no impactará en la Tierra en 2880 como se decía.
Me he quedado tranquilo. No todo son malas noticias. Un asteroide que iba a destruir la Tierra en 2880 ya no la destruye.
Uno sabe adónde mirar muy pocas veces porque levantar la vista de nuestros móviles u ordenadores portátiles nunca ha sido tan difícil como ahora. Y abstraerse de la dinámica antipersona de horarios, redes, prisas e información 24 horas tiene mucho de reto por conquistar.
Digamos que el President quiso llevarse a todos al huerto pero acabó metido en un jardín. De ese laberinto ya hay algunos que empiezan a salir por patas. Pero ya no hay marcha atrás. Tal vez ha elegido morir como jardinero con las Hunter puestas.
Yo pensaba que la Luna era de los poetas, de los enamorados, de los ilusos y de las románticas empedernidas, además de brujas, comadronas y astronautas, también de los que se la han mirado con detenimiento científico, que algunos hasta fueron condenados por ello. Era de todos.
Somos una especie tan estúpida que preferimos colonizar el espacio exterior antes que ver como dejan de morirse de hambre o de miedo nuestros congéneres. Por increíble que parezca. Eso también nos lo tenemos que creer.